Atrapado en el túnel

En los últimos años, el cine coreano está arrancando con fuerza gracias a muchas virtudes (y algunos) defectos que este “The Tunnel” expone a la perfección. En la parte positiva hay que reconocerles la capacidad de crear grandes historias combinando efectismo con dramatismo e incluso con un cierto minimalismo que sale del espacio donde sucede. Resulta curioso ver a los personajes coreanos con actitudes propias de los héroes occidentales pero al mismo tiempo con las debilidades y modestia de la cultura asiática. Las debilidades se muestran aquí en forma de corrupción, manipulación de los medios, el miedo o el egoísmo. La modestia se demuestra en tanto en cuanto hasta el más heroico de los protagonistas de “The Tunnel” pide varias veces perdón por errores en su trabajo (y acaba la película redactando una carta de disculpa”, a pesar de ser un héroe. Es decir, el cine asiático humaniza lo imposible y eso acerca al espectador a las historias. Además, el humor, que aquí en “The Tunnel” es fantástico, sirve de catalizador para sobrellevar más de dos horas de pura tensión. “The Tunnel” tiene lo mejor de ese cine, con escenas soberbias (como los dos derrumbes), un diseño de producción impresionante, unos buenos actores y un ritmo que apenas decae. La historia de este padre de familia encerrado bajo el derrumbe de un túnel es vibrante, apenas le sobra metraje (de sus más de dos horas) y tiene la virtud de ir constantemente del drama a la comedia a la acción, midiendo los tiempos y creando un espectáculo de lo más entretenido. No obstante, si conocéis el cine asiático, debéis tener en cuenta también que “The Tunnel” es quizás el exponente más exportable, una visión comercial del cine asiático que funciona de maravilla entre el público occidental. Va sobre seguro y aunque no maravilla, si que convence. Si os gustan los dramas catastrofistas, dadle una oportunidad a “The Tunnel”, a pesar de ser una película diferente al cine al que estáis acostumbrados.

Lo mejor: El diseño de producción. Las escenas humorísticas (el final es soberbio). Un perro que hará las delicias de cualquier espectador
Lo peor: Cierta previsibilidad. Pierde algo de fuelle a partir del minuto 90. La precipitación del desenlace. La ingenuidad de algunos personajes.

Sólo le pongo un pero, y es su excesiva duración, con el consiguiente riesgo de tener tramos más aburridos que otros, y que parecen de relleno. Un problema que, a mi juicio, es muy frecuente en el cine asiático, y suele lastrar sus producciones. Por lo demás, es una película entretenida y agradable de ver, buenos efectos especiales, y tensión y claustrofobia muy bien sostenidas por el actor protagonista, uno de los actores que mejor cotizan en Corea del Sur, donde la cinta ha sido todo un éxito de taquilla.
Se le podían sacar punta a algunos detalles del guión, pero tratándose de una película comercial y de simple entretenimiento, valoro más el buen sabor de boca que deja la película.

Film comercial y de razonable calidad que consigue entretener con una historia de supervivencia (pero poca...), de superación (tanto en el protagonista como en los encargados de su rescate) y de relaciones humanas (la exigua comunicación con su familia y las relaciones vergonzosamente interesadas del gobierno y los periodistas).

Entretiene pero no emociona. Ni en la parte de supervivencia --una buena idea que con otro director o enfoque habría sido un pelotazo-- ni en la parte más lacrimógena --gusta ,sí , tiene sentido esta parte pero no es ninguna maravilla--.
Sí que tiene más calidad de lo habitual pero me parece una pena que no le saquen más partido a la historia: podría haber sido un film de aventuras genial y se queda en un popurrí de géneros. Eso sí, no arriesga por ninguno y consigue ser comercial con cierta calidad.

Las escenas de los derrumbes y del rescate son buenas. El ambiente claustrofóbico está bastante logrado.

Lo mejor: el fiel reflejo de incompetencia a nivel global ejemplificada en la planificación del equipo de rescate que se propone auxiliar al hombre que ha quedado atrapado a más de cien metros de profundidad bajo el tramo del ventilador número tres de un túnel derrumbado totalmente apenas un mes después de su fabricación a causa de su nula rigurosidad arquitectónica (por desgracia el incumplimiento de los estándares de seguridad es muy común), dependiendo el grupo de inservibles protocolos (solamente disponibles en su idioma original), ineficaz tecnología (valiéndose de drones exploradores que pierden la señal inalámbrica con suma facilidad) y erróneas estimaciones (la cifra que se da en un principio para llevar a cabo la misión es de una semana y ésta termina aumentando a medida que avanzan las jornadas hasta los treinta y cinco días), todo ello para evidenciar la falta de previsión a la hora de subsanar este tipo de incidentes; el melodrama catastrofista dirigido y escrito por Kim Seong-Hoon funciona maravillosamente al seguir inteligentemente la senda de Buried en una vertiente menos minimalista y más sensacionalista, empleando planos cortos y cerrados para provocar angustia en un espectador que sentirá irremediable empatía a partir de destellos de humor y escenificación de valores humanos, así como dos escenas de contundente calidad que se corresponden con sendos hundimientos sobre la carretera afectada; la entrevista telefónica que le realizan al optimista mártir, oportunista como cabría esperar por parte de los reporteros, obviando el insalvable contratiempo de la soledad como más dilapidaría que las propias rocas en aras de mantener la calma para evitar arritmias (el suspense se refuerza con sonidos cardíacos en los compases de mayor tensión).

Lo peor: la parsimoniosa tranquilidad y sospechosa vitalidad con la que el personaje encarnado por Ha Jung-Woo, actor que lleva a cabo una complicada y formidable labor, afronta su supervivencia en solitario (al menos durante gran parte de la historia) optimizando esfuerzos y racionalizando suministros, manteniendo su autoestima intacta aun cuando las esperanzas se declaran por sí mismas explícitamente falsas y se ve precipitado a plantearse la hidratación con orina propia y la alimentación con comida de perros, acumulando incomprensibles reacciones que se alejan de la desesperación y la frustración que asolarían y extenuarían a cualquiera; la cobertura del móvil del anteriormente citado protagonista no parece resentirse lo más mínimo pese a las extremas circunstancias en las que se encuentra, algo nada creíble al soler perderse en plena calle con asiduidad y, con mayor normalidad si cabe, desvanecerse por agotamiento de la batería, extendiéndose aquí mucho aunque el uso que se le da no es demasiado pero tampoco escaso; la convincente repulsión de la gran expectación generada por el suceso narrado entre ciudadanos de a pie y, en especial, como ya se ha mencionado en el último alegato del párrafo predecesor, la prensa que, sin escrúpulos, sigue semejante noticia de infinita relevancia mediática sin atender realmente al estado del sepultado, manipulando a su antojo los avances si repercuten sobre la economía gubernamental (el gesto de aprobación final del humilde vendedor de coches cuyo lema de vida gira en torno a ofrecer, entregar y descontar más que el la competencia resulta auténtica poesía visual).

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl

Filme muy comercial a cargo del director de A Hard Day.
Una correcta película de catástrofes surcoreana que empieza de una manera demasiado optimista que le resta tensión y claustrofobia a la trama para luego girar, en su tercio final, hacia el puro drama.
Se deja ver.


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