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Una razón para vivir

Drama Cuenta la historia real de Robin (Andrew Garfield), un joven atractivo, brillante y aventurero cuya vida da un giro drástico cuando la polio le deja paralizado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2017
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la historia real de Robin Cavendish, está producida por su hijo y es el primer largometraje que dirige Andy Serkis famoso por dar vida a personajes inolvidables como Gollum de “El señor de los anillos” o César de “El planeta de los simios”.

Un precioso drama romántico de un hombre que logró vivir durante 40 años conectado a un respirador con la ayuda de su mujer y grandes amigos. Andrew Garfield se mete en la piel de Robin que prácticamente toda la película sale postrado en una cama pudiendo solo hablar y gesticular con la cara, un grandísimo papel que podría tener nominación al oscar.

Para el papel de su devota esposa Diana está Claire Foy famosa por interpretar a la reina Elizabeth en la serie de Netflix “The Crown” ofrece una actuación frágil y con mucha sinceridad.

El guionista William Nicholson deja a un lado las cosa negativas, ciñéndose a contar una historia optimista que consigue conmoverte en muchas ocasiones dando como resultado un film elegante y hermoso.

Quizá no sea un trabajo tan serio como el de Javier Bardem en “Mar Adentro” o el de Eddie Redmayne en “La Teoría del todo”porque el tono de la película es más buenrollera de lo esperado. Eso sí puedo decir que al final se me ha puesto un nudo en la garganta y he soltado unas lágrimas.

Me sobra la escena que se quedan varados en un pueblo de Tarragona…
videorecord
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5 de noviembre de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robin Cavendish (Andrew Garfield) es un despreocupado joven que se enamora perdidamente de Diana (Foy). Aún con las suspicacias de la familia de ella sobre su futuro deciden casarse y marcharse en un viaje esplendoroso a África. Tenían toda la vida por delante y Diana le da la noticia de que están esperando un bebé.

Repentinamente, a sus 28 años, Robin se enferma de polio y queda paralizado del cuello para abajo.

Sin escuchar los avisos sobre la inevitable y rápida muerte de Robin, y tras la frustración inicial, ambos deciden enfrentar esa situación para tener una vida juntos y ver crecer a su hijo.

De esa manera los Cavendish inician su aventura en la que además, apoyados por los hermanos de Diana, (Tom Hollander, haciendo papel de gemelos ayudado por la magia digital, lo cual sin duda fue una licencia poética de Serkis) y con la creatividad de Teddy Hall (Hugh Bonneville) implementarán una silla transportadora que ayudará a miles de pacientes paralizados por la polio.

A decir verdad, Una Razón para Vivir es el prototipo de la “feeling good movie”: los actores principales son bellos, las locaciones incomparables, el diseño de producción impecable y la fotografía es dulce; además el tema principal, (la lucha contra la adversidad y el desafío de las posibilidades humanas) es uno de los temáticas consentidas del público. Sí, no hay nada feo en toda la película, es cierto.

Lo que habría que apuntar es que Serkis es muchísimo mejor actor que director. Gracias a él la presencia y la vida de sus más famosos personajes han llenado la pantalla. Todos recordamos su impecable Gollum y su famoso “my precious”.

Sin embargo, acá no logra hacer proyectar por completo a su protagonista esa alma que trascienda la pantalla, lo cual es singular, porque el año pasado vimos a Andrew Garfield en “Hasta el Último Hombre” (Hacksaw Ridge) dirigido por Mel Gibson y su desempeño le valió una nominación a mejor actor protagónico.

Pareciera que las libertades y la enorme creatividad de Serkis, quien ha conseguido a pulso su renombre actoral protagonizando sin que aparezca su rostro real en pantalla en sus creaciones digitales, explotando al máximo su ilimitada capacidad de gesticular y moverse, se vieron demasiado tímidas y reservadas al momento de manejar a sus actores.

El contenido temático de Una Razón para Vivir, ya de por sí, dirige al espectador a la empatía ante la tragedia, y sin duda se espera poder paladear la influencia de Serkis en la actuación de Garfield (máxime si se basa fundamentalmente en sus reacciones faciales) pero eso no sucede en la medida que uno podría imaginar.

