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Cigarros

Drama Brooklyn, verano de 1987. Algunas personas que frecuentan el estanco de Auggie Wren (Harvey Keitel) le confían sus problemas. La rocambolesca historia de cómo consiguió su cámara fotográfica y de por qué se decidió a elaborar su singular colección de fotografías le dará por fin un argumento a Paul Benjamin (William Hurt), un prestigioso novelista que atraviesa una crisis. Por su parte, Paul ayudará a Rashid (Harold Perrineaud Jr.), un ... [+]
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
1 de diciembre de 2006
120 de 134 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra redonda, cilíndrica como los cigarros. Leve, como el humo que se cuela entre las conversaciones, leve como importante es lo leve.

Los personajes van solos, no hay actores, ellos ya estaban allí. En el estanco, escondido tras la máquina de escribir, perdido en la calle, con su gasolinera, buscando a la hija...Y la ciudad se presta a la historia porque las ciudades siempre han sido historias. Porque aquí ya no es mero escenario. Es el ritmo. Acelerado. Detenido. Acompasado.

Hay algo que me llama sobremanera la atención. Los gestos de Keitel. No hay actuación tan perfecta porque no hay actuación, es el personaje que va solo. Pero eso ya lo he dicho. Pero es lo bueno de las conversaciones que llegan con las caladas, que aunque sean repetitivas tienen la magia del ritual y se continúan mientras los amigos dejan cerca el mechero para ofrecerlo. Se está tan a gusto. Qué a gusto estoy ahora, fumando entre estos párrafos, recordando el sabor que me dejó "Smoke" la primera vez que la ví.

Ese sabor a café y cigarro mirando por la ventana del bar a ver si viene ella. En la radio una canción de Tom Waits nos desarma. Y nos mata.
Rick Blaine
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21 de noviembre de 2005
111 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Auggie tiene un estanco. A veces lleva una camisa de flores y pantalón corto. Le gusta fumar. Escucha a sus amigos y les da conversación. Sus amigos leen poco, solo las apuestas de caballos. Por eso no conocen a Paul Benjamin, que cuando escribe también lleva un pantalón corto porque en su apartamento, en verano, hace mucho calor. A Paul, que también le gusta fumar, se le fue la suerte una mañana, y Auggie se pregunta si podía haber influido en esa suerte que se fue. Paul sabe cómo se calcula el peso del humo, y siempre compra dos cajas de tabaco. Hay un tren que cruza Brooklyn varias veces al día. Es una imagen inolvidable. Auggie también se dedica a captar imágenes. Por eso no puede irse de vacaciones, tiene que fotografiar su esquina todos los días, porque ese es el proyecto de su vida. El proyecto de la vida de Ruby no va muy bien, y su propia vida tampoco, pero los amigos están para algo, aunque las probabilidades solo sean del 50%.A Rashid también le gusta captar imágenes, pero no se vale de una cámara sino de un lapicero. Ahora se dedica a dibujar una gasolinera destartalada. Su dibujo vale cinco pavos, y piensa que Paul es un escritor cojonudo. Se le da muy bien organizar fiestas de cumpleaños, porque no todos los días se cumplen diecisiete años. A Cyrus un día le castigó Dios, pero la vida todavía le tiene reservadas muchas sorpresas. Rashid no es un ladrón pero no se atreve a volver a su barrio, ni a confesar su verdadero nombre. Auggie sigue deteniendo el tiempo todos los días a la misma hora. Él tampoco es un ladrón, pero necesita revelar la historia de su cámara. Paul necesita esa historia, pero a partir de ahora solo comprará una caja de tabaco porque hay alguien que se preocupa por su salud.
…But you´re innocent when you dream…
CAROLA
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12 de abril de 2008
75 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un pequeño rincón de un barrio, de esos por los que pasamos a diario, lleno de caras que no parecen esconder más que una vida rutinaria, de tiendas como el estanco de la esquina, de cafeterías, de gasolineras en bancarrota, de edificios con apartamentos; de este barrio bañado con la aparentemente intrascendente cotidianeidad, surgen historias que se entrecruzan acabando por parecer una sola. Esto es "Smoke".

