La premisa argumental de ‘La prueba del crimen’, es eso, una premisa para que el director Wayne Kramer diera rienda suelta a los horrores que suponen una ciudad de noche para Oleg Yugorsky (monofacial Cameron Bright), un niño asmático de 8 años. En medio de la historia de Oleg (verdadero protagonista del film) aparece un matón de poca monta llamado Joey Gaselle (el siempre añorado Paul Walker) y toda esa clase de personajes estereotipos del género gangsteril que están carentes de la más mínima ética y moralidad, mostrándonos el director y guionista una gama de personajes repulsivos y a cada cual más desagradable.

Lástima que las aparentemente buenas intenciones de Wayne Kramer se vayan al traste por sus excesivas flipaduras visuales y el uso reiterativo de filtros y planos hiper-cortos de milisegundos.
Kramer falla en su intento de crear una cinta pulp referencial (Los hermanos Grimm, John Wayne, Scarface, Tarantino y Tony Scott en general) y con vistas a ser descaradamente cool, que acaba resultando cargante e incluso en muchos momentos exasperante... Todo ello en un montaje acelerado que no pega con el tema a tratar. Una dirección clásica en muchos instantes del film hubiesen ayudado a seguir mejor la historia, que se muestra tremendamente enrevesada en su segundo y tercer acto.

En definitiva: 'La prueba del crimen' es una cinta en la que sólo en algunos momentos (y por reiteración) Kramer acaba dando en la tecla. Esta es una película que iba para cult-movie y se quedó olvidada en los estantes mas sucios de videoclubs y tiendas especializadas.

-Lo mejor: Chazz Palminteri, grandísimo actor con un rostro hecho a medida para el cine de gangsters. La escena del estadio de Hockey de una violencia pocas veces vista. La belleza hipnotizante de Vera Farmiga.

-Lo peor: Su infantiloide giro final, por no hablar de la verdadera identidad de Gaselle... y que haya tantos y tantos y tantos tacos en el film.

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