Garfield se esfuerza, porque casi toda la película solo puede actuar con su rostro, pero la trama no se inclina por los malos ratos, sino por los triunfos. Dando la impresión de que el objetivo de toda la historia es mantener los ojos húmedos por el legítimo sentimiento de compasión, (regalado por el tema) y dejando de música de fondo hacer vibrar la admiración por la determinación y la gran historia de amor que se presenta. No se tocan otras complicaciones, el dinero no es problema y todo parece resolverse mágicamente, todos los personajes enfrentan todos sus sin sabores armónicamente, casi todo el tiempo.

Obviamente se entiende que la película es un homenaje familiar hacia la figura de Robin Cavendish (El productor es su hijo) y está bien, pero en el trayecto se dejan sin respuesta varias incógnitas sobre la vida de los personajes para presentar solo lo “lindo” “lo sano”, “lo aséptico”. No hay casi lugar para los malos momentos.

Es cierto que Garfield y Foy (quien viene de hacer nada más y nada menos que a la mismísima Reina Isabel II en The Crown) lucen en pantalla, pero la vida de los Cavendish al momento que Robin se libera de la cama del hospital, se va a su casa y comienza a “vivir como cuadripléjico” debió de ser mucho más intensa, entre su relación personal y sus viajes, su empeño en contribuir al bienestar de los demás pacientes con polio y su vida familiar.

Con ello se hubieran podido explorar muchos de los resultados que el tener un enfermo de ese tipo en casa causa en los demás miembros de la familia, sin embargo acá eso es solo una pálida sombra.

Los personajes en la introducción se presentan de manera muy rápida y sin dar tiempo para profundizar en ellos. Luego sobreviene la tragedia de la enfermedad y la amenaza de muerte; pero una vez superados los primeros momentos siempre, el motor es “la adversidad se supera, se quiera o no”.

La enfermedad de Robin pasa de ser una tragedia a un vehículo para montar la historia de “ejemplo de vida”.

En efecto, Cavendish se las arregló para sobrevivir y “tener una vida”, ver crecer a su hijo, viajar, e incluso quedarse en la mitad de la nada en España e improvisar un campamento flamenco…

Al llegar al tercio final de Una Razón para Vivir hay un cambio de giro, en una rápida sucesión transcurren los años. Sin dejar la sensación de “bienestar” de lado, la trama se dirige al deseo de Robin de tener una muerte digna (ha sido el caso documentado más largo de vida prolongada por un respirador artificial)

De esta forma, en medio del intachable buen ambiente que se respira en sus vidas, Diana y su hijo deben acatar al final lo que Robin desea. Y de esa manera, siguiendo de una manera fiel las reglas de protocolo a la inglesa, la decisión de Cavendish se efectúa y en 1994 muere asistidamente.

Al final, Una Razón para Vivir se sostiene por su trama de “superación personal”, su marcado “feeling good” y un poco también por la utilización de “los momentos sensibles”, pero en definitiva esta razón para vivir es un tibio comienzo en la dirección para Serkis.

Escrito por Fabian Quezada Leon
https://cinemagavia.es/pelicula-critica-una-razon-para-vivir/
Cinemagavia
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12 de noviembre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor Andy Serkis debuta detrás de las cámaras dirigiendo a Andres Garfield y Claire Foy en una inspiradora historia de amor y se superación personal. Está basada en un gran historia real y supone la opera prima del joven director.

Cuenta la historia del matrimonio Cavendish, los cuales se enamoraron a primera vista en una fiesta y decidieron desde el principio casarse, pese a la oposición de los hermanos de ella. Se fueron a vivir su vida a África en los años 50. Pero a los pocos meses de estar allí, Robin sufrió un ataque de poliomielitis y quedo paralizado de por vida.

A partir de ese momento comenzó un período de lucha que duró más de 40 años, su esposa luchó para convencerle de que debía seguir viviendo y estuvo a su lado en todo momento, en ningún momento la esposa se hizo la mártir y dejó claro que fue una decisión personal el cuidar a su marido. La película es un relato de amor incondicional y de superación personal.

