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Tiempo sin aire

Drama María, una enfermera colombiana que perdió a su hija a manos de tres paramilitares, viaja desde Colombia acompañada por su hijo pequeño, hasta Santa Cruz de Tenerife para encontrar y vengarse de uno de los asesinos. Guarda una foto que encontró en su hogar destruido, con un rostro, una dedicatoria y un nombre: Iván. Gonzalo, un psicólogo escolar cuya existencia da un vuelco el día que conoce a Maria, se implicará con ella en su ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hacer cuando te quitan lo que más quieres? ¿Qué hacer cuando se pierde aquello que daba sentido a la vida? ¿Cómo continuar cuando lo único que se desea es hacer daño a los que antes te hicieron daño a ti?
Todas estas preguntas son las que atormentan a María, la mujer colombiana que busca venganza en Canarias contra los que le arrebataron a su hija en las selvas de su país. Y a todas estas preguntas da respuesta de una manera u otra Tiempo sin aire.
La segunda película de Samuel Martín y Andrés Luque tras Agallas (2009) es un potente drama con el conflicto colombiano de fondo que da voz a las víctimas inocentes de tan terrible y largo conflicto armado y reflexiona sobre cómo la venganza corroe la humanidad del ser humano y finalmente no aporta lo que se busca, pues, como dice el personaje de María en un momento de la película, "a mí nadie me devolvió el aire". La película, por tanto, a pesar de estar centrada en la venganza de la protagonista, acaba apostando por un mensaje claramente pacifista a favor de lidiar con el dolor de la pérdida de una forma sana y aceptando que la vida continúa y hay que seguir adelante. El guión está muy bien escrito, es emotivo, implacable (atención a la secuencia del asesinato y violación de la hija de María), poderoso en su concepción y su desarrollo, y plantea una interesantísima reflexión sobre el dolor, sentimiento que va siempre de la mano de la vida humana. El dolor mayor en la película es sin duda el de María, pero poco a poco se va filtrando a los demás personajes como un gas tóxico, propagándose como una epidemia, afectando las vidas de todos los implicados en la tragedia para siempre y sin remedio, de una forma u otra. Es ese dolor el que vertebra toda la película, reflejado en escenas tan bien hechas y tan impactantes como la del encuentro entre María e Iván, el descubrimiento de Vero o la aceptación de Gonzalo de que siempre estará en un segundo plano para María, obsesionada con la venganza y con dejar atrás el peso de la cruz con la que carga.
Entre los actores brilla con luz propia Juana Acosta. La actriz colombiana está simple y llanamente fantástica, tiene una mirada abrasiva y toda su expresión corporal transpira ese inmenso dolor de María y esa fuerza irracional e imparable de la venganza corroyendo su interior. Adriana Ugarte empieza mal (el rollo poligonero no le pega nada) y poco a poco va mejorando hasta lograr la credibilidad tan buscada en el cambio que sufre su personaje (ver su primera conversación con Acosta, en la que descubre la verdad sobre su marido). Félix Gómez sufre con el turbio pasado y estado mental de su personaje y lo recrea con habilidad, aunque es uno de los más perjudicados por el a veces nefasto sonido de la cinta, que impide escuchar bien algunos diálogos. Carmelo Gómez, muy pasado ya su gran momento en los 90 donde era el actor número 1 de España (como después lo han sido Luis Tosar y Antonio de la Torre), anda un poco perdido en parte porque el personaje que tiene no está muy bien escrito y en parte porque él sobreactúa lo que quiere en algunas escenas (atención al risible momento en que se emborracha).
Podría haber sido un poco más corta, el humor podría ser más acertado (hay algunos chistes que producen cierta vergüenza ajena en la platea) y en general podría ser más redonda, pero Tiempo sin aire es un más que notable drama y desde luego una de las propuestas más interesantes vistas en el 18º Festival de Cine de Málaga.

Lo mejor: Su poder dramático y emotivo y la soberbia interpretación de Juana Acosta.
Lo peor: El sentido del humor es poco acertado y Carmelo Gómez está muy perdido.
Sibila de Delfos
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4 de mayo de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En nuestro extraño mundo, se asume que el entorno es habitualmente pacífico y suficientemente próspero. La violencia o la pobreza se toman como anomalías noticiosas, lo cual induce a la irrupción en los telediarios de imágenes ciertamente trágicas. De entre ellas, siempre me impresionaron las desoladoras arribadas de embarcaciones de juguete a las costas españolas.

