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Voto de Chris Jiménez:
8
Intriga. Thriller. Ciencia ficción. Drama César, un atractivo joven que ha heredado de sus padres una gran fortuna, vive en una espléndida casa en la que organiza lujosas fiestas. Cuando una noche conoce a Sofía y se enamora de ella, Nuria, su antigua amante, se muere de celos. Al día siguiente, yendo en coche con César, Nuria intenta suicidarse provocando un accidente. Cuando César se despierta en el hospital descubre que su rostro ha quedado horriblemente desfigurado. (FILMAFFINITY) [+]
22 de febrero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y César tiene que despertar, despertar de una pesadilla en la que se ha sumergido profundamente y de la cual le es imposible salir. Lo único que ha de hacer es abrir los ojos.
Pero una vez abiertos...¿cómo saber si se está viviendo en la realidad o en un sueño? Porque a veces los sueños, aunque parezca mentira, pueden ser tan veraces, o incluso más, que la misma realidad.

A muchos les hará daño oírlo, otros lo negarán rotundamente, pero nos encontramos ante una de las más grandes obras de nuestro cine y de la ciencia-ficción jamás realizadas (sí, a muchos les dolerá oírlo), y todo conseguido por ese madrileño llamado Alejandro Amenábar que tan sólo un año antes había pegado una vuelta al "thriller" español con "Tesis". Este hombre que empezó a base de cortometrajes tuvo la suerte de ser descubierto por el veterano José Luis Cuerda, director de las memorables "Amanece, que No es Poco" y "El Bosque Animado", cuando un compañero de le mostró "Himenóptero" (cuyas imágenes podemos ver aquí brevemente).
A partir de ahí Amenábar pasó a ser el "protegido" de Cuerda, quien le ayudó en sus futuros proyectos; en colaboración con el productor Alain Sarde y el actor Andrea Occhipinti (los fans del "giallo" le recordarán), el director se puso a trabajar, contando de nuevo con Eduardo Noriega y Fele Martínez, en la que sería su obra maestra. No se le podría conceder otro honor. "Abre los Ojos" es todo lo que Amenábar puede hacer en los '90, y tras una corta carrera alcanza su culmen como cineasta.

Esta aventura que nos lleva a través de los recovecos de la memoria, del siempre imprevisible mundo de los sueños y de sus significados, nos presenta a un joven que lo tiene todo: dinero, mujeres, buenos coches y un apartamento de lujo. Lo que no tiene es aguante para el compromiso, lo que le hace bastante la puñeta que Nuria, su último ligue, no deje de perseguirle a todas partes. En su fiesta de cumpleaños conoce a Sofía, una actriz de la que está enamorado su amigo Pelayo, lo que no impide, por supuesto, que también flirtee con ella.
Lo que no planeaba César era subirse al coche de Nuria, un coche que minutos después acaba estampándose, matándose la chica y dejándole a él con la cara desfigurada. Nadie parece poder ayudarle, hasta que, de repente, las cosas empiezan a ir bien: le recomponen el rostro, consigue a Sofía, se reconcilia con Pelayo, es como si sus sueños se hubieran hecho realidad...no obstante, de los sueños a las pesadillas hay un paso, y él está a punto de darlo, porque lo cierto es, que aunque todo se le antoje tan real, nada es lo que parece.

Amenábar nos introduce en un sueño, un sueño desarrollado de manera perpetua donde está sumergido el personaje de César, un círculo infinito cuya ambigüedad se convierte en el motor del film. Durante la primera media hora, se nos presenta al protagonista, un muchacho adinerado en un ambiente rebosante de humor y optimismo; preámbulo acompañado de una serie de "flashforwards" que tienen lugar dentro de un psiquiátrico y remiten a un supuesto crimen, señal de que bajo las apariencias se esconde una estremecedora verdad. Desfases temporales que cargan a la película de un misterio, de una tensión difusa abocada a la tragedia cuando el rostro de César queda desfigurado por el intento de suicidio de Nuria.
El sueño se hace pesadilla, el príncipe se convierte en monstruo y, no obstante, la cortina de angustiosos enigmas sigue cubriendo el espectro; nos adentramos en un drama permanentemente atravesado por intensidades, formas que se abren camino en el inconsciente, alucinaciones, pesadillas procedentes de una realidad aún no experimentada o de un pasado ya vivido, mientras el empeño de la pareja César/Antonio por resolver el crimen avanza y termina por imbuirnos en una intriga que practica la interpenetración de la realidad y la ficción, de lo visible y lo invisible.

Amenábar despliega un "thriller" psicológico enfermizo y ambiguo ubicado en el ámbito de la ciencia-ficción donde nunca se deja en segundo plano el poder de los sueños. Esta mezcla de géneros, en lo argumental y visual, al "Plan Diábolico" de Frankenheimer, al "Cara a Cara" de Bergman o a la "La Jetée", de Chris Marker; asimismo recuerda a la lectura de K. Dick, donde el anhelo de poseer una memoria propia era el motor de "Podemos recordarlo Todo por Usted", a la dualidad del protagonista de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde", por un lado hombre apuesto, por el otro un ser monstruoso, y a una ciencia-ficción de corte "cronenbergiano" unida a un sentido del misterio propio de Lynch o Hitchcock.
El director se anticipa ingeniosamente a "Matrix" en su invención de un mundo construido a partir de una ficción virtual, la cual, tras sus aristas milimétricamente pulidas, se hallan dobles lecturas de mucha trascendencia (nótese que Amenábar era un homosexual inconfeso por aquellos tiempos), escondidas en la condición de ser horroroso que acarrea el protagonista de cara a una sociedad incomprensiva y despiadada.

Eduardo Noriega, en el mejor papel de toda su carrera, da vida a este protagonista, demostrando la gran capacidad y versatilidad que posee como actor, seguido de un siempre eficiente Fele Martínez, el fantástico Chete Lara y la muy sensual Najwa Nimri...que yo me pregunto, ¿para qué cojones quieres a la empalagosa y detestable Penélope Cruz cuando tienes a Najwa Nimri? (¿de verdad que no había más actrices para hacer de Sofía?). Tristán Ulloa aparece como el camarero de la discoteca y el propio director hace un cameo saliendo de los aseos.
Pese a ese final donde todo se aclara y nada se deja a la imaginación, "Abre los Ojos" es una experiencia más que una película, ya que provoca el deseo de volver a verla para sumergirse en su mundo de sueños y enigmas. Tal repercusión tuvo en su momento que a los americanos les faltó tiempo para hacer un nauseabundo "remake" con Tom Cruise y Penélope Cruz (¡¿!?) de protagonistas, "Vanilla Sky", que acabó dirigiendo Cameron Crowe.
Chris Jiménez
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