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El código criminal

Drama. Thriller Bob Graham (Holmes), un joven de apenas veinte años, es encarcelado por matar a un hombre en defensa propia el día de su cumpleaños. Años después, Brady, el fiscal del caso (Walter Huston), llegará a ser el alcaide de la cárcel en la Bob cumple condena y lo hará su chófer. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más desconocidas de la primera etapa de Hawks y un avance de la corriente penitenciaria que triunfará en el cine en los años posteriores con títulos como “Soy un fugitivo” o “Veinte mil años en Sing Sing”. Está basada en la obra teatral de Martin Flavin con guión de Seton I. Miller (“Scarface” o “Contra el imperio del crimen”) y Fred Niblo. Fue objeto de una versión paralela y en español (escrita por Matías Cirici-Ventalló) titulada “El código penal” (1931), y de un remake a cargo de Henry Levin, “Drama en presidio” ( Convicted , 1950).

Narra la historia de Martin Brady (Walter Huston), un duro fiscal de distrito que, tras acceder al cargo de alcaide de una prisión, ve como su hija Mary (Constance Cummings) se enamora del recluso que él mismo había enviado a prisión cuando era fiscal por causar la muerte accidental de una personalidad pública, Howard Hawks utiliza este argumento para criticar las condiciones de vida de los reclusos y el libre albedrío de los alcaides para aplicar los reglamentos y las prerrogativas a la vida de éstos. La trama sentimental aquí es secundaria y sirve, ante todo, para que Hawks critique a una sociedad donde la suerte del individuo se juzga no tanto por sus actos o por su conducta habitual, sino por la situación en la que el azar puede colocarle en un momento cualquiera de su vida. El código criminal al que alude el título se convierte en una metáfora para reflexionar y debatir (que aún hoy sirve): ¿es el sistema carcelario el mejor de los sitios para ‘transformar’ a un hombre a través del castigo, represión y reclusión? ¿La justicia es igual para todos y es imparcial?

Cine carcelario del bueno. Howard Hawks vuelve a demostrar que en cualquier género fue de los mejores (comedia, western, gánsteres, cine negro, cine carcelario…). Los personajes no son planos, cada personaje no es ni claramente malo ni claramente bueno, son ricos en matices, reales. La historia tampoco es plana y atrapa desde el principio. Hawks imprime como siempre un buen ritmo a la narración cinematográfica además de ser virtuoso en ella buscando soluciones de puesta en escena que aún hoy funcionan e impactan. Y por otra parte se rodea de un buen reparto coral lleno de rostros de actores de carácter.

La sorpresa no es Walter Huston (en un papel carismático y complejo de fiscal que quiere llegar a gobernador y pasa a ser alcaide de un centro penitenciario donde muchos de sus presos están ahí por sus sentencias…), que no decepciona, sino Boris Karloff y Phillips Holmes. Aquí Boris Karloff es un recluso llamado Ned Galloway que tiene una ‘cita pendiente’ y muchos años para cumplirla con el carcelero más severo, Karloff ofrece todos estos matices en un personaje que se convierte en una presencia inolvidable. El otro descubrimiento es Phillips Holmes, un bello y delicado actor que protagonizó varias películas de interés durante los años treinta (por ejemplo, “Una tragedia americana”), aquí pone rostro a un joven recluso con muy mala suerte al que la monotonía de la cárcel y el encierro durante sus años de juventud le minan como persona convirtiéndose en un muerto en vida y con peligro de perder su salud mental. Phillips Holmes no pudo seguir su interesante carrera cinematográfica porque durante la Segunda Guerra Mundial perdió la vida durante un vuelo.
Juan Marey
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13 de diciembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Howard Hawks dirigió este apreciable melodrama carcelario con tintes de crítica social basado en la obra teatral de Martin Flavin con guión de Seton I. Miller y Fred Niblo Jr.

La película se significa por ser uno de los títulos pioneros del subgénero penitenciario al que pertenecen clásicos como "Soy Un Fugitivo" (1932) de Mervyn LeRoy, "20.000 Años En Sing Sing" (1932) de Michael Curtiz o "Fuerza Bruta" (1947) de Jules Dassin.

A pesar de sus virtudes, entre las que se encuentran una gran definición de personajes y la creación de una tensa atmósfera de vehemente desasosiego, "El Código Criminal" está muy lejos de las mejores obras hawksianas que todavía estaban por llegar, sin ir más lejos su siguiente película, "Scarface, El Terror Del Hampa", es infinitamente mejor que esta y supuso todo un hito en el cine de gángsters.

Aquí Hawks se muestra sorprendentemente pasivo en la conducción de la trama, otorgando un ritmo excesivamente premioso a una historia que cuestiona las condiciones de vida de los presos y los métodos reinsertivos de los responsables de las penitenciarías.

