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La chica del 14 de julio

Comedia Hector se cruza con Truquette en el Louvre el 14 de julio y, desde entonces, no piensa más que en ligarla. Lo mejor sería llevarla a ver el mar. Pator piensa lo mismo, sobre todo si les acompaña su amiga Charlotte... Cortejados por el inevitable Bertier, allá van por las pequeñas carreteras de Francia, país donde nadie tiene ya ni un céntimo. Estamos en plena crisis. Hay que lograr que los franceses vuelvan a trabajar. Para ello, el ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2014
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy tan cansada de esta historia que te intentan vender los expertos críticos que trabajan dando su opinión con pensamientos escritos porque donde ellos ven ironía, mordacidad e ingenio yo únicamente veo memez, tontería y aburrimiento, un eterno letargo de martirio y pesadez.
Escriben de este cansino, penoso Benny Hill francés que es divertida, hilarante, libre y atrevida, un irreverente trabajo delicioso que plasma con alegría y sin ataduras la actual situación social, político y económica que vivimos.
Yo sólo se que terminar su visión ha sido una larga pesadilla sólo soportable por el placer de expresar mi tortura silenciosa en estas, siempre sinceras, palabras que representan mi subjetiva opinión.
También advierten que hay muchas referencias locales que pueden impedir su venta y aceptación fuera de su bella tierra, indiscutible alegato que no puedo negar aunque tampoco puedo afirmar con rotundidad segura que haya sido el único motivo de mi agria decepción, de mi sonámbula letanía y mi devastadora sensación de..., oh por Dios!, que rollo, que tostón, que tomadura de pelo y pérdida de tiempo!, que charlotada!, donde insulto al propio Charles Chaplin al usar su seudónimo como referencia.
Hay películas que calan-otras que rebotan, unas de recuerdo inolvidable-otras de fastidio perdurable.
Yo se que me ha tocado a mí esta vez, espero que tú hayas tenido más suerte y hayas sido agraciado con un filme inteligente de visión fresca y audaz.
Yo me quedé en el lado opuesto.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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19 de julio de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cosa va así: Hace unos días, el calendario indicaba que por fin había llegado el 14 de julio, es decir, la fiesta nacional por excelencia de la nación por excelencia. Francia engalanada, es decir, París ("y diez más") recubierta de banderas, adornos tricolores y otras milongas conmemorativas. Viva la pompa y el despilfarro... y ya lavaremos mañana. Todo alegría, todo cánticos y vítores lanzados al aire. Lo mismo que mirarse al espejo y magrearse las partes nobles, pero a nivel masivo. Visto ahora, es decir, casi una semana después y con la cabeza un poco más fría (y sin olvidar que estamos en el año 2014... siglo XXI, vaya), parece que esta orgía nacionalista sea una pieza de museo que se resiste a ser descatalogada. Porque admitámoslo, lo del fervor patriótico es muy del siglo XVIII, a lo sumo del XIX, en cualquier caso, no de esta época. No de la nuestra, vaya. Pero ahí estaba el mundo (y quien esté libre de pecado...), incluido François Hollande, quien al igual que todos sus antecesores en el ilustrísimo cargo de Monsieur le Président de la République, no desaprovechó la ocasión para darse un baño de multitudes.

Porque la cosa va así: Por muy jodido que esté el panorama (y para François desde luego lo está... más allá de sus garbeos post-tour en motocicleta, claro), siempre queda la opción de cubrirse, de pies a cabeza, con la banderita; de saludar a las tropas con toda la solemnidad del mundo, de desfilar elegantemente por los Campos Elíseos en un cálido y soleado 14 de julio... y esperar a que la popularidad remonte. Easy. Porque admitámoslo, no hay mejor día en todo el año que el 14 de julio. La razón es sencilla: en ningún otro momento sale tanto a relucir lo cutres, lo casposos y, en definitiva, lo horteras que somos todos. En el fondo, es muy gracioso. Tanto, que sólo podría serlo más si a Dios nuestro señor le diera por apretar el botón de Fast Forward de su mando a distancia, para que estas tan esperadas 24 horas se convirtieran en 12, o mejor, en 6... o mejor aún, en un puñado de minutos. Así todo se vería de forma aceleradísima, y las largas caminatas de los mandatarios se convertirían en los 100 metros lisos, y los himnos tan solemnes en un tonto estribillo entonado por un coro de voces de pito. La ostia. La cámara rápida es, indudable y objetivamente, la puta ostia.

