Arturo Valls se ha convertido en un clon de si mismo, y creo que su recorrido como actor, desde hace unos años se ha visto limitado, y se verá aún más debido a la sobre exposición mediática. Sus registros interpretativos son escasos, apoyándose continuamente en ellos para ofrecernos algo repetitivo y con poco calado.

La película es rara, con una vis cómica, a la que generosamente podríamos calificar como... clásica, que puede agradar a algunos, pero con la que yo he conectado poco, esbozando alguna sonrisa en momentos muy concretos.

Pepón Montero ha buscado la originalidad en la dirección, con un montaje extraño que facilita su visionado, pero, apostaría por una escaso recorrido en salas.