La subtrama romántica que vincula a los personajes de Phillips Holmes y Constance Cummings resulta absolutamente irrelevante en un film aceptable que se beneficia en el plano actoral del protagonismo del gran Walter Huston y de la siempre inquietante presencia de Boris Karloff.

La atractiva fotografía de claroscuros es obra conjunta de James Wong Howe y Ted Tetzlaff.

Nota: 5,5
BartonKeyes
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17 de enero de 2010
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Original historia cuya trama gira en torno a las consecuencias de un crimen y la moralidad de los reclusos, el espectador ve como los protagonistas no siguen el típico rol de "buenos y malos", esto contribuye a que no sea una historia previsible y que engancha al espectador que se sorprenderá nervioso y expectante de ver que consecuencias tienen los actos y los sentimientos de los protagonistas de la historia.
Aradyel
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30 de agosto de 2023
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Obra pionera en lo que luego se denominaría subgénero carcelario, que en manos del maestro Hawks se convierte en un estudio sobre la eficacia de los métodos penitenciarios y en la inflexibilidad de la ley que busca un culpable para cada delito, anteponiendo la presión social y mediática a las condiciones atenuantes que se hayan podido producir.

El personaje de Philips Holmes acaba en prisión por la muerte de otro joven en una disputa fortuita en un bar, defendiendo a una mujer de los improperios del otro, y ahí entra en juego el factor de la suerte como explicación a los males del chico. Llevaba poco tiempo en la ciudad, no conocía el garito donde se metía, acababa de conocer a la chica instantes antes, había bebido porque celebraba su cumpleaños y el fallecido era pariente de una persona poderosa con influencia que no va a permitir que el crimen quede impune.

El fiscal, interpretado como siempre de forma genial por Walter Huston, intuye la mala fortuna del chico pero entiende que la ley debe aplicarse por igual para todos, ya que interpreta el código penal al que hace referencia el título como una biblia que guía sus pasos sin lugar a la duda. En varias ocasiones se nombra la ley del ojo por ojo, dando a entender que el castigo debe estar siempre en consonancia con el delito por encima de otras consideraciones.

Lo que empieza como una trama policiaca se torna sombría con la llegada del chico al centro penitenciario, donde con el paso de los años se nos va mostrando su deterioro físico y sobre todo anímico, a la vez que nos muestra las duras condiciones en la cárcel donde cunde la desesperanza y el pesimismo entre los reclusos.

Ahí comenzará el debate sobre la flexibilidad de las normas carcelarias y si deben aplicarse por igual a todos o tener en cuenta las peculiaridades que han llevado a cada individuo a esa situación, y el delicado equilibrio entre custodiar a quienes son un peligro para la sociedad o la posibilidad de reinsertarlos y ser merecedores de una segunda oportunidad.

Con la sapiencia habitual de Hawks para rodearse de personal cualificado, el guion corre a cargo de Seton I. Miller, habitual guionista de todos sus filmes de principios de los años 30, y que tuvo una carrera prolífica en el mundo del cine, especializándose en el género de gánsteres pero dejando su sello también en joyas del cine de aventuras como “El halcón del mar” o “Robín de los bosques”.

En el reparto, aparte del notable Walter Huston y un eficaz Phillips Holmes (que vería truncada su carrera falleciendo en la II Guerra Mundial), destaca la presencia de Boris Karloff, que volvería a colaborar con Hawks un par de años después en la magnífica “Scarface”, y que dota de humanidad al recluso compañero de celda del protagonista que tendrá una importancia capital en el desarrollo de la historia.

La dirección de Hawks apuesta generalmente por una puesta en escena simple, parca, efectiva, sobre todo en las escenas dialogadas con tomas largas estáticas que dejan a los actores llevar todo el peso del ritmo, para luego desmarcarse con algunas escenas concretas, de mucha relevancia en la trama, donde ofrece unos planos que rozan la genialidad. Destaca el momento del asesinato del soplón, o la primera visita del alcaide al patio de la prisión, rebosantes ambos de tensión y que atrapan al espectador.

Aunque particularmente la considero un poco inferior a “Scarface”, “El código criminal” atesora virtudes suficientes para considerarse una obra interesante que viene a corroborar (tampoco hacía falta a estas alturas) el buen hacer de su director y la habilidad y conocimiento con el que supo moverse en géneros variados consiguiendo siempre grandes resultados.
Orson_
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5 de marzo de 2010
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena película dotada de un gran clímax dramático. Buen guión y excelentes interpretaciones, sobre todo de Huston y de Karloff, espléndidos como siempre. Merece la pena.
Ignacio Larrea
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