Bendíceme, última

Una magnífica adaptación de la novela homónima de R. Anaya la realizada por Franklin. Son muchas las cuestiones que abarca, pero hace especial hincapié y mantiene un debate muy interesante sobre el bien y el mal desde las experiencias de un chaval muy sensible de entre seis y diez años -Antonio- que comienza a razonar por sí mismo. En esta línea, contrapone el ambiente social de un pueblo chicano con la tradición católica y los dogmas del catecismo que Toño trata de aparejar sin mucho éxito. En este conflicto entre lo que le dicen de Dios, lo que debería ser y lo que realmente es, Toño cuenta con la referencia de Última, una curandera respetada y temida, cuyos conocimientos le van sirviendo de referencia y enseñanza. Pero hay más. La obra es una especie de "collage" de historias, temas costumbristas, asuntos ecológicos y, sobre todo, un magnífico retrato del cambio cultural e industrial que se aproxima tras la II Guerra Mundial. Excelente ambientación, muy buena fotografía y exquisita música. Merece mucho la pena: no es nada trivial y deja un buen poso para los que les gusta el cine que hace pensar.

A pesar de que en la reseña señala que la película está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, no es así.
Bendíceme, Última es la intrahistoria de un pequeño pueblo de la frontera mexicana llamado El Puerto.
Antonio, el hijo menor de una familia que ha visto partir a sus tres hermanos mayores a la guera, es el narrador sobre este cuento de brujas sin brujas.
La película es lenta, a pesar de estar muy bien ambientada y el doblaje al castellano español tampoco la ayuda mucho.
La música sí es bastante buena y la hace subir algunos enteros.
Simplemente un historia costumbrista de ambiente rural ultracatólico donde los personajes llegan y se van sin que importe realmente mucho...como la bruja del título.