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Erizo en la niebla (C)

Animación. Intriga. Fantástico. Drama Un narrador (Alexei Batalov) relata la historia de un pequeño erizo (Maria Vinogradova) y su amigo, una cría de oso (Vyacheslav Nevinniy). Ambos se reúnen cada atardecer a tomar el té servido del samovar encendido con ramas de enebro. Después de beber el té, los dos conversan y se sientan a contar juntos las estrellas... (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
10 de octubre de 2010
85 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una genial noticia que el equipo de Filmaffinity haya hecho las fichas de las obras completas de Yuriy Norshteyn, es obvio que es un director a tener en cuenta en ese afán filantrópico que caracteriza a esta página web a la que todos contribuimos un poco con nuestras intervenciones. Estamos de celebración pues, todo lo que sea ampliar nuestros horizontes cinematográficos bienvenido sea, más aún si hablamos de un director de la calidad de un director como el soviético.

La figura del erizo (que recientemente acaba de conseguir una estatua en la capital de Ucrania, Kiev) es realmente entrañable, especialmente por esa curiosa inocencia que lo lleva a adentrarse más y más en la niebla aún a pesar de su evidente temor. Allí se encuentra con todo tipo de contratiempos y sorpresas, como si acabara de descubrir un mundo nuevo. En cierto sentido viene a ser una metáfora de la propia vida, donde todo lo que está por venir y todo lo que nos va llegando es nuevo y desconocido, desconcertante, provoca en nosotros temor, suscita esperanzas, etc. Este pequeño film es un ensalzamiento del coraje y la capacidad de iniciativa, único modo de sobrevivir en la vida ante muchas de las dificultades que ésta nos presenta. El valor de la amistad, la confianza, el miedo... todo ello se combina para dar lugar a nuestro camino que, por supuesto, no es el único*.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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15 de julio de 2010
47 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
El erizo va a ver a su amigo el oso, como cada tarde, para tomar el te y contar las estrellas. Pero de camino, en el bosque, ve un hermoso caballo blanco...

Este cortometraje animado, de apenas diez minutos, ha sido catalogado como la mejor cinta de animación de todos los tiempos, por delante de títulos de Disney, Miyazaki o cualquier otro. No solo eso, sino que otra película de Yuri Norstein, El cuento de los cuentos, figuran en segunda posición en esa lista. Es difícil describir con palabras Erizo en la niebla. Bajo la apariencia de una historia infantil, aparece un poema visual de enorme belleza. El viaje iniciático del erizo es casi como el Stalker de Tarkovsky, si en aquella era La Zona ese lugar mágico en el que se cumplían los deseos del ser humano, aquí es la niebla la que hace sacar a flote las emociones del erizo (y el espectador). Sin duda Tarkovsky vio esta película (como tantos otros millones de rusos), y me atrevería a decir que la tuvo muy presente. La calidez y dulzura de la animación, basado en técnicas totalmente artesanales, como por ejemplo emplear láminas de vidrio superpuestas para dar un aspecto tridimensional a personajes y escenarios, hace que Norstein tarde a menudo años en completar sus películas, pero también consigue un efecto envolvente y mágico, es una sensación onírica y que te transporta inmediatamente al mundo de la fantasía. Está, por supuesto, en las antípodas de lo digital. Un poema animado.
Iñigo Montoya
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25 de enero de 2011
35 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lástima que este corto no me llegue. No ha conseguido concentrar en sus diez minutos esos pedacitos de magia que podrían haberme satisfecho.
Pero para quienes puedan disfrutarlo, ahí va este apunte: es quizás un pequeño viaje de descubrimiento. Nada permanece igual. Ni las estrellas son los tranquilos y quietos puntos de luz que suponemos, ni los días se suceden de la misma forma. La rutina es una ilusión. El peligro acecha tras la ficticia sensación de seguridad prefabricada. El pequeño erizo camina por el bosque, acudiendo a su cita con su amigo el oso, sin ser muy consciente de los riesgos que corre, y se asombra ante paisajes extraños y animales insólitos. Su inocencia es como una bandera que canta a los vientos la pequeñez y la grandeza de la vida.
Temerarias e ingenuas motas vivas desafiando al abismo. Eso somos todos los que habitamos la Tierra.
Vivoleyendo
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10 de enero de 2013
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sabía de este corto y, de repente, lo encontré. Desde el comienzo, me gustó lo que vi: una animación muy cuidada acorde con una iluminación que en conjunto estaban por proponerme algo interesante, y eso captó mi atención de inmediato.
Después, me colgué por completo de la expresión corporal y la mirada del pequeño erizo. Me transmitió todo su miedo, su desconfianza, su incertidumbre, su preocupación y yo estaba muy feliz de haber encontrado algo tan disfrutable.
Pero, al final, cuando el erizo regresa sano y salvo al hogar, me di cuenta de que algo ha pasado, su mirada ha cambiado, tiene la expresión de los que han visto más allá y han cambiado su percepción del mundo y de la vida, de los que saben un poco más sobre sí mismos y han cruzado algún umbral.
Cuando te miras en esa clase de espejos, es imposible no sentirte empático. Cuando ves algo así de grandioso, sabes porqué te ha gustado y comprendes perfectamente porqué habrá a quienes no les ha gustado tanto.
Bruja
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29 de marzo de 2016
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver 'Erizo en la niebla' provoca una turbación ensimismada, comparable a la que nos produce recordar un sueño. Alegorías o interpretaciones posibles aparte, Norshteyn consigue que observemos su obra con la extraña fascinación con la que observamos un cuadro de Klimt o de Rousseau, autores que no se ceñían a las normas físicas, incluso lógicas, de nuestro mundo consciente.

La obra elude lo obvio, se proyecta sobre emociones desnudas de formas inclasificables. Yo nunca me he extraviado en la niebla, al acecho de extraños entes; pero sí me he sentido perdido. Yo nunca me he dejado guiar por un río hasta la seguridad del amigo; pero sí me he sentido aliviado al ver un rostro conocido.

Jamás encontré un hermoso caballo que, como una aparición divina, resquebrajase la textura lóbrega de esa niebla que me negaba el norte; y no me vi abocado luego a recordarlo con nostalgia, e imaginar dónde se hallaría ahora. Sin embargo, el autor consigue que recuerde a ese animal como recuerdo a un viejo compañero que me tranquilizó en un momento de angustia: que tema por su destino como he temido cuando he soñado la muerte de un ser querido.

Gracias.
Nuño
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