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A tiro limpio

Cine negro Para crear una banda de atracadores, Martín y Antoine se ponen en contacto con Román para que les consiga armas y un cuarto hombre. Román convence a Picas, un antiguo atracador que ahora trabaja en una masía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2009
48 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de Francisco Pérez-Dolz Riba (Madrid, 1922). El guión, de Miquel Cussó, José Mª Ricarte y Francisco Pérez-Dolz, desarrolla un argumento de José Mª. Ricarte, inspirado libremente en las actividades delictivas de Francisco Sabater Llopart (1913-60) y Josep Lluís Facerías (1920-57), anarquistas y luchadores antifranquistas. Se rueda en escenarios (interiores y exteriores) de Barcelona y en los estudios Buch-Sanjuán (Barcelona). Producido por Francisco Balcázar para Balcázar P. C., se estrena el 2-IX-1963 (Barcelona).

La acción dramática tiene lugar en Barcelona a lo largo de unas pocas semanas de enero de 1963. Martín (Peña) y Antoine (Novales) son dos comunistas que llegan a Barcelona procedentes de Toulouse (Francia) con el propósito de realizar acciones desestabilizadoras contrarias el Régimen y conseguir algunos fondos que les permitan salir de la pobreza en la que viven. Contactan con un antiguo camarada, Román Campos (Suárez), y éste pide la colaboración a su amigo Jordi Abad “el Picas” (Otero), que dispone de varias metralletas y pistolas. Martín, líder del grupo, es autoritario, intransigente, cruel, misógino y trata de dar salida a su sadismo a través de las actividades delictivas. Antoine es un delincuente aficionado a las emociones fuertes y es de personalidad infantil y dependiente. Román es un ex activista político que gestiona con su padre y su hermana un lavadero abierto al público. Desea escapar de la pobreza. José Abad, “el Picas”, tras cuatro años de prisión por atraco a una joyería, se ha retirado a la finca familiar, la massia “Can Picas”, donde vive con la madre y la mujer.

El film suma drama, crimen, cine negro, thriller y análisis social. Explora la realidad de la simbiosis que se da en la posguerra española entre el activismo político antifranquista y acciones delictivas planeadas y ejecutadas con el propósito de desestabilización política y obtención de recursos con los que aliviar la indigencia y la desesperación personal. El film se inspira en las figuras de dos anarquistas famosos en su momento, activos en Barcelona, que la cinta presenta como ex activistas comunistas relacionados con Toulouse y su escuela de formación de militantes (16, rue Lacordaire, Toulouse).

La película bebe en la tradición del cine negro americano clásico, en las experiencias de la ficción criminal (literatura y cine) de Barcelona en 1950-63 y en el cine renovador recién aportado por la “nouvelle vague” francesa. Del cine americano toma sin dogmatismos los parámetros del género (paranoia, afanes de venganza, fatalismo...) y sus personajes (mujer fatal, líder sanguinario...). Del cine francés toma el realismo y naturalismo de la historia, el rodaje en escenarios exteriores, la primacía del autor, etc. De la tradición barcelonesa toma el encaje del relato en la historia de la ciudad y del país (represión política, dirigismo cultural...).

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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3 de febrero de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis comentarios se basan en haber visto la película 47 años después de haber sido producida. En su visión de hoy me han impresionado los lavaderos públicos, los parkings, la estación de tren, las casas abandonadas, el ambiente de las calles y bares de Barcelona, los grises, las barcas mejilloneras, el escrutinio de quinielas y un largo etc. Si la hubiera visto en los años sesenta, probablemente ninguna de estas cosas que hoy me han impresionado, me hubiera llamado la atención.

Aparte de este aspecto subjetivo y emocional que produce el paso del tiempo, creo que la película estuvo ya concebida des de un principio como una especie de documental que buscaba precisamente captar el ambiente de la Barcelona de los sesenta, con algunos interesantísimos flashes de modernidad, impropios de la época, como la sutil relación - mutilada por la censura - entre dos atracadores, el machismo de otro, mostrado en forma peyorativa, y hasta creo que pretende mostrar o insinuar la depresión cultural de la época.

También es de alto interés la fotografía, con algunos enfoques eficaces e imaginativos: escalera de casa abandonada, aseos y depósito de water, ahorcado - imagen censurada -, bar del altillo de la estación, entre otras.

He salido satisfecho y la recomiendo.
Josep
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20 de junio de 2013
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho esta película, tanto por el guión y la historia como por las interpretaciones y el reparto, con un Luis Peña impresionante como atracador ambicioso, autoritario y sin escrúpulos, con una María Asquerino como manipuladora de andar por casa, con Carlos Otero como un ex-presidiario que vuelve a delinquir, y con un José Suárez como atracador de modales más bien toscos, pero no exento de una ética propia, un poco como Lee Marvin en "A quemarropa" (Point Blank, 1967), de John Boorman, aunque físicamente Suárez me recuerda más al Sterling Hayden de "Atraco perfecto" (The Killing, 1957), de Stanley Kubrick. La dirección, la fotografía en blanco y negro, y la música, de tonos "jazzísticos", están a la altura de lo anterior, creando un film que es seguramente uno de los puntos culminantes del cine policíaco español producido hasta ese momento. Ésta es la primera película de Pérez-Dolz, y es lástima, viendo el excelente resultado, que dirigiera tan pocos largometrajes de ficción.

