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El violinista en el tejado

Musical. Drama Teyve, el lechero de un pueblo ucraniano, vive feliz con su esposa y sus cinco hijas, todas ellas solteras. Una tarde, mientras hace el reparto, conoce a Perchick, un pobre estudiante de Kiev con ideales revolucionarios. Los dos simpatizan, y Teyve le ofrece casa y comida a cambio de que le dé clases a una de sus hijas. Al mismo tiempo, Lazar Wolf, un rudo carnicero que se ha quedado viudo, pide a Teyve la mano de su hija mayor. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2005
67 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detrás de cada expresión de la vida existen tantas apreciaciones y valoraciones como seres humanos existimos.
La visión de cada una de las personas depende de su cultura, experiencia, de su sensibilidad, de sus predisposiciones y tendencias, de su sabiduría y de tantas cosas más. O simplemente de un momento particular, de un instante en el que directamente, vemos las cosas con los ojos del alma.
No sé si es esto último lo que me ocurrió a mí al ver esta película por primera vez, pero fui capaz de apreciar en ella tantas cosas......................
Las escenas musicales son soberbias, con una banda sonora excepcional, de la que algunos temas, son ya parte del elenco de clásicos musicales del cine.
En cuanto a su contenido humano, es infinito, y de esa gama de emociones, vivencias y sabiduría existencial que despliega, lo que a mis ojos es revelado, es simplemente magnífico.
Sus personajes, adorables algunos de ellos (como el protagonista por ejemplo), son como arquetipos perfectos, sus planteamientos existenciales, la conciencia, el destino, Dios, los golpes favorables y desfavorables y frente a ellos el ser humano como un violinista sobre el tejado. “Cada uno de nosotros es un violinista en el tejado que intenta ejecutar una tonada grata y sencilla, sin romperse la cabeza.”
¿Qué es lo que nos permite mantener el equilibrio?
Magistral metáfora, ¿qué más puedo decir?...

Oso Blanco.
Oso_Blanco
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12 de febrero de 2009
55 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un violinista en el tejado. Parece cosa de locos, ¿eh? Pero en nuestro pueblecito de Anatevka puede muy bien decirse que cada uno de nosotros es un violinista en el tejado que intenta ejecutar una tonada grata y sencilla sin romperse la cabeza. No es fácil, no. Tal vez me dirán ustedes que por qué nos subimos ahí si eso es tan peligroso. Pues si subimos es porque... Anatevka es nuestro hogar. ¿Y cómo guardamos el equilibrio? Puedo decirlo en una palabra: ¡¡TRADICIÓN!!"

Así comienza este musical, obra maestra, con las palabras de Tevye dirigiéndose al espectador al cual hace cómplice de sus reflexiones a lo largo de la peli. Las tradiciones van cambiando poco a poco con cada nuevo casamiento. ¿Pero hasta qué punto? Aaahhh!!! Tenéis que ver la peli para descubrirlo.

Lo mejor de la peli (a parte de los números musicales) son las conversaciones que Tevye tiene con Dios y las cavilaciones que hace antes de cada matrimonio sopesando los pros y los contras. Este musical ganó tres Oscars (sonido, fotografía y banda sonora) y su argumento se reduce a temas tan conocidos como el amor, la familia y la fe. También se habla de los valores humanos, la opresión, la tradición, el orgullo, la dignidad, etc.

Respecto a los actores, el mejor sin duda es Topol, el que interpreta a Tevye. Tan simpático y campechano y con esa forma de dirigirse al público se mete a los espectadores en el bolsillo. Crea una complicidad con el espectador que hace que uno enganche a la película desde el principio.

La música es espléndida. A veces, con ritmo judío. Otras, al son del violín. Y es destacable la mezcla de música judía y rusa durante los festejos de la boda. Ah, y por supuesto esa maravillosa canción que a todos no suena... "If I were a rich man..."

Creo que este es el tipo de musical que gusta tanto a los amantes de los musicales como los que son reacios a este género. Por cierto, si la veis ha de ser con subtítulos para que os enteréis de la letra de las canciones ya que todas ellas forman parte del argumento y sirven para conocer las motivaciones de los personajes. Quizá el metraje es desmesurado, pero a mi no me importó. Vi la película con muchísimo interés y no me aburrió en ningún momento.

Totalmente recomendable!

