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Pride: Orgullo y esperanza

Comedia. Drama En el verano de 1984, siendo primera ministra Margaret Thatcher, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) convoca una huelga. Durante la manifestación del Orgullo Gay en Londres, un grupo de lesbianas y gays se dedica a recaudar fondos para ayudar a las familias de los trabajadores, pero el sindicato no acepta el dinero. El grupo decide entonces ponerse en contacto directo con los mineros y van a un pueblecito de Gales. Empieza así la ... [+]
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Críticas 75
Críticas ordenadas por utilidad
12 de enero de 2015
90 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
LGSM. Lesbians and Gays Support the Miners. Lesbianas y gays apoyando a los mineros en lucha. Realmente improbable, tanto como, por ejemplo, aquel bailarín nacido en una familia de mineros llamado Billy Elliot o aquellos antiguos empleados de una fábrica metidos a strippers en "Full Monty". Algo tiene el cine británico con las películas costumbristas de argumentos improbables.
En una película como esta resulta casi imposible dejar absolutamente de lado efectismo. Cierto es que la historia, como en tantas otras ocasiones semejantes, parece reelaborada para ponerse al servicio del espectáculo cinematográfico. Habrá quien lo critique, quien mediante sólidos argumentos historicistas debata los hechos narrados y tire así por tierra el argumento de la película. No seré yo el que lo haga. Desconozco la precisión histórica con la que el nacimiento y evolución del movimiento LGSM son retratados en la película y, sinceramente, considero esa precisión un aspecto secundario. Creo que de entrada lo realmente importante es que casi 30 años después de su nacimiento, una película reivindica la existencia y la importancia de aquel movimiento. Pero “Pride” es, además de una película comprometida y necesaria, una estupenda película, sobre todo merced a la enésima exhibición de un reparto coral de actores británicos. Ningún personaje está de más. Dos universos complejos, el del pueblo minero galés y el del movimiento gay y lésbico británico de mediados de los 80, convergen y dan lugar a una galería de personajes a cual más memorable. La amargura y la esperanza conviven de forma constante en la película, pero el mensaje de unidad e igualdad permanece vivo incluso tras cada pequeña o gran derrota. No hay grandes triunfos, pero hay supervivencia gracias a la unidad. El poso que deja la película es una esperanza infinita en el ser humano, no exenta de cierta amargura al comprobar que sucesos como los narrados en “Pride” son excepción y no norma. Y sí, además de todo eso la película es extraordinariamente divertida.
En el spoiler, una breve reseña sobre uno de esos magníficos personajes secundarios que pululan por la película y una no muy extensa reflexión final. Leánlo después de ver la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
migueljme
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28 de septiembre de 2014
56 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay pocos elemento en esta película que me chirrian. La acción desde el minuto 1 nos sitúa en el espacio y tiempo y nos va dibujando unos personajes ricos, con los que perfectamente podía construirse una serie. Unos pocos matices para entender a cada uno de ellos, para amarlos u odiarlos, para reflexionar junto a ellos.

Un grupo de gays y lesbianas que apoyan la huelga de unos mineros en el Reino Unido de Margaret Thatcher, una comunidad galesa anclada en el pasado sin contacto alguno con los nuevos tiempos, cargada de estereotipos y dividida a la hora de aceptar ayuda de una minoría, la homosexual y el maravilloso choque entre ambas. Un punto de partida rico y un desarrollo divertido, emotivo y que sabe tocar cada una de las piezas a las que juega. Es verdad que cae por momentos también en tópicos, a ratos es muy predecible y que personalmente, me hubiese gustado que algunas tramas estuviesen tratadas más a fondo.

