La máscara del faraón. Belphegor, el fantasma del Louvre

Ni las presencias en el reparto de Sophie Marceau y Julie Christie consiguen arreglar semejante desaguisado.

Un guión que asusta por inverosímil y por sus simplones diálogos; donde los intrusos se pasean alegremente por el interior del Louvre como si del patio de su casa se tratara. Una sucesión de planos sin aparente rumbo. En ocasiones, parece que la película se haya hecho con prisas. Incluso la aparición del viejo inspector -personaje presumiblemente cómico- parece desajustado dentro de un film carente de tono: un despropósito detrás de otro entorno a la figura de Belphegor. ¿Dónde están los cazafantasmas cuando se les necesita?

Todo a costa del museo Louvre de París y de la cultura egipcia. Porque la idea de convertir la atracción cultural de la capital francesa en un producto de entretenimiento se queda en eso: en una idea de resultados no demasiado halagüeños.

El interés que tenía en ver la película se centraba en Sophie Marceau, que me encanta como mujer. Después de verla, mis temores se hacen realidad. Sólo vale la pena verla a ella. La película es sosa, sin ritmo, parece hecha en un día, no da miedo, sino risa, y el fantasma parece un muñeco sobre un coche teledirigido. Me gustó la música y me deprimió ver en la película a Julie Christie: ¿cómo aceptas esto?

Además, creo que salió por las mismas fechas. Un rotundo fracaso tanto de efectos especiales como de historia... que es que no tiene ni uno ni otro. No llega ni a entretener... a menos que la veas con amigos para pasar un rato dándole cera con la de fallos que tiene.

En fin, aunque parezca una de miedo, cosa que doy a entender en mi título, no lo es para nada, aunque es violenta y hay muertos. Género fantástico con más querencia a la comedia que al thriller, no digamos ya el terror, pese a la presencia de un fantasma que se va paseando con oscuros fines por el Louvre. En realidad, aunque está ambientada en la época actual, se trata de un novela escrita en 1927 por Arthur Bernède, "Belphégor", que si bien incluye una serie de cinco libros, parece que sólo ha tenido cierta fama el primero, sobre el que ya se hizo un film en el mismo año de 1927, además de otros más recientes en todos los formatos: televisivo (1965), cinematográfico (1966), dibujo animado (1998), hasta llegar a la presente y pintoresca versión del 2001.

Así que nos encontramos con la pequeña decepción de que "La máscara del faraón", así se ha traducido de forma un poco torpe, no sea de época, cosa que se compensa en parte con la presencia de Sophie Marceau, que para este fin luce unas botas negras de ante muy lindas, aunque no se las vea mucho. Pero no penséis que es una cualquiera sino que es una buena chica que vive con su abuelita y todo, como si fuera Caperucita Roja, que no lo hacía bajo el mismo techo pero sí la visitaba. El caso es que se cruzará con el fantasma y entonces comenzarán los sucesos extraños. La verdad es que tiene todo un aspecto entre cómico y chabacano pero creo que a posta. Se pasa un buen rato. Por cierto, Belphegor sería el demonio particular de Francia.

Atropellada, difícil de seguir, insoportable, en otras palabras. Esta cinta, que loa la capacidad del Louvre y - a la vez- se ríe de él, se sirve de momia a la gloria de Marceau. Interesa más la belleza, los gestos, el "tipín" de la actriz que cualquier explicación plausible acerca de la reliquia fantasma. Entre el catetismo y el chauvinismo francés, pasan los minutos.

Para enamorados de Marceau: antes Anna Karenina o El mundo nunca es suficiente.
Para adoradores de este tipo de espectáculo galo: Adele Blanc- Sec.