La diligencia 2 (TV)

Harto de que lo miren de arriba a abajo como midiendo su sabiduría tocológica, allá en la soledad de la posta abandonada cuando debe enfrentarse al parto inminente de la señora Lucy Mallory (Crosby), Doc Holliday (Nelson) exclama ya un poco harto: "No soy médico, soy dentista". Lo mismo debe pensar el director de esta "Diligencia 2" cuando comparen su obra con la de Ford.
Y es que nada tiene que ver la una con la otra, aunque beban en la misma fuente argumental.
La de Post está hecha para televisión, con bonitos paisajes, actores conocidos en el medio y una magnífica banda sonora. Pero le falta alma, carece de tensión dramática, es demasiado lenta. Los personajes, de sobra conocidos, están ahí porque los han puesto pero no dicen nada al espectador, siempre permanecen muy estáticos.
Tal vez la figura más desarrollada sea la de Dallas (Ashley), con alguna frase en el libreto que tiene su miga: "La mujer no puede descubrir lo que puede ser si no deja de ser lo que es". También Doc, "He oído decir que usted dispara muy bien. -Sigo vivo". En el debate sobre el whisky de calidad reconoce el valor nutritivo y terapéutico del más corriente, de hecho lo usará para desinfectarse las manos cuando le toque hacer de comadrón.
La película no pasa de regular, a ratos aburre, pero puede verse a condición de no hacer comparaciones. Basta con estar atentos a la música. Cuidado, al pescante de la diligencia va el marshal Curly Wilcox (Johnny Cash).