Es un drama precioso y romántico que gana su resonancia emocional sin aventurarse más allá de los ritmos más familiares. La cinta no cae en una tragedia continua y evita que el espectador entre es un estado de llanto continuo.

Cabe destacar el trabajo de los actores protagonistas. Andres Garfield que pasa la mayor parte de la película moviendo solo la cabeza y la cara, es la actuación más ambiciosa de su carrera. Es una actuación muy amable y da una gran credibilidad a la resistencia de su personaje. Claire Foy también está bastante bien en su papel de madre y esposa, presentando un continua fuerza y un gran valor.

Cuando Robin decide seguir viviendo, intentará hacer todo lo posible para que su calidad de vida se la mejor posible, aunque tenía todo el cuerpo paralizado. Por eso colabora ansiosamente con el inventor Teddy Hall (Hugh Bonneville) para construir una versión móvil de su máquina de respiración que lo libera del dormitorio.

La pareja finalmente disfruta de puestas de sol mágicas en toda Europa, se convierten en padres y lanzan carreras espectaculares como activistas que ayudan a mejorar las vidas de las víctimas de la polio en todo el mundo.

Aunque es una película agradable de ver, quizás se haga un poco larga, y con un poco menos de metraje hubiera sido más redonda. Pero aun así es una cinta recomendable y entretenida.

Lo mejor: La verdad que transmite la película.
Lo peor: Con un poco menos de metraje hubiera sido más redonda .
LASO83
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2 de enero de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apunta a dos cuestiones particulares. Por un lado el fiel reflejo del amor de pareja, genuino e incondicional, atravesando una de las adversidades mas complejas como lo es la cuadriplejia. Por el otro los avances tecnológicos que va consiguiendo el protagonista para lograr una vida mas digna y plena sirviendo de referente para otros pacientes. Emotiva y con un muy bello mensaje. La recomiendo.
Darío Lapicki
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26 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breathe, la primera película con la que se estrena Andy Serkis, es un filme clásico, rodada a la antigua y con intenciones muy optimistas, sobre todo por el mensaje de lucha y abnegación que lanza gracias a la vida de Robin (Andrew Garfield), que quedó postrado en una cama debido a la poleo. Lejos de rendirse, y azuzado por su mujer (Claire Foy), conseguirá sobreponerse a la adversidad, superar barreras que hasta aquel momento eran infranqueables para la época (1960), y luchar no solo por sobrevivir, sino por vivir y disfrutar de la vida como cualquier otra persona. Andrew Garfield, que últimamente parece escoger bien sus papeles, vuelve a cargar sobre sus espaldas la película, como ya hicieran en Hasta el último hombre.

UNA RAZÓN PARA VIVIR viene a ser la Intocable de este año; película perfecta para tratar el tema de la discapacidad severa en clase (ya sabéis, educadores), y disfrutar de un biopic clásico y bien rodado, además de estar interpretado francamente bien por un Andrew Garfield bastante entregado y con la fuerza y empuje de Claire Foy. La ópera prima de Andy Serkis, famoso por sus papeles de Smeagol en El señor de los anillos, o César, del Planeta de los simios, peca de ser lo contrario a lo que él ha sido como actor, que no es otra cosa que riesgo. Narra, eso sí, con gran academicismo una película muy sentimental que logrará, en su última media hora, arrancar más de una lágrima al espectador.

UNA RAZÓN PARA VIVIR viene a ser la Intocable de este año; película perfecta para tratar el tema de la discapacidad severa en clase (ya sabéis, educadores), y disfrutar de un biopic clásico y bien rodado, además de estar interpretado francamente bien por un Andrew Garfield bastante entregado y con la fuerza y empuje de Claire Foy. La ópera prima de Andy Serkis, famoso por sus papeles de Smeagol en El señor de los anillos, o César, del Planeta de los simios, peca de ser lo contrario a lo que él ha sido como actor, que no es otra cosa que riesgo. Narra, eso sí, con gran academicismo una película muy sentimental que logrará, en su última media hora, arrancar más de una lágrima al espectador.
XuCoOo
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