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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
5
26 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
También ha cosechado triunfos como profesor. También consiguió que chicos considerados problema (¡negros, latinos y asiáticos!) lograran resultados académicos más que satisfactorios y por nadie esperados. También ha publicado libros, y uno de ellos “55 reglas esenciales: Manual para la educación de los más jóvenes”, estuvo 13 semanas en la lista de bestsellers del New York Times. Se llama Ron Clark y sus logros con los chicos de Harlem, también le han merecido una película (hecha para la televisión) y, desafortunadamente, con pocos recursos y con una historia cuya estructura sus guionistas calcaron, sin pudor alguno, de “Lecciones inolvidables” (el profesor dispuesto a mostrarse por momentos infantil, los chicos hostiles de minorías raciales, la chica brillante que quieren sacar del proceso, el contacto con los padres-obstáculo, la enfermedad como resultado del exceso, el reto del examen…).

Así, la historia de este otro caballero, que con su juiciosa labor dignifica una profesión plagada de apagadores de aspiraciones, se viene a menos porque, no obstante que conseguimos identificar su compromiso, su entereza, su afán de empatizar, y sus numerosos ejercicios de adaptación, disciplina y necesarias normas que nos merecen amplia aprobación, la manera copiona y en momentos artificial como se desenvuelve el filme (véase por ejemplo la secuencia de la golpiza a su alumno Tayshawn Mitchel), arruina notablemente lo que bien pudo ser otra historia original, verdadera y ejemplar.

La directora Randa Haines, con una reconocida trayectoria que incluye títulos tan meritorios como “Hijos de un dios menor” o “El doctor”, luce en “UNIDOS PARA TRIUNFAR” bastante desganada y sin empeño alguno en aportar cinematográficamente algo satisfactorio. Pareciera sentir que lo que se hace para la televisión no valiera tomárselo en serio, y queda en cabeza de los actores, con Mathew Perry como protagonista, llevar todo el peso del entretenimiento y del poco arte que la película consigue contener.

Contra todo, lo que sucede en aquel grado 5° de la Escuela Elemental Inner Harlem, es ejemplo de una profesión guiada por la vocación, por el entendimiento de que nuestra misión en este mundo es dejarlo un poco mejor de lo que lo encontramos, y sobre todo, por un férreo compromiso con esos muchachos que, con tantas carencias, bien que se merecen poder contar con una formación que les dé la oportunidad de acceder a un nuevo sendero. Esto nos basta para expresar nuestro más cálido reconocimiento al profesor Ron Clark.

Punto aparte, creo que ya va siendo hora de que el cine-escuela made in Hollywood se desencasille y refleje también los gravísimos problemas que generan los estudiantes natos blancos y pudientes de Norteamérica, pues, por este lado hay sin duda uno que otro profesor haciendo ingentes esfuerzos para conseguir educarlos, sanear sus ambiciones y alejarlos de las armas.
Luis Guillermo Cardona
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6
22 de abril de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera que hay hombres que lo llevan en la sangre, porque tantos siglos que han pasado y todavía se sigue amenazando, atacando y asesinando para apoderarse de la tierra. ¡Y cuán triste resulta ver a aquellos individuos que se apropian de cientos y miles de hectáreas, sintiéndose grandes, cuando ante la vida plena siguen siendo unos fantasmas. Porque ¿qué felicidad puede haber en la usurpación, en el enriquecimiento ilícito, en la infamia? Por más que se aparente, el espejo y la conciencia les recordarán a diario que lo suyo huele a sangre, porque lo que no es tuyo por derecho propio, no vale absolutamente nada de cara al universo.

A los indios les arrebataron la tierra que ellos protegían respetando sagradamente a la naturaleza, y la convirtieron en polvo, en pavimento, en ruido y en moles de adobe y de cemento. Y tuvieron que morir millones de hombres, mujeres y niños para ganar ese derecho. Y a esto lo llaman progreso.

“EL ÚLTIMO MOHICANO” nos habla de la guerra, de la larga y cruenta lucha que sostuvieron ingleses y franceses para apoderarse de las tierras del Canadá. Y en medio, los nativos Mohicanos, una tribu algonquina que comenzaba a sentir el destierro y el exterminio, aliada aquí con los ingleses, y los Hurones (nombre que pudo provenir de las pieles de hurón que utilizaban o del francés hure que significa villano), aliados éstos con los franceses.

El objetivo anexo es la venganza que, Magua el jefe de los Hurones, tiene contra el coronel Munro por haber asesinado a su familia, y la decidida protección que, con las hijas de éste, asume Hawkeye -el medio-blanco hijo adoptivo de Chingachgook- enamorado de Cora, la mayor.