Llegados a este punto de la reflexión, te acuerdas de que ya va siendo hora de que hagas algo con tu vida... o mejor dicho, de que este mundo de mierda te permita hacer algo con tu vida. Lo de hoy en la oficina de empleo ha sido un drama: Resulta que no puedes aplicar para ningún trabajo porque el sistema informático requiere un contrato de alquiler (o en su defecto, una prueba documental de propiedad inmobiliaria) que desde luego no tienes. ¿Y por qué?, porque al no estar integrado en el mercado laboral, ni Cristo te deja poner los pies en su maldito apartamento. Lo más jodido es que no puedes culpar ni al empresario ni al arrendador. Al fin y al cabo, ''la cosa'' está así de jodida... no se puede señalar a nadie en particular. De modo que a apechugar. Lo bueno de tan deplorable situación, es que tus vacaciones siguen prorrogándose un poquito más. Al menos hasta donde aguante la cartera... Lo malo es que, en una medida de extraordinaria extraordinariedad, el gobierno ha decidido suspender las vacaciones oficiales de verano. Operación entrada drásticamente adelantada; colapsos garantizados en 300 kilómetros a la redonda. Interminables colas de choches desde París hasta Versalles. Nos han jodido. Una vez más. Y a partirse.

Entonces, después de cuatro horas sin moverte en el embotellamiento, caes en la cuenta. Por fin. "Detrás de cada verdad, hay otra." Mires donde mires; te fijes en lo que te fijes, todo parece estar mal colocado; todo parece estar mal construido. El engranaje resultante es un monstruo deforme que chirría y amenaza constantemente con venirse abajo. Y aun así, el muy cabrón aguanta. Quizás porque su función no ha sido nunca la de funcionar correctamente. Espera, ¿y si el objetivo de todo este grandioso percal no fuera otro que el de divertir a los cuatro privilegiados sentados en una trona lo suficientemente alta como para que la mierda no les salpique? Recuerden la norma sagrada: ''Es gracioso si no me pasa a mí.'' Y en efecto, es tronchante si uno sabe poner de por medio la distancia necesaria. A veces sucede que estás tan cerca que pierdes la perspectiva. Siguiendo con esta misma lógica, otras veces, sucede también que la broma es tan grande que el asunto deja de depender de las meras distancias. El primer (y genial, vaya esto por delante) largometraje de Antonin Peretjatko tiene como principal objetivo el de desenmascarar la gran farsa (y pasarlo bien a su costa) en la que vivimos, o si se prefiere, dejar al desnudo, sin concesiones que valgan, el absurdo en el que nos rodeamos... Y de paso, burlarse un poco de nosotros, por qué no decirlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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30 de octubre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un estilo fresco y desenfadado ésta genial ópera prima nos muestra un inteligente y crítico retrato social a partir de situaciones tomadas del absurdo (tan grotescas como fascinantes) que aunadas a sus relajados protagonistas nos llevan por un viaje cinematográfico que es totalmente disfrutable; aunque sólo puedan conectarse aquellos abiertos a una buena dosis de libertad creativa. Su ritmo y el espíritu lúdico evidentemente influenciado por los maestros de la Nouvelle Vague permite que temas como el amor a primera vista, el desinterés colectivo, la juventud sin rumbo y las crisis económicas convivan y generen un material completamente original y que deja con una gran sonrisa. Una propuesta muy interesante, bellamente dirigida y actuada, que transmite una sensación de espontaneidad que inspira, es una celebración de cine que invita a pensar, a reír y a crear.
Carlos Ceballos
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14 de julio de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coincidiendo con las fechas en las que se celebra la fiesta nacional francesa, y un año después que viese la luz en tierras galas, se estrena en España La chica del 14 de julio, una película que en su título y primeras escenas puede parecer como la típica comedia romántica de amor a primera vista y demás chorradas, pero en realidad su cometido dista bastante de este planteamiento. Sí, existe un punto de partida como es el interés que Hector y Truquette comienzan a sentir el uno por el otro (no me atrevo a llamarlo flechazo por las características tan empalagosas que subyacen a ese vocablo) y a partir de ahí se desarrolla la línea argumental de la obra; sin embargo, cualquier rastro relacionado con la típica línea cómico-romántica que engalana la filmografía francesa más conocida de los últimos tiempos, queda guardado en el cajón.