Junto a la desazón, me sumo en una sensación enigmática. Millones de esfuerzos concentrados a ambos lados del charco porfían por evitar la llegada de inmigrantes. Se dispondrá de más millones para expulsarlos. Sin embargo, en un rincón de la foto, será fácil distinguir alguna figura altruista que, superando leyes y normas y dejándose llevar por sentimientos como la compasión, entrega abrigo y agua.

De los colegios escapa un alboroto que exhala la alegría vital de la infancia. Pero en ocasiones un niño se esconde de los demás y siente un temor insuperable. Un comportamiento quizá originado en una tragedia anterior, cuyo tratamiento suele dirigirse a través de la psicología.

Celebro el retorno a las pantallas de la fantástica voz de Carmelo Gómez para encarnar en «Tiempo sin aire» la figura de un psicólogo infantil. Aprecio especialmente la acertada decisión de que su personaje sea un torpe profesional que se involucra más allá del manual. Que recuerde tanto a aquellos ciudadanos espontáneos que se sitúan en el lugar de quienes llegan muertos de frío.

Es fantástico también que Juana Acosta haya recibido un mejor encargo que aquella irrisoria, que no graciosa, «Una hora más en Canarias». La actriz aprovecha su oportunidad para interpretar un personaje muy interesante, el de una mujer luchadora y herida, que escapó de la violencia en Colombia y no encontró un camino fácil en España.

El cine tiene el potencial de transmitir más allá del titular informativo. Puede hacernos sentir como el recién llegado que fue expulsado tras sufrir persecución. Puede describirnos desde la piel de la víctima el significado de la guerra de facciones entre paramilitares, guerrilla y quién sabe cuántos bandos más. Ken Loach describió los elementos oscuros de la guerra de Irak en «Angels’ share» y sobre el papel de las misiones de paz. En «Tiempo sin aire» el afán es menos reivindicativo, pero supone uno de los primeros acercamientos a la cuestión de Colombia realizado en el cine español.

El objetivo final de la película alude fundamentalmente a la superación del pasado por las víctimas y a la necesidad de dejar de mirar atrás. Una cuestión candente siempre en conflictos de este tipo.

Desde el punto de vista más cinematográfico «Tiempo sin aire» pierde puntos por la abundancia de objetivos: inmigración, trauma infantil, guerrilla, alcoholismo, afán de venganza, profesionalidad, ambición económica, imposición de la depravación en tiempo de guerra, peligro de escoramiento autoritario de las misiones de paz y necesidad de seleccionar muy bien sus integrantes… Lo cual hace que recuerde a algunas películas que abordaron en profundidad un solo tema, a las que no logra superar. Hablo de «El silencio de sus ojos» y de «Tu nombre envenena mis sueños».

