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Vete a saber

Comedia. Drama Narra el regreso a Francia de una actriz de teatro que se había refugiado en Italia para olvidar sus problemas personales. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los títulos de crédito (blancos) sobre una sobria pantalla en negro, escuchamos un piano en directo con sonido ambiente. Parece ser un aula, pero aún nos falta información para saber que será el piano que una hora después veremos en las clases de danza que da Sonia (Marianne Basler). La música desaparece de escena durante el resto de la función (150 minutos en España o 220 minutos el montaje final estrenado en Francia) hasta que cae el telón y escuchamos la canción “Senza Fine” (original de Gino Paoli -y que siempre me traslada a mis impúberes veranos- interpretada para esta ocasión por Peggy Lee), con la que Rivette se befa (no sé si de él mismo o del espectador) del “problema” que parece tener con el reloj.

La ausencia de música podría ser algo anecdótico (puesto que ya son muchos los directores europeos que se han sumado a esta iniciativa de rodar sin música, exceptuando la diegética, como protesta a la burda injerencia de la música que hoy día tenemos que aguantar) pero Rivette será uno de los primeros en hacer uso de la ausencia musical.

Paralelamente a la obra de teatro (“Come tu me vuoi” de Pirandello) que se representa, surge bebiendo de la propia obra, la incertidumbre de Camille (Jeanne Balibar). El regreso después de tres años de Camille a París (lo que conlleva enfrentarse a su anterior vida y por ende a su ex-pareja Pierre (Jacques Bonnaffé) y los temas recurrentes en Rivette (teatro y libros) son los encargados de ir bordando esta comedia con tintes dramáticos (y esperpénticos) sobre el cruce de personajes e historias. Hace gala el francés, de su capacidad innata para ir desgranando el argumento al mismo tiempo que consigue enriquecer a los personajes con el paso del metraje. Para mí es sorprendente que hoy en día, películas de más de dos horas no caigan en lo reiterativo ni en las explicaciones forzadas. Tenemos una obra de gran empaque, donde no me sobra casi nada pero si me falta más mala leche en sus personajes.

Rivette dijo una vez que él siempre se proponía hacer películas de hora y media, pero que luego... ahh, luego... la libertad y la improvisación hacía que cantara eso de... “reloj, no marques las horas... porque voy a enloquecer...”

Sea medio improvisado o todo una falacia, el elenco de actores no sólo está a la altura del proyecto, sino que la supera con creces. Cada actor sabe naufragar con los distintos géneros que el director le propone. Quizás Bruno Todeschini desentone un poco, pero más que por demérito suyo habría que atribuirlo al enorme acierto del resto del reparto.

Al final, el teatro dentro del teatro, y una bonita alegoría que, tal cual nos canta Peggy Lee, nada acaba si uno no quiere.
Chagolate con churros
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26 de abril de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jacques Rivette es uno de aquellos críticos de Cahiers du Cinema que decidió hacer cine para pasar de las palabras a los hechos. Vete a saber es una comedia de enredo y de relaciones humanas y amorosas en la que el teatro es la parte central del argumento y participa de la propia construcción cinematográfica.

Historias de amor erosionadas por el tiempo y la rutina. Antiguas parejas que no desarrollaron todas sus fantasías. Nuevas aventuras de corto recorrido. Morbosas y extrañas experiencias. Atracciones que arden y se apagan cual cabezas de cerillas. Todo sucede en poco tiempo para volver a la paz y el sosiego de la relación estable y el aburrimiento.

