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España España · Aranda
Voto de Larrory:
9
Thriller. Terror Adaptación de la novela homónima de Henry James.Tras abandonar el seminario jesuita de Loyola, Roberto, por medio del párroco de su pueblo, encuentra trabajo como preceptor de dos niños huérfanos, sobrinos del conde de Echebarria.
21 de febrero de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lei la novela de James en un ayer demasiado lejano como para tenerla en mente. Estoy sin embargo seguro que no la percibí como una historia de fantasmas, a tal punto que cuando tuve posteriores noticias de adaptaciones cinematográficas o televisivas, me sorprendió sobremanera que diesen por sentado que sí lo fuese.
¿Falta de atención mía debida al irremediable tedio que me provoca el bueno de Henry, tal que me arredró ante la eventualidad de una relectura más detenida que me hiciese recapacitar sobre lo que mi distracción pasó por alto?
Bienvenida sea pues la interpretación que de la novela ofrece Eloy de la Iglesia, ya que corrobora en cierto modo la mía propia.

El documentado trabajo de Pascale Catala "Apparitions & maisons hantées" (Apariciones y casas tomadas) tiende a demostrar que todos los eventos supuestamente sobrenaturales que se ha tenido la posibilidad de estudiar y analizar objetivamente están siempre ligados a la presencia insustituible de cierto ser humano de carne y hueso, en la mayoría de los casos un adolescente perturbado o un adulto joven aquejado de trastornos psicológicos.
Nada de almas insustanciales vagando por paraisos, infiernos o purgatorios consistentes en mansiones otrora escenario de horrendos hechos, que visitan mediante fétidos olores, corrientes de aire helado, desplazamiento de objetos o estruendosos golpes.
Ese folklore deriva de nuestras supersticiones, del mero hecho que no queramos resignarnos a admitir que la muerte constituya el fin de los fines.

Existen, eso sí, seres vivos y coleantes capaces de inducir fenómenos paranormales semejantes a los expuestos más arriba, pero jamás de forma voluntaria, y sin que ellos mismos sean conscientes de ser la causa de los tales.
Es el caso del maestro, ya que lo que Eloy de la Iglesia sugiere claramente a mi entender, es que la amenaza que se cierne sobre los niños no proviene de la fantasiosa presencia maligna de la pareja muerta, sino del propio maestro, de sus inconscientes poderes alucinatorios y de sus obsesiones íntimas, quizás derivadas de una religiosidad pervertida, como lo insinúa las laceraciones que se inflije.
Su cerebro crea las apariciones, las ve en el sentido literal de la palabra, y por tanto queda plenamente convencido de su realidad. Esa auto-persuasión, junto a sus explícitas pulsiones pedófilas, le compelen a desear encarnizadamente que los niños se sumen al juego malsano que su mente ha fantaseado. Se convierte así en un instrumento de perversión para los niños, queriendo, o queriendo creer, ser su ángel custodio.

Impresionante película, con actores certeramente elegidos y bien dirigidos.
Larrory
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