Un buen hombre

Película bien estructurada. Ritmo in crescendo, intensidad progresiva, estructura compacta, bien pensada (aunque no original).
Tristán Ulloa, a mi ver, magnífico (actor impactante, polifacético); Emilio Gutiérrez Caba, flojo (sobreactúa, no parece real).
Buena reflexión sobre los lazos sociales y sus consecuencias en la práctica de la vida, una vida estructurada sobre reglas y leyes que, se nos repite, han de ser seguidas para el buen funcionamiento de la vida colectva. La excusa: el mundo universitario (las influencias que se generan en los pasillos de los departamentos) y el funcionamiento de la ley (a menudo lo que la ley busca no es el delincuente, sino un confesor).
pegas: 2 escenas que podrían habese fácilmente suprimido (ver abajo).
Por lo demás, es una peli buena, demuestra que ha sido hecha con oficio, por amantes y conocedores del cine negro.

Floja y sobre todo inverosímil historia la que el director Juan Martínez Moreno nos quiere vender. Me imagino que es en películas de este tipo (thriller) donde el espectador debe de exigir una historia con algo de credibilidad. Donde las escenas tengan una concordancia con la vida diaria. Si el guión es un conglomerado de situaciones rocambolescas lejanas a la realidad el espectador se evade de la historia y la tensión desaparece. Y eso tarda en pasar más o menos cuarenta minutos. A partir de entonces la película va a la deriva, sin pulso y sin fuerza. En definitiva, como thriller no vale un pimiento; y es una más que se suma al querer y no poder. Aunque yo no tengo claro si realmente querer, querían hacer algo, porque si fuera así, más les hubiera valido tirar el guión y empezar de nuevo.

Existe, eso sí, un motivo de disfrute, de máximo placer, que no es otro que ver la soberbia actuación de Emilio Gutiérrez Caba.

Con varios altibajos de ritmo a partir de la segunda mitad del metraje, así como algunas situaciones que no logran apartarse de los tópicos (mil veces vistos) y que pueden provocar cierta sensación de sonrojo en el espectador en esa segunda mitad, "Un buen hombre" queda grabada en la retina del espectador gracias al excelente duelo interpretativo que sostienen sus dos máximos protagonistas masculinos: un Tristán Ulloa contenido, frío, distante y espléndido, y un Emilio Gutiérrez Caba arrollador, verosímil, emotivo, impresionante (como debe ser norma en un intérprete de su talla). Ambos logran que esos momentos en los que el guión se desliza (involuntariamente, me inclino a pensar por ser un poco benévolo) no pierdan interés y la propuesta se cierre con resultados dignos, aunque los constantes "dejá-vu" puedan arruinarle su visión a más de uno.
Si algo ha de quedar de cara a la futura temporada de premios son, desde luego, las actuaciones de Ulloa y Gutiérrez Caba.

Película interesante, engancha, y es un indicio claro de la evolución positiva del cine españo, si bien todavía le queda camino por recorrer, pero, se ve la luz.
Comete algunos errores, los de siempre, pero ya se nota un cambio, una evolución, enfin que vamos por buen camino.
Buenas interpretaciones y muy creible.

Bajo mi criterio 6.4 sobre 10.

Todos los pasos están medidos. Las angustias concentradas. Lo negro del cine fluye lentamente pero sin descanso, bajo una fotografía excelente y una producción sonora que da escalofríos: música, silencios, lluvia.

Tristán Ulloa y Gutiérrez Caba son abogados, profesores de Derecho, perfectamente adaptados a la sociedad; además son católicos practicantes, buena gente, y uno ayuda al otro a conseguir una cátedra. Una cotidianidad que no va a romperse nunca, pues todo lo que la historia desarrolla es otra cosa, un material oscuro que se va iluminando: un cambio en la buena gente, una criminalidad jamás pensada, y más aún la indiferencia como una monstruosidad con la que van a intentar vivir.

El personaje de Tristán Ulloa, que éste interpreta extraordinariamente bien, asume un proceso en el que paulatinamente se va encontrando con otro hombre dentro de sí. Y no le disgusta nada: un hombre al margen del mundo.

Reparto óptimo en pequeños papeles. Nathalie Poza está admirable como alguien que se niega a comprobar la falsedad de lo que ama. Alberto Jiménez complementa como un tipo decididamente perverso, sin subterfugios. El único honesto en un mundo bien organizado que se supone justo entre los justos, el mundo del Derecho.