No obstante, es una película llevadera, entretenida, que camina firme en todo momento y sabe la dirección a la que va, que va in crescendo y que tiene en su reparto uno de sus mayores virtudes. Una película que sabe transmitir optimismo, que lo hace y que no deja indiferente. Una película que no hay que dejar de ver.
Aitor
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16 de marzo de 2015
47 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lawrence, Massachussets, marzo de 1908. Manifestación de quince mil obreras del textil con la inscripción “Queremos pan, y también queremos rosas”. El nacimiento de un movimiento sindical genuinamente femenino, recogido prodigiosamente por James Oppenheim, en su poema “Pan y rosas”, publicado primero en prensa, en The American Magazine en 1911 y posteriormente, en el libro recopilación de 1915 “Un grito por la justicia, antología literaria del movimiento social”, de Upton Sinnclair.

Nueva York, 28 de junio de 1970. Celebración de la primera marcha del orgullo gay, también celebrada el mismo día en Los Angeles y Chicago. Comienzo de un evento de periodicidad anual, que reivindica la equiparación de derechos entre homo y heterosexuales.

Reino Unido, noviembre de 1984, mediada la segunda legislatura de Margaret Thatcher a quien aún le quedaría una más para completar su obra. Ante el anuncio del cierre de minas, se inicia una huelga de larga duración en la industria del carbón, con especial seguimiento en los condados de Kent y Yorkshire y en el sur de Gales.

Londres, 1984. Amainada la intensidad de la explosión del punk ya casi diez años antes, la ciudad vive inmersa en una efervescencia musical arrolladora. Surgen diariamente oleadas de bandas y movimientos musicales de vida efímera que atraen seguidores en toda Europa. Londres se convierte en el centro de la creatividad juvenil, el lugar donde se cuece lo importante. Entre los grupos triunfadores aparece la inquietud política, encauzada a través del movimiento Red wedge, capitaneado por Billy Bragg, Communards (aquel su segundo LP llamado Red, cuya portada era totalmente roja) y Paul Weller, unidos con la firme intención de acabar con el gobierno del Partido Conservador. Infructuosamente.

De los cuatro mimbres anteriores se vale el británico Matthew Warchus para armar esta fantástica película a la que dota de un magnífico acompañamiento musical gracias a su experiencia como director de musicales en el West End londinense y en Broadway. El segundo film, dieciséis años después del primero, de este muy reputado director teatral.

Según se relata, el afán de la dama de hierro por ahogar la huelga de los mineros trajo como consecuencia no deseada por la mentora el hermanamiento (no es el sindicato, es The union) entre colectivos inicialmente dispares. Entre ellos destacó el apoyo económico, con recogida de suculentas colectas, por parte de los activistas homosexuales a favor de los mineros en huelga.

«Pride» comienza y termina con dos canciones emblemáticas del movimiento obrero anglosajón. “Solidarity for ever” (Ralph Chaplin, 1915) interpretada por Pete Seeger y “There is power in a union” (Joe Hill, 1913), por Billy Bragg. En el centro de la trama, en el momento culminante de emotividad desbordante, un coro abrasa los sentidos con su interpretación del “Pan y rosas”. Lleva la voz principal una jovencísima Bronwen Lewis, oriunda de Onllwyn, el poblado minero en Gales donde se sitúa esta historia.

En esta escena, la cámara circula por los rostros de su reparto coral, mientras el espectador comprende a cada uno de ellos y se contagia de su emoción. Alcanzar semejante meta no está al alcance sino de un gran director que ha creado personajes sólidos y perdurables y de un grupo de intérpretes espléndidos.

Un director que capta y refleja la energía del momento: las ganas de vivir, de disfrutar y rebelarse de una juventud urbana, la londinense, que descubre sus lazos con el Gales rural. Como también la perplejidad y el horror ante la llegada de una enfermedad terriblemente depredadora como el sida.

Que en la faceta más social ensalza los valores de quien toma el papel de líder, recuerda la división familiar causada en la época por la asunción de la homosexualidad por un hijo. Y, finalmente, a modo de homenaje presenta a un personaje con la línea “My name’s Joe”, título exacto del precursor Ken Loach.