Saludos!!
Ana Cervantes
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11 de septiembre de 2007
36 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las que ya no hacen. Musical al estilo más clásico y teatral, con excelentes interpretaciones y voces que hacen que cada personaje tenga su razón de ser. Todos importantes, todos brillantes. Un banda sonora que hizo historia y una historia que contar irrepetible.
A pesar de las numerosas películas sobre éxodos judíos a las que nos tiene acostumbrado Hollywood (¿por qué será?), El Violinista en el Tejado plantea mucho más que los conocidos problemas que sufrió un pueblo; más allá de eso, lo que da fuerza y argumento a la película, es el reflejo maravilloso de las relaciones familiares, los conflictos generacionales y la lucha eterna de los principios y tradiciones contra los cambios que se producen en el mundo... y cómo el amor es capaz de vencer las dificultades. :-)
Scullymart
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3 de noviembre de 2008
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL VIOLINISTA EN EL TEJADO es de ese tipo de películas en las que, de tanto en tanto, alguno de los personajes interpela al espectador. Así, Chaim Topol, que no se parece en nada a Ringo Starr y que ejecutó a la perfección su papel de sufrido lechero en la cinta de Norman Jewison, en alguna ocasión durante el metraje nos hace un guiño simpático o nos pide un guiño simpático.
Con el trasfondo de otro éxodo y de otra persecución, EL VIOLINISTA EN EL TEJADO nos habla de las penurias y de las alegrías cotidianas de los habitantes de Anatevka, una pequeña aldea judía inmersa en la Rusia de los zares.
Adaptación para la gran pantalla de un éxito teatral de Broadway, ha de anotarse en el haber de EL VIOLINISTA las extraordinarias interpretaciones de los protagonistas, una magnífica banda sonora en la que se percibe la mano mágica de John Williams, un luminoso sentido del humor que consigue que el público se olvide de la tragedia subyacente y una dirección inmaculada que casi cuarenta años después nos sigue haciendo bailar, cantar, sonreír y padecer.
Y es que..., como dice el Libro Sagrado, el paso del tiempo sólo puede magnificar el estruendo de las más poderosas obras de arte.
PROT
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9 de enero de 2019
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primeramente quiero decir que no debéis hacer ningún caso de la crítica que realiza El País y que se ve al inicio de esta ficha. Eso de que es una película pesada de judíos cantarines es una absoluta chorrada.
Estamos, en mi opinión, ante otro de los grandes musicales de la Historia. Con una trama que tiene enjundia, nos cuenta la historia de un pobre lechero judío, padre de cinco hijas casaderas, que vive en una remota aldea de Ucrania, en 1905.
Allí conviven una pequeña comunidad judía con otros gentiles, más o menos de manera pacífica, aunque sin mezclarse entre ellos.
Toda la historia nos la cuenta Topol, el protagonista, quién en sus reflexiones dirigidas a Dios, nos hace partícipe de sus preocupaciones por lograr un buen matrimonio para sus hijas que les saque de la miseria y, como buen judío, nos advierte de la razón que ha hecho posible que su comunidad haya pervivido durante siglos, en unos entornos tan hostiles hacia ellos, logrando no caer del difícil equilibrio de la convivencia y la preservación de su identidad y religión en un mundo ajeno para ellos.
Y la razón no es otra que..., mantener la Tradición. Así, la película nos muestra los denodados esfuerzos que realiza nuestro pobre lechero, porque todo funcione a la manera que durante siglos ha funcionado. Pero todo le sale rana. Las hijas, poco a poco, le irán rompiendo sus esquemas cuando se vayan enamorando de quien no procede, haciendo que sus queridas tradiciones se vayan al carajo, teniendo que amoldarse al mundo que está por venir.
Tenemos pues, un retrato de costumbres soberbio, con mucho sentido del humor, además de unos magníficos apuntes de la situación social de la Rusia zarista, cuando ya soplaban los vientos de la revolución bolchevique y un nuevo éxodo judío estaba por llegar.
Todo esto nos lo cuentan de una manera que, repito lo dicho más arriba, a mí no se me hizo pesada en absoluto. Es más, los monólogos que Topol se casca, me resultan de lo más interesante ( es un lechero muy filosófico ), compartiendo con nosotros esa sabiduría llana y popular, llena de humor, del hombre viejo y pobre, pero lleno de experiencia.
Y ahora sí. Vamos a hablar de la excelente música. Con unos números musicales estupendos, perfectamente integrados en el argumento del film, no podría mencionar sólo uno, nos transporta a esa lejana época y a esa cultura, haciendo que tengamos una película ( por su tema), muy poco vista y una música que penetra en el corazón y permanece en el recuerdo para siempre.
Ésta, aún siendo una de las grandes del género musical, observo por los votos recibidos que no ha sido muy vista y me parece una pena. A los amantes de este género y también a los demás por qué no, se la recomiendo vivamente.
Eso sí. Insisto, como insisto con todos los musicales que la veáis con las canciones subtituladas. Son una parte muy importante del argumento y si no, vais a mutilar gran parte del film.
Izeta
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