El academicismo de Rivette aporta limpieza, profesionalidad y orden a su película. Por contra, se ve, tal vez es la intención del autor, que todo transcurre en un escenario, transmitiendo cierta frialdad y haciéndonos espectadores y no partícipes de la trama.
Sergio Castellitto nos acerca, con su calidez, al personaje que interpreta. En cambio Jeanne Balibar hace que el suyo (histérica chirriante) sea inalcanzable y a veces inconcebible.
Sinhué
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6 de enero de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida como un gran vodevil (con puertas que se abren y cierran continuamente, equívocos, confusiones y demás monerías). Todo es teatro y actuación. Somos comediantes desvalidos, superados, frágiles y perdidos, peleando amores y rogando cariños. En un continuo rifirrafe, tenue y sutilmente patético.
Una actriz francesa que vuelve a casa, a París, a interpretar una obra italiana, de Pirandello, dirigida e interpretada por Castellitto, su compañero (en todos los sentidos). Ella busca un antiguo amor. Él una obra perdida de Goldoni, el gran autor italiano. Una serie de encuentros y desencuentros, de infidelidades, vaivenes sentimentales y mucha finura.
Se trata de quitar peso, de retratar nuestra levedad fundamental, nuestra falta de contenido y ridículo constante; que ni podemos aspirar a ser malos, de puro banales. Una mirada lúcida, distante e irónica para hablar de cómo nos buscamos, enredamos y desesperamos. Sin juzgar, sin criticar, comprendiendo a todos, riéndose, con cariño, de todos.
El peligro está en la pedantería, la superficialidad y la tontería. Varias veces coquetea con el artificio autocomplaciente y hueco, con la bobada cargante, pero lo evita, hay un humor salvador, una ligereza educada, civilizada y, en el fondo, profunda, que armoniza unas ocurrencias a veces demasiado absurdas.
No llega a mayores por la falta de pegada y riesgo, pero es una obra valiosa por ser tan poco habitual la elegancia, por evitar el melodrama, en las películas que hablan de relaciones sentimentales, por no ir por el camino trillado del efectismo y la tensión amorosa más obvia.
Un juguete cultural, liviano, apreciable y apacible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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16 de mayo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película que veo de Jacques Rivette. Debo reconocer que era una cita largamente postergada, más que nada por la ingente cantidad de minutos que suelen adornar los films del director francés. No cabe duda de que su notoriedad como cineasta siempre se ha visto perjudicada por este hecho, de ahí que siga siendo probablemente, el director más desconocido de la Nouvelle Vague. Entono el "mea culpa" por la contribución. Quizá por ello y aunque no sea un verdadero sacrificio, expío en cierto modo mi pecado a través de esta crítica. De todos modos, como buen amante del cine francés que soy, era un director que no me podía pasar desapercibido por más tiempo. Eso sí, para mi primer enfrentamiento escogí esta película de 2001 que "tan solo" dura 154 minutos, una de las más livianas. Por eso, y porque me llamó la atención el colorido diseño de su cartel, todo hay que decirlo.
Al grano. La película me atrapó casi inmediatamente, y no sólo porque arranca en un teatro, que también, sino sobre todo por la maravillosa presentación del personaje interpretado por Jeanne Balibar. Primera sorpresa: Rivette, de quien ya sabemos el tiempo que se toma para contar sus películas -aunque no las hayamos visto- no pierde ni un solo segundo en comenzar a dibujar el personaje de Camille, y lo hace de manera brillante. Son siete los personajes que tienen en mayor o menor grado peso en la historia, y todos ellos se perciben auténticos, interesantes, realmente originales, lejos de estereotipos acartonados. Ahí radica para mí la mayor virtud de la película, junto con un guión que mantiene el pulso hasta el final, que no se tambalea, por mucho que a Rivette -según dicen- le guste improvisar. A esto sólo queda añadirle, cuando menos, el oficio que se le presupone a un director con más de una veintena de trabajos a sus espaldas, lo que traducido a minutos... Por cierto, no deja de tener su gracia el hecho de que Rivette cierre su obra con el clásico de la música italiana “Senza fine”, último toque del peculiar sentido del humor que el director francés exhibe a lo largo del film.
El título que he elegido para la crítica es una frase pronunciada por Ugo, el personaje al que da vida Sergio Castellitto, la cual hago extensible a la propia película de Rivette, director al que a partir de ahora prometo abordar con otro ánimo.
kinjarris
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23 de febrero de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando afrontas esta película puedes dudar de la consistencia del argumento, de las lagunas en el "tempo" narrativo y de la solidez de la historia como tal.El espectador saldrá de dudas de forma rápida , cuando la magistral interpretación de este reparto de lujo y el no menos delicado guión mecen al espectador en una comedia romántica de superlativa calidad y equilibrio, desde el principio hasta el fin.
Más que recomendable, imprescindible.
Jose Carlos
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