Y que evoca el centro neurálgico de todo aquel movimiento musical en el barrio de Camden. La emblemática sala Electric Ballroom donde actuaron Bronski Beat, Communards, Frankie goes to Hollywood, Pet shop boys, Style council,… Quienes conforman una banda sonora espectacular.

Una gran película. Que emociona y moviliza. El buen cine vive. Victory to the good filmakers.
Inaki Lancelot
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7 de octubre de 2014
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utilizo esta web como consejera a la hora de ver una u otra película, y nunca me había animado a hacer ninguna crítica hasta hoy. Y es que para mi, la película Pride, bien vale este desvirgamiento.

La película te mete desde el comienzo en la lucha de los mineros con la inamovible Dama de Hierro, con sus huelgas y reivindicaciones callejeras. Y como, una cuadrilla de gays y lesbianas, ante el rechazo a este colectivo en 1985, deciden crear una asociación en apoyo a los mineros para quizá así, conseguir esa aceptación a su colectivo de puertas para afuera. Púes lo que parece una idea alocada, poco a poco va tomando mas y mas sentido, llegando a prensa, radios y televisión.

Pero lo mas grande de esta película es sin duda su parte cómica. De como pueblos del norte de Gales chapados a la antigua, poco a poco consiguen aceptar a esta cuadrilla de locos que vienen a apoyarles en su huelga. Muy recomendable.
Kvothe
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4 de abril de 2015
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más, chapó ante el cine británico. Consigue convertir un guión banal – aunque lleno de buenas intenciones – en una película desbordante de calor y color humano, verosímil, cercana, creíble, socialmente comprometida y llena de alegría por la vida y aderezada con los mejores valores comunitarios, sin caer en lo manido ni sucumbir al panfleto desbocado o partidista. Pone en pie un microcosmos de seres humanos creíbles y envolventes, bastan unos pocos rasgos, gestos y palabras para conocer y comprender toda la intrahistoria de cada personaje, haciéndonos discernir sus pasiones, anhelos, esperanzas, limitaciones y contradicciones.

Estamos ante un documento – casi un documental – de una peripecia que algunos recordamos vagamente (las tenaces huelgas mineras galesas de los años ochenta contra la tantas veces, con razón o sin ella, vilipendiada y abominada Margaret Thatcher) pero rescata del cajón del olvido la inesperada solidaridad que mostró el colectivo gay – entonces masacrado por el SIDA y sin la presencia y respeto del que ahora goza – con esos atosigados trabajadores. Recordar sin orejeras ni florituras de dónde venimos nos ayuda a comprender mejor quienes somos y la esencia sutil de las relaciones. Y de ese inesperado e inverosímil encuentro – casi choque calamitoso al principio – surge la magia, la verdad, la hondura, la cabal demostración de que sólo tememos lo desconocido y rechazamos lo diferente.

Es un canto a los mejores valores humanos, al encuentro de que en cada uno de nosotros hay mucho más que una amalgama de prejuicios y antipatías y de que somos capaces de cambiar, aprender, conocer e integrar aquello que desconocíamos de nosotros mismos o de los demás. Pero de forma delicada, suave, ingeniosa e inteligente, sin sermoneos de parvulario ni adoctrinamientos de sabio petulante. Apelando al corazón, a la emoción, a la calidez e inocencia de lo mejor de cada cual. Saber ver al otro sin sucumbir al catálogo de vulgaridades o tergiversaciones que nos impidan comprender que somos todos dignos de respeto, aprecio, afecto y lealtad.

Gracias a un lúcido reparto coral lleno de acierto, a un tono infalible y prodigioso que fluye entre el drama y la comedia con una facilidad pasmosa, a unos diálogos campechanos pero contundentes, a una recreación de época tan eficaz como vaporosa, a una mirada llena de amor hacia todos las personas que retrata… gracias a todo ello el resultado final es mucho mejor que la suma de sus partes y nos encontramos con una agridulce comedia de costumbres que es el retrato de una época y de algunas de sus muchas luchas. Una gozada.
antonalva
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