Ahora bien, pese a algún comentario en los diálogos, la relación que se supone está ahí, y fue desfigurada por la censura, entre las actividades delictivas de los protagonistas y la militancia política antifranquista de los mismos, es difícil verla. Otra cosa es que, en efecto, los atracadores de la película estén basados en personajes reales que sí eran militantes antifranquistas, y daban golpes para proporcionar dinero a la causa, o para subsistir. De todas formas, sin implicaciones políticas, la historia funciona perfectamente.

Con todo, la descripción de ambientes, y de personajes -con una mujer, la madre anciana del "Picas", que sólo habla en catalán-, así como la sordidez de algunos escenarios (la casa abandonada, o el cuarto de baño rodado en un ángulo cenital, o el depósito de cadáveres) y la crueldad de algunas escenas (la muerte del personaje de Carlos Otero, o el desenlace final en el Metro de Barcelona), así como la inventiva en la puesta en escena (en especial el plano-secuencia del comienzo) ya singularizan de por sí a este largometraje.
Pedro Triguero_Lizana
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9 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra película maldita de otro director maldito e injustamente olvidado. Cuando Francisco Pérez-Dollz debuta con este thriller, llevaba casi 30 películas como ayudante de dirección, y rueda una ópera prima de muchos quilates pese a la modestia de medios, porque es sobria, concisa, austera, además de tener una fisicidad urbana apabullante. Una obra que respira desde el principio un profundo pesimismo, con una ambivalencia de unos personajes exentos de cualquier tipo de cortapisa moral, de una realista verosimilitud documental, un buen ejemplo de relato apegado a los hechos, narrado de forma seca y escueta como una página de sucesos. Todavía hoy resulta modélica y deslumbrante la planificación de la persecución portuaria, la ubicación de la cámara en el golpe al banco y al Patronato de apuestas, de qué forma utiliza el plano secuencia en el prólogo inicial, la escena del garaje que parece más un acto subversivo al régimen político, o la elegante elipsis durante el encuentro entre José Suarez y María Asquerino.

Se trata de un film de fidelidades y traiciones, el argumento dibuja un definitorio retrato de unos perdedores y sus circunstancias, entre la desconfianza y la fatalidad: desde la ilusión de Jordi “El Picas” (Carlos Otero), un ex convicto que sueña con poseer una masía como en la que trabaja de mozo; reclutado para la banda por su amigo Román (Suarez), que pretende dar un golpe que le sirva para cambiar de vida junto a su amante Marisa (Asquerino); ambos amigos se unirán a dos anarquistas llegados de Francia, el siniestro y malencarado Martín (Julio Peña) y su discípulo Antoine, un atractivo joven que se pierde por las féminas. Un film que interesa más por sus gestos y situaciones que por las palabras, buena prueba de ello es el doble golpe de la banda que monta magistralmente en paralelo el cineasta, que describe las costumbres sociales de la época en un domingo vespertino invernal: las apuestas del 1-X-2 con el fútbol retransmitido por los transistores, por un lado, mientras por el otro asistimos al ajetreo de un elegante “meublé” donde se practica sexo clandestino, desenmascarando la hipocresía de la sociedad de la época.

“A tiro limpio” hace buen uso de los estilemas de la sensibilidad “noire” del “thriller español”: espacios urbanos reconocibles, en este caso, la iconografía de la Ciudad Condal, las sardanas bailadas en la explanada de su catedral, planos exteriores del “Camp Nou”, el mercado del Borne, las mejilloneras del puerto, varias estaciones de metro (Lesseps, Fontana). El empleo de exteriores e interiores naturales, amenizada por una banda sonora de ecos jazzísticos, la fotografía de claros y oscuros en un ejemplar blanco y negro con unas estéticas definidas por la iluminación. El cineasta consigue una notable intensidad psicológica sin estereotipos ni absurdas idealizaciones, de unos ex activistas políticos hartos de lucha, desencantados, que sólo buscan evadirse de la pobreza, sobre todo Jordi y Román. Ambos son dos desheredados que anhelan una vida mejor gracias al dinero fácil. Todo ello conforma los pequeños detalles que otorgan prestigio a esta gran película.
Antonio Morales
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3 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película acaba siendo más de lo que un primer vistazo puede aportar. Junto a una muy competente película policíaca, subyace un realista retrato de una sociedad y además plasma aspectos hoy perdidos de la vida urbana de Barcelona, donde se desarrolla la película, como las mejilloneras de la zona del puerto, los alrededores del Borne o las lavanderías donde acudían las mujeres a lavar.

En cuanto a la trama, muestra como cuatro atracadores planean dar un golpe y, como en tantas películas retirarse. Pero todo está narrado con naturalismo, con buenas interpretaciones y un tono casi documentalista, con una fotografía en un muy contrastado B/N y acompañada de una interesante banda sonora que le termina de dar ese toque de film noir.

En definitiva una más que interesante película que todo amante del cine negro debería ver y que esconde un interesante retrato de la sociedad.
Juan Marey
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