El responsable de tal película se hace llamar Antonin Peretjatko, el cual firma aquí una ópera prima alocadísima en concepto y ejecución. El tono paródico y satírico es evidente desde los primeros fotogramas, cuando vemos a Sarkozy y Hollande, respectivamente antiguo y actual presidentes de Francia, asistir al desfile del 14 de julio mientras suena una música un tanto bennyhillesca y la velocidad de la acción se multiplica recordando al cine mudo y las grotescas zancadas de sus protagonistas. Con semejante inicio sólo se puede presuponer que lo que viene después no va a ser ni de lejos tan estrambótico, pero craso error: el tono burlesco de la película sólo es comparable a su montaje rápido y certero, que en ocasiones asfixia hasta tal punto que la película oscila entre la genialidad y la simple tomadura de pelo.

Esa despreocupación por el ridículo que existe en La chica del 14 de julio se extiende a muchos aspectos de la obra. El uso que se hace del color es abusivo, lo que contribuye a realzar todo ese clima de chiste que en ocasiones da paso a una negrura bastante peculiar. Por supuesto, casi ningún hombre o mujer del reparto escapa a estas pretensiones, más aún, existe una historia paralela de dos amigos pijos que es el súmmum de lo hilarante. Incluso podemos notar unos cuantos fallos de raccord que a todas luces son puramente intencionados, quizá como un homenaje a los inicios de la nouvelle vague. Aquí podemos enlazar un nexo de unión entre aquella corriente cinematográfica y el papel de Peretjatko en una nueva generación de cineastas franceses, tal y como aseguró Cahiers du Cinemá en abril de 2013.

Si la misma revista que parió a varios de los directores franceses más grande de la historia otorga un calificativo así a Peretjatko es que éste debe haber hecho algo bien. Uno no es tan francófilo como para desgajar de manera más o menos profunda la posición de los franceses respecto a que la fiesta nacional patria homenajee un acontecimiento tan singular como la toma de La Bastilla, teniendo en cuenta todo lo que se desencadenó a raíz de ello (brutales las referencias a la guillotina que vemos una y otra vez en el filme), pero no hay que ser tan perspicaz para percibir el humor tan ácido que rodea al contexto de crisis económica actual, algo que se puede apreciar una y otra vez en la película, desde la oficina de trabajo temporal hasta la peculiar situación laboral de alguno de los personajes, pasando por el uso tan burlón como meramente pintoresco que se hace del dinero en la cinta.

En La chica del 14 de julio la acción va saltando de un lado a otro sin motivo aparente y sin que ni siquiera un nexo de unión sirva como excusa, pero es innegable que en su conjunto la película tiene un sentido propio como es el de la representación en clave de humor sobre diversos temas, respecto a los que el ciudadano de pie ya no puede hacer sino reírse por no llorar, en relación a esa desafección política que parece extenderse por Europa. Una sátira, en definitiva, que para algunos estará muy pasada de rosca y para otros se convertirá casi en una obra maestra, como suele suceder con este tipo de películas que, más allá de su resultado final, intentan ofrecer algo diferente, fresco y alejado de complacencias.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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18 de julio de 2014
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se pregunta necesariamente si es suficiente juntar algunas frases interesantes que se tomen en solfa los problemas de hoy para que ello constituya una buena película. Es obvio que la respuesta es no. El buen cine es algo más. La buena comedia es mucho más que divagues sin ton ni son. Aunque en esos momentos se vislumbre una crítica a la sociedad. Parece que se tienen algunas ideas pero eso no cuaja en una película. Por eso la rellenamos con otras cosas para completar 88 minutos y que pueda llamarse un largometraje y le decimos al público que se tiene que reír.

Es lamentable pero como en los años 50 esto es cine clase B. Como tantas películas que incluso llegan a la cartelera. Que tienen grandes pretensiones pero se quedan en muy poco.

Consejo: No vale la pena verla.
GustavoAntonio
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