La boca del lobo

Al poco de nacer Sendero Luminoso, el ejército peruano asumió el control de las ‘Zonas de Emergencia’ y en algunos lugares la seguridad nacional se convirtió en asunto psicópata.
En terreno extraño, los destacamentos eran golpeados con astucia y ferocidad por una guerrilla invisible. La respuesta rabiosa, excesiva, caía sobre los campesinos indios, que sufrieron cruel abuso de ambos lados.

“La boca del lobo” lo trata a pequeña escala en el poblado de Chuspi (Ayacucho, Sierra Central), donde se acuartela una quincena de militares. En la variedad del grupo se encuentran —bien dibujados los tipos— el recluta ingenuo e idealista, el oficial escrupuloso y cumplidor, el soldado vil, el suboficial prudente y, por último, el teniente fanático, trastornado (Gustavo Bueno lo interpreta con carisma).
El microcosmos se ve poco a poco regido por una combinación de testosterona, alcohol, bajeza y apelaciones a lo macho, en creciente delirio.

En lenguaje básico y muy medido, que se ajusta perfectamente a la cortedad de los recursos disponibles, se acumula sin pausa una tensión de cota extraordinaria. A media película parece que ya va a explotar, pero aún sigue adelante, administrada por el guión con temple maestro hasta desembocar en un clímax modélico, que además carga el conflicto de dinamita moral y lo centra en una profunda cuestión de conciencia: en ese clímax el tiempo queda congelado en segundos que duran minutos. Desde cada uno es imposible prever el siguiente. Esa incertidumbre total suspende el transcurso. Crea un presente cinematográfico, un tiempo hechizado en el que la película, de apariencia modesta, culmina con impresionante grandeza.

(8,5)

Ganador del Premio San Sebastián en el Festival de cine del mismo nombre.

Un regimiento del Ejército Peruano llega a Chuspi, una de las “zonas de emergencia”, que se encuentra dominado por los terroristas de Sendero Luminoso. El cabo Vitín Luna (Toño Vega) y sus compañeros sufren tres bajas en una emboscada, razón por la que el Ejército Peruano enviará a Iván Roca (Gustavo Bueno), un oficial bastante perturbado, quien utilizará una disciplina bastante dura, llegando inclusive al abuso y maltrato hacia la población de Chuspi.

Gran película de Francisco Lombardi, que nos muestra los excesos que tuvo el ejército durante el conflicto contra Sendero Luminoso. El pensamiento intransigente y los códigos de lealtad en nuestro Ejército Peruano se reflejan a la perfección durante el rodaje. Buenas interpretaciones de Gustavo bueno y Toño Vega, quienes nos ubican en la otra guerra que se habia generado: Los principios versus El autoritarismo.

En los instantes que escribo esta crítica, llega el extraditado Alberto Fujimori, el ex-presidente que derrotó a Sendero Luminoso, pero que cometió las masacres a Barrios Altos y La Cantuta, asesinando a gente inocente. "La boca del lobo" es el reflejo fiel de una triste realidad.

Resulta curioso y casi chocante que dos de mis principales referencias cinéfilas (Lupo y tantra) mantengan posturas tan distantes respecto a esta peli. Y digo curioso porque una vez vista la peli y leídas atentamente sus respectivas críticas, me veo incapaz de decantarme por uno u otro. No sé si darles la razón a ambos... o a ninguno. Me explico.

“La boca del lobo” no es, a mi juicio, una mala película pero tampoco es -no nos engañemos- la octava maravilla. Como película bélica (si es antibélica o no lo discutiremos más tarde) sigue a rajatabla los tópicos del género lo cual, a decir verdad, no es bueno ni malo. En todo caso, normal. Así pues, yo diría que nos hallamos ante una peli bastante honesta que relata una serie de acontecimientos verídicos (la disputa de las ‘zonas de emergencia’ entre el ejército peruano y Sendero Luminoso) sin posicionarse con ninguno de los dos bandos. No observo yo, al menos, ningún tipo de apología respecto a Sendero Luminoso, ni mucho menos, hacia los brutales métodos del ejército nacional. ¿Podríamos afirmar, por consiguiente, que es un film con un claro alegato antibelicista? Pues sí, claro. Pero eso no la convierte automáticamente en una gran película. En primer lugar porque existen, a mi entender, alegatos antibelicistas anteriores mucho más lúcidos y convincentes (“Senderos de gloria” o “Uno rojo, división de choque”, por ejemplo) y en segundo lugar porque, la verdad sea dicha, la peli de Lombardi deja mucho que desear en lo que a interpretaciones (Gustavo Bueno es el único que está bien, pero a secas) y a recursos técnicos se refiere. ¿Qué los perfiles de los personajes están bien dibujados? Sí, pero les falta profundidad. ¿Qué el clímax final está bien encarrilado? Sí, pero nada que ver con “El cazador”. Otra antibélica, por cierto...

La peli, en cualquier caso, se puede ver y, si os he de ser franco, esa innegable tosquedad en los diálogos y en la dirección no me desagradó del todo. Es más, de lejos y de refilón, Lombardi le da un aire a Peckinpah, ¿no?

Pues eso, ni un ocho, ni un cuatro. Ni tanto, ni tan poco. Un seis.

Un estupendo largometraje que prueba claramente que la crisis del cine no viene dada por la falta de dinero, o de subvenciones, o de espectadores o de p**** en vinagre. Sino la falta de buenas ideas y de talento.

Los creadores de este film han sabido sacar el máximo rendimiento a unos medios sumamente humildes, y pese a que ciertos elementos del conjunto se nota que son muy baratos, no hay en ningún momento sensación de falsedad, todo lo contrario. Las interpretaciones son estupendas y el guión es magistral. Y cuando el guión no falla, el director tampoco y el actor cumple, el resultado es satisfactorio. ES TAN DIFíCIL HACERLO BIEN Y TAN FáCIL HACERLO MAL (leer mis anteriores críticas).

La película recrea con eficacia la escasa preparación que muestra el ejército peruano , no solo para enfrentar a la guerrilla que propone el grupo marxista leninista sendero luminoso sino, y más grave aún, para saber distinguir a militantes senderistas de aquellos que no lo son, de aquellos que solo forman parte del pueblo pobre nomás.
Allí, en ese caminar a ciegas que muestra un grupo de soldados mal equipados y peor entrenados, radica la ‘belleza’ de este film, que recrea la ineficacia y el miedo devenidos en atropellos e impunidad que cometen estos hombres contra la población al intentar tomar el control de un pequeño pueblo llamado Chuspi, que se encuentra bajo el influjo invisible pero omnipresente del senderismo.
La película no desborda grandes actuaciones y casi no tiene méritos técnicos ni de dirección, lo que le quita algunos puntos, aunque no los suficientes como para que deje de ser recomendada.