Todos los personajes que se nos muestran son perfectamente reconocibles en nuestro día a día, pero, sin embargo, éstos son ficticios. Y con esta dualidad se regodea "Smoke". Porque estos personajes que cuentan historias y anécdotas son a la vez contados por otro tío, Paul Auster, y puestos en imágenes por Wayne Wang, e interpretados por unos actores espléndidos, destacando tres monstruos: Harvey Keitel, William Hurt y Forest Whitaker, palabras mayores.

Así pues, estos personajes cuentan con un pasado, con el presente y, lo más esperanzador, un futuro. "Smoke" se centra en su presente, en su día a día, y de ahí nos cuentan su pasado y nos sugieren su futuro. Yo me encariño de todos ellos, me emociono con ellos, fumo con ellos, me río con ellos. Pero ellos no existen. La magia del cine y, por extensión, de la ficción.

“Smoke” nos dice algo muy bonito, que es que la vida es fugaz, que se disipa como el humo, pero que antes de que éste se disipe disfrutaremos de las emociones que nos dará el cigarrillo que es la vida. Y para sobrellevar las putadas que a veces nos brinda la vida, nada mejor que películas tan enormes como “Smoke”, drogas que, al contrario que el tabaco, no pasan factura. Una película única.
GVD
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9 de marzo de 2008
74 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas de mi vida.
Acudí al cine a verla de estreno sin apenas referencias. Recuerdo que acudí solo, un día en que me encontraba verdaderamente triste. Ni recuerdo la razón de mi tristeza, ni por qué no acudí con mi novia de entonces, pero así fue. Y sobretodo recuerdo salir de aquella sala flotando, con una sonrisa en la cara y con una perspectiva de la vida totalmente opuesta a la que me ofuscaba cuando entré en ella. Recuerdo cómo saboreé ese momento, observando a la gente por la calle, sonriendo a la noche, maravillado ante mi propia metamorfosis. La magia del cine. Por que si una palabra define a esta película es ésa; mágica. También fue mi primer contacto con Paul Auster, cuyos libros me deslumbraron más tarde y sigo adorando a día de hoy. Gran parte del mérito es suyo, vista la carrera posterior de Wayne Wang, que jamás ha logrado rozar siquiera la grandeza de esta obra. Y de Keitel y Hurt, por descontado, que redondean aquí dos de las actuaciones más brillantes de sus carreras. La secuencia del relato de Navidad de Keitel debe ser una de las secuencias más especiales que han visto mis ojos. Esos dos tipos ahí sentados, sin probar la comida, fumando como condenados, sonriéndose. Y suena Innocent When You Dream. Por el amor de Dios.
Debía de hacer ocho años que no la veía y nuestro reencuentro no ha podido ser más idílico.
Qué Grande Es El Cine.
Peter Gabriel 77
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9 de septiembre de 2005
53 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película divierte y hace pensar y entretiene:

Porque parece que estés leyendo un relato de Paul Auster, y el que haya leído a Auster sabrá por qué lo digo. Quiero decir que Smoke tiene su toque literario, pero en el buen sentido. Supongo que será la aportación de Auster a la película, que no es poco.

Porque nos muestran que la otra América “unofficial”.

Porque se demuestra que hay americanos que no son tontos.

Porque fuman, y fuman mucho y eso en el cine queda muy bonito.

Porque sale Forest Whitaker, y Harvey Keitel y William Hurt. Y el chico negro.

Porque el Nueva York de Smoke es una esquina a las 8 de la mañana. Y un partido de béisbol en una televisión en B/N que se estropea. Y un cuento de navidad. Y el tipo que está al fondo en el bar cuando Harvey Keitel le cuenta el cuento a William Hurt.
cassavetes
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