Michael Mann ha hecho un filme brillante en sus aspectos técnicos, con una eficiente colección de imágenes que reflejan verazmente las fuertes y cruentas batallas; con una imponente banda sonora que añade más altura de la que poseen algunas escenas; y en unos escenarios muy acordes con los hechos.

Pero, la aventura pierde peso por la abundante plasmación de actos brutales, y sobre todo, porque el arte objetivo de matizar a los personajes se pierde por completo. Mann parece olvidar lo que ya sabía y cae en el necio tópico de recrear a buenos y malos, animándonos a ver con buenos ojos el aniquilamiento de esenciales personajes. Y así no debe ser.

Título para Latinoamérica: “EL ÚLTIMO DE LOS MOHICANOS”
Luis Guillermo Cardona
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9
13 de marzo de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, la explicación para que los más cuerdos a los demás les parezcan locos, puede encontrarse en el hecho de que, el más cuerdo, al ser más evolucionado y ver las cosas de otra manera, en ocasiones resulta extraño, diferente y “anormal”, puesto que la “normalidad” es actuar como Vicente: ir para donde va la gente. ¡Y hay de aquellos que consiguen ver cosas que la humanidad simple y llana ni siquiera ha imaginado! Hasta la misma psiquiatría los tratará de alucinados, esquizofrénicos, y más peyorativamente, locos de remate. Y claro, como usted no puede demostrar que ha visto lo que ha visto, imposible convencer a nadie porque, para la todavía corta ciencia, lo que no podemos ver todos, sencillamente no existe.

¡En que lío (que involucra a toda su familia y al personal médico y asistente de un hospital psiquiátrico), termina metido Elwood P. Dowd por el simple hecho de haber entablado amistad con un pooka llamado Harvey! Lo encontró, un día cualquiera, al pasar por un semáforo… y bueno, a Harvey le resultó simpático el buenazo de Elwood y ahora va con él a todos lados. Lamentablemente, el amigo de Harvey no parece tomar en cuenta que los demás no ven lo que él sí ve, y se dedica a hablarle en público a su amigo pooka, al tiempo que, haciendo uso de su habitual cortesía, lo presenta a todas las personas con las que comparte.

¿El resultado? Mejor que lo vean en esta divertidísima comedia con un James Stewart en una de sus más especiales actuaciones y con la memorable Josephine Hull (“Arsénico por compasión”) como su especial y confundida hermana, en una interpretación que la haría, por fin, merecedora del premio Oscar.

El propósito de “EL INVISIBLE HARVEY” es divertirnos y a fe que lo logra con esa bella locura de su personaje protagónico, pero también se propone (en un tema que hace parte de la obra “Harvey” con la que su autora Mary Chase pudo llevarse a casa el famoso premio Pulitzer), dejar bien sentado que, con marcada frecuencia, resultan con más pinta de locos los que presumen de cuerdos, que aquellos a los que la gente condena o estigmatiza por su singular comportamiento. Aprecien tan sólo la manera como Dowd va transformando la vida de los que le rodean. Psicología sin título, altamente estimada en otras dimensiones.

Grandes actores secundarios consolidan esta divertidísima comedia de enredos con la que, el director Henry Koster, se reafirma nuevamente como un talentoso director al que, de tanto en tanto, se le prendía la lucecita.

Título para Latinoamérica: “HARVEY”
Luis Guillermo Cardona
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7
3 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ernest Theodor Wilhelm Hoffmann (1776-1822), fue un privilegiado escritor de cuentos fantásticos y terroríficos, cuyas obras inspiraron a varios grandes compositores: A Offenbach en “Los cuentos de Hoffmann”, a Delibes en “Copelia”, a Bellini en “Marino faliero”… y a Piotr I. Tchaikovski, en su ballet “Cascanueces”. Pero, este último se basó en la adaptación que Alejandro Dumas hiciera del cuento, y transformó su fantasmagórico estilo en una fábula rosa en la que, para nuestro gusto, sólo la música del compositor ruso posee el sello de la perennidad.

Con estos antecedentes, el director Andrei Konchalovsky, ha decidido que valía la pena hacerle justicia al cuento de Hoffmann “El cascanueces y el rey ratón”, y en su más reciente adaptación cinematográfica, hace confluir la música de Tchaikovski con una nueva versión escrita por él y Chris Solimine, en la que no se habla de ratones sino de ratas con todas las acepciones que caben en este nombre ligándolas al fascismo y a otros ismos (en una pared se leerá Kaiser y Josef), y en un ambiente de comedia y terror suave que convierte la historia en una entretenida aventura donde se busca salvar al príncipe y al mundo del dominio de la ratanización.

