La calle de los conflictos

El petreo Randolph Scott se debate entre las atenciones de las bellísimas Ann Dvorak y Rhonda Fleming en un western de pura serie B, la especialidad de su amigo, el mediocre Edwin L. Marin. Un western sin muertos y con mucha comedia y amoríos que no deja ninguna huella, ni lo pretende. Pequeño papel para Lloyd Bridges.

Como western funcionan los números coreográficos y los cantos country, Ann Dvorak magnifica en ese aspecto, graciosa, rayada, su contraparte una modesta Rhonda Fleming desaprovechada, tierna, por otro lado, tenemos a los galanes el mariscal ludópata Randolph Scott y el líder colono Lloyd Bridges, los malos son todo el pueblo que hacen de Indios y no los quiere, los ganaderos guiados por Howard Freeman y los pueblerinos guiados por el dueño del bar Richard Hale, este último hace un papel destacable, como instigadores y saboteadores, más que todo es un thriller psicológico.

Mi versión colorizada me deja apreciar mejor su formidable escenografía de pueblo progresista, ganadería, iglesia, salón, ferrocarril, carretas. ¿Ahora, alcanza?, pues no.

La película es básicamente el enfrentamiento del comisario de pueblo (Randolph Scott), con los ganaderos que dominan toda la comarca, incluido la ciudad de Abilene.
Lo único aceptable y divertido del film son dos cosas: Los números musicales del saloon, y el granuja y jugador empedernido del shériff del condado.

En este film en el que no aparecen indios, tenemos tiroteos varios y personajes con poco cerebro. Todo ello sacado de un torpe y mediocre guión, fruto de una época en que todo era licito y el espectador se tragaba las secuencias más ilógicas y peregrinas con la boca abierta de admiración, más el paso del tiempo ha convertido este western de serie B en un fósil.

El film se va desarrollando de manera cansina pero también tiene elementos positivos, unos bellos exteriores y unos personajes humanos.
Conclusión: Western en B/N muy y muy menor, un 3 por el encanto de las películas de los años dorados de este género.

"- Sí señor, yo le atraparé.
- Pero hombre, si es un asesino, no podrás con él.
- Pero bueno, ¿qué te crees que soy, una abejita?
- Lo tienes todo menos el aguijón".

Mediocre western dirigido, como en él era norma de la casa, sin imaginación ni inspiración alguna, por Edwin L. Marin.

Es modesto en su ambición, aunque tiene muchos intérpretes y extras. Y es movida, pero resulta insuficiente para que sea recordada más allá del momento de su visión.

Lo único bueno que tiene, junto con el buen plantel de "secundarios", donde brilla una vez más Edgar Buchanan, en el papel de sheriff cobarde, y el aquí joven Lloyd Bridges, es los buenos diálogos relacionados la jovencísima Rhonda Fleming.

Por lo menos, la peli va de menos a más.

Y es que la primera mitad no puede ser más sosa. Ritmo lento, apenas algún suceso feliz. Algo insulsa en líneas generales, y más canciones a cargo de Ann Dvorak de las que se debería permitir en un western que no sea un musical.

Sin embargo, hacia la segunda mitad, el western más o menos férreo se presenta y comienza a interesar, y sin ser nada especialmente buena, sí que cumple con su función de entretener. Hay espectaculares escenas de estampidas (provocadas por los vaqueros, que aqui son los villanos), que a su paso arrasan con inocentes colonos, aplastándolos sin piedad.

Por ello el sabor final es aceptable y se llega al aprobado.

Pero es una peli mediana, que no contribuyó precisamente a aumentar la calidad del género.

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