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Mollenard, el capitán corsario

Drama El capitán Justin Mollenard trabaja para una compañía naviera que vende armas en Asia. Después de sufrir en Shangai el ataque de unos bandidos que pretendían robarle el cargamento, regresa a Dunkerque, su ciudad natal, donde es fríamente recibido por su esposa, que le reprocha que haya desatendido a la familia durante tantos años. Cuando Mollenard está a punto de volver al mar, un repentino ataque cardíaco lo deja paralizado y ... [+]
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Críticas ordenadas por utilidad
4 de agosto de 2015
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Somos muchos los que gracias al gran acerbo cinematográfico que existe en la Red nos hemos apuntado al gremio de los aprendices de brujo, rama críticas cinéfilas, y, tal es mi caso, después de dejar negro sobre blanco más de un millar de comentarios de películas de todas las edades, nacionalidades y géneros me atrevo a decir que las murallas de Jericó de mis ignorancias se han resquebrajado algo (para derribarlas hay que soplar aún más fuerte y en ello estamos).

Y este que les habla, dice, que uno de esos “descubrimientos” hechos en la odisea cinematográfica por los mares del cine francés, ha sido Gabrielle Dorziat. Auténtica dama, curtida en candilejas teatrales que me sedujo en Les parents terribles de Cocteau y me convenció en De Mayerling a Sarajevo de Ophüls, y a quien he vuelto a encontrar en un film previo del alemán Siodmak: Mollenard. Si la actuación de Harry Baur es soberbia la de Dorziat da la réplica perfecta.

Si la película completa hubiese sido el retrato del conflicto matrimonial entre el comandante Mollenard y su esposa, la película podría haber resultado un tanto monótona pero el enfrentamiento en escenarios de dos grandes actores con grandes personalidades, resulta ser un escándalo en el mejor concepto interpretativo del término.

Queda pues recomendado un ciclo dedicado a Gabrielle Dorziat, en donde deberá incluirse esta Mollenard, en la que brilla con luz propia, a pesar del soberbio trabajo de Baur quien da vida a un marino dedicado al transporte de armamento y de paso, y en sus ratos libres, al tráfico en beneficio personal y de su tribulación. Una tripulación que le reverencia y donde destacamos a Albert Préjean como Kerrotret su segundo a bordo, en puerto y en cualquier circunstancia.

La acción tiene lugar en Shangai donde una partida de armas es el motivo de disputa entre el mafioso Bonnerot (Pierre Renoir) y Mollenard, quien rehúsa entregar la mercancía al no recibir el precio acordado. Sus intentos de vender las armas al bando contrario fracasan inicialmente por la intervención de Bonnerot quien no duda en asesinar para conseguir sus propósitos. Sin embargo el comandante es mucho comandante y acabará saliéndose con la suya aunque le costará un incendio en su buque. Rescatados y recibidos como héroes en Dunkerke, su ciudad, Mollenard da muestras de su idiosincrasia y rechaza los festejos ofrecidos por las autoridades y prefiere celebrar su propia fiesta. La obligatoria estancia en Dunkerke aviva el conflicto con su esposa y sus hijos, aleccionados en su contra durante su ausencia. Únicamente la hija parece comprender el verdadero valor de su progenitor. Un valor y unos sentimientos que nos dejarán un final de los que no se olvidan y donde Madame Mollenard juega un papel casi, por darles pistas, a lo Bette Davis en sus “mejores” momentos.

Un film donde se nota la mano de Siodmak, en la más pura tradición de esos claroscuros expresionistas alemanes, anticipo de su buena mano para el cine negro, y que contó con la colaboración de los mejores técnicos del cine francés del momento. Uno de ellos, Eugen Schufttan, nos regala una fotografía de primerísimo nivel. Los decorados, la música y en general, toda la película nos deja una excelente impresión.

Nos sobran los motivos para verla.
FATHER CAPRIO
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