Las canciones escritas por el célebre Tim Rice (“Jesucristo Súperestrella”, “Evita” “La bella y la bestia”…), aunque sencillas y regularmente cantadas, añaden un aire edificante y esperanzador a la música de Tchaikosvki y el filme se desenvuelve en un agradable ambiente pleno de colorido, escenarios surreales, excelentes maquillajes, y una serie de efectos especiales bastante satisfactorios.

La historia asienta su mayor peso en la pequeña Mary, un personaje magníficamente representado por Elle Fanning (hermana de Dakota), una chiquilla que imprime valor y ternura a ese personaje que está llamado a jugar un valioso papel en la lucha contra los nuevos invasores. Por su parte, John Turturro se luce con su Rey rata entremezclando un accionar divertido con ocasionales exhibiciones que quizás asusten a los más pequeños.

También Freud y un cuasi Einstein se pasearán por la escena dando lugar a bromas y a una que otra lección de Relatividad sin duda interesantes. Y bien que tiene razón el último, cuando dice que “todo depende de la perspectiva del espectador” porque, en lo que a mi respecta, el filme me ha resultado bastante divertido, y mi hija de 10 años se sintió atrapada de cabo a rabo, objetando tan sólo las horrendas fauces del malvado rey rata daña-peluches, como ella lo ha tildado… Y cómo la película está en casa, estoy seguro que querrá volver a verla.
Luis Guillermo Cardona
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6
11 de julio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso que, tras la estupenda película que acababa de realizar Jerry Lewis, “El terror de las chicas”, donde demostraba que era ya un director y un comediante serio y consagrado -más allá de las muecas que a tantos divertían-, su siguiente filme fuera realizado en blanco y negro, y con escaso presupuesto. Tengo dos hipótesis: La Paramount quería hacer dinero con una escasa inversión, sirviéndose de la alta imagen que ahora tenía Lewis, o “UN ESPÍA EN HOLLYWOOD”, sirvió de relax para el actor mientras preparaba la exigente y brillante “El profesor chiflado”.

Rodada en muy corto tiempo, al punto que se estrenaría apenas cinco meses después de su filme anterior, el nuevo trabajo de Lewis es un paseo por los Estudios Paramount, aquí llamados Paramutual Pictures Inc. La justificación argumental (una suerte de McGuffin) es la necesidad que tienen los directivos de averiguar hacia donde se está yendo una alta suma de dinero que no está ingresando a la empresa. Para esto necesitan a un espía que no sea reconocido por nadie y que, además, sea un verdadero tonto… la elección ya imaginarán ustedes en quien recaerá.

Llamado aquí Morty S. Tashman (la S significa Scared =asustadizo y Tashman es fácil deducir que viene de Tashlin, como un guiño u homenaje al director que tanto ayudara a la consolidación de su carrera), Lewis se propone entonces, dejar al descubierto una serie de trucos simples mediante los cuales se sustenta la fábrica de sueños. También veremos las contradicciones (la pareja que se ama en la película y se odia al final de cada filmación), los artíficios (escenas submarinas rodadas en una piscina, largas cabalgatas filmadas en una silla fija…), los efectos de doblaje, los sets dentro del estudio que simulan exteriores y otras cosillas que pueden resultan muy ilustrativas para los jóvenes que se inician en el estudio del cine.

En la entrada de la película, Lewis determina que, “el único propósito de quienes hacen cine en Hollywood, es sacarnos de la dura realidad y llevarnos al maravilloso reino de la ficción”. Frase que, por supuesto, cabe compartir a medias, pues el mismo Lewis, en ocasiones, y otros grandes directores, también han hecho un cine grande y comprometido que nos acerca a la realidad.

En adelante, no sé si lo que el clown quiere decirnos en su recorrido por los sets de aquel Estudio sea: “Vean que todo es fantasía, puro trucaje, no hay nada que deba creerse”. La estructura general de este filme es, en rigor, la de “El botones”. Sólo cambia el hotel por un Estudio de cine, y el producto es una sucesión de gags (algunos mejores que otros), donde se arruinan filmaciones, esperanzas… y celebraciones, donde nos recordarán a “Lili”, y veremos pasar a los actores de la famosa serie que empieza “tantararán, tantantan…” hasta que nuestro hombrecillo termina averiguando (¿?) y convertido en (¿?)...

Apta para verla en la tele luego de tomar el desayuno.

Título para Latinoamérica: “DE GOLPE EN GOLPE”.
Luis Guillermo Cardona
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