Falkenberg Farewell

El verdadero valor de Falkenberg Farewell (Farväl Falkenberg) es la sensación absoluta de estar viendo un retrato sincero, una reflexión sobre el paso a la madurez que un grupo de amigos viven en su último verano en el pueblo que los vio crecer. Con una marcada estética indie, la cámara navega entre los sueños y fantasmas que flotan en la mente, en el corazón y en las palabras de cada uno de sus protagonistas. Vista desde la mirada de la serenidad, la película posee unas altas dosis de un hipnotismo que esquiva la petulancia gracias, en gran parte, al cercano y enorme trabajo interpretativo que transciende entre lo conocido. En conjunto la obra logra dibujar el poso crónico heredado en ese salto rotundo en el que descubres si eres quien dices ser, por lo que contiene ese punto mágico del cine en el que descubres cosas propias en palabras e imágenes ajenas, recuerdos enriquecidos por la sorpresa ante lo desconocido de una cultura impropia.

Interesante película que no pretende construir una historia concreta sino mostrar la vida de los protagonistas, desde el ángulo de sus pensamientos sobre la vida, la juventud, la madurez, la muerte y el futuro. Con algunos diálogos que encierran mucha profundidad a pesar de lo superficial y simple de sus palabras, y otros que pese a ser rebuscados no pasan de ser divagaciones mentales sin propósito. Hay muy poco avance en la trama y en más de un momento se siente reiterativa. Antes del final un giro le da bastante dramatismo pero no alcanza a levantar demasiado la cinta. A pesar de lo vago que por momentos se vuelve, es interesante la profundidad que logra y que mucho depende de la identificación de quien la vea con las emociones que se transmiten.