No es casual que haya citado en primer lugar las actuaciones de Acosta y Gómez, porque son en mi opinión lo mejor de la cinta. La cual no es mala. Está bien y entretiene. Trae un tema de gran interés, que es necesario tratar. Crea un suspense atractivo. Fin.
Inaki Lancelot
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13 de diciembre de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no fuera para tirar cohetes, ya me gustó el primer trabajo de esta pareja de directores (Agallas / 2009) en la que también participaba Carmelo Gómez. En seis años han madurado y se nota con este segundo proyecto que sin llegar tampoco a ser redondo es un paso notable hacia delante en un cine, el español, necesitado de más apuestas como la presente y menos comedietas bufas.
Con un hilo argumental dramático lo suficientemente sólido para seguirse con interés a pesar de algunos bajones de ritmo, acertadas interpretaciones de la pareja protagonista y un final al alza, la cinta planta interesantes reflexiones sobre el sentido de la venganza y la justicia. Subtramas como la del personaje de Carmelo Gómez o el de Adriana Ugarte podrían haber tenido mayor desarrollo. Esta última cuenta además con el handicap de que tanto ella como Felix Gómez tienen problemas de dicción y hay momentos en que no se entiende lo que hablan.
La crítica no ha sido muy benevolente con la película en general y con Carmelo en particular. Ya se sabe que por estos lares carecemos de término medio, o encumbramos o lapidamos sin piedad. Carmelo ha decidido retirarse del cine como en su día lo hizo del teatro al que ahora vuelve. Seguro que al cine también volverá. Se le necesita.
ELZIETE
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1 de octubre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ausencia de coherencia y cohesión no cierran del todo el paso a un drama a ratos verosímil, aunque deje tantos cabos sueltos. La tensión dramática existe, qué duda cabe, pero funciona a picos. respecto a los actores, con todo mi respeto y consideración por Carmelo Gómez, Adriana Ugarte y los demás, creo que andan a ratos perdidos en unos personajes no dibujados del todo. Incluso cabría afirmar que nadie les ha fijado una línea de acción clara. Me parece una película honesta, pese a algunos momentos de excesiva truculencia (en mi opinión).
Apopotato
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18 de septiembre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dolor, hay tanto dolor que estremece, profundo e incisivo dolor que causa estragos, donde parece definitiva la sentencia "esto no tiene cura", o puede que sí pero a costa de repartir tu sufrimiento y pena por dosis, venganza en capsulas, sin fecha de caducación, que permite infringir esa martirizante pena, asfixiante rabia y suplicio de tortura a cuestas a cada uno de los responsables de tan abominable acto, sólida fuerza para levantarse cuando nadie ni nada te devuelve el aire, cuando el oxígeno es límitado y entrecortado, donde vives para un único deseo, llegar al infierno y encontrarte con el mismísimo demonio pues no será peor calvario que el que arrastra tu moribundo cuerpo, cuya alma aniquilada y desahuciada se perdió ante tanto mal, desconsuelo y horror indigesto.
"Se puede mirar atrás de vez en cuando pero no siempre, no tenemos ojos en la espalda", aunque ¡qué difícil es no hacerlo! cuando vives enterrada en él, cuando respiras en su tiempo, cuando padeces su incesante recuerdo, desconsuelo eterno que sólo halla alivio en el posible desquite, vendetta perfecta, aprendida de memoria, para repartir la maldad perversa que tu aliento, tus poros, cada centímetro de tu cuerpo respira como medicina para soportar el presente, que no construir un mañana, pues desprecias ese futuro que ha arrebatado toda posibilidad a tu niña, querida y hermosa.
Porque la alternativa es aislarse, quedarse callada, esconderse en el armario y soportar una falleciente carga que nunca desaparece, porque "todavía no se si me has adoptado o dejado que te adopte", porque sólo quiero una llamada diciendo mi nombre entre interrogantes, porque soy feliz si me echas en falta, porque si no mueres, tarde o temprano vuelves a sonríer, a anhelar, a querer, a la vida, proceso evolutivo de un ácido y corrosivo argumento, sentido en todo su horror y pesadumbre, historia espinosa, ardua, incómoda y desgarradora que te rompe y destroza por dentro al tiempo que acompañas a cada uno de los personajes por su periplo según papel asignado, de diablo con cara de ángel inocente o destrozado ser que malvive estando catatónico, ausente y muerto, que subisiste devorado y desvastado, respirando que no viviendo.
Emotiva, dura, eclipsa tu mente, castiga tus sentidos, duelen sus sentimientos, hieren sus verdades, humillación y desesperanza que hallan cobijo en un buen hombre, comodín al alcance que lo da todo sin recibir nada a cambio, te atrapa, alcanza tu esencia, se hace amargamente contigo y no te suelta durante todo su recorrido, afligido relato de sentidas interpretaciones y meditado guión que plasma con exquisitez las diversas emociones vertidas, sensaciones diversas, fantásticamente conjuntadas y desarrolladas para una narración intensa, brava que hace cumbre y no desciende de su lograda cima.
Lágrimas que apenas brotan, contenidas en ese mar de hielo que permite andar hacia tu objetivo, dormir con lo hecho, a cada cual lo suyo, ojo por ojo/diente por diente, la ley de Talión, codigo de Hammurabia, tatuada soledad anímica que no permite tregua ni descanso, rechazo del perdón, no quiero bálsamo que permita mejoría, silencioso grito que requiere ayuda urgente nunca solicitada, que prende, exaspera y se contagia.
Imposible no pensar en el bien y en el mal, lo correcto e incorrecto, en qué harías tú, posible postura errónea, comprensible o descabellada, da igual, tu pensamiento ha sido capturado, tu entidad conmovida, grato cautiverio voluntario para un "tiempo sin aire" que asfixia, aprisiona y desfallece, que envenena pero no mata, aunque duele, deja huella y duele, ¡cómo duele!, duele hasta estremecer.
Limpia, sanea a su manera, imparte justicia según demanda de su conciencia, equilibrio que permite avanzar a la protagonista y a ti, disfrutar y sufrir con ella, completado ritual para una noche completa de cine implicado y cómplice.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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