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Críticas de Soñador compulsivo
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
9
20 de septiembre de 2011
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como cualquier pesimista de lo real, realista para abreviar (depresivo para acertar), tengo mis extrañas elucubraciones sobre la vida. Por ejemplo, cuando me despido de una persona, o veo una película poco común, se me viene encima el infinito y me acongojo. Así de pedantes son mis elucubraciones. Ese adiós, que casi podemos tocar de tan cercano y fresco que parece, podría ser el último contacto con aquel que ya se aleja. Como puede que sea la última vez que veo esta o aquella película. La vida se escribe hacia delante, y muchas cosas quedan atrás...

La última vez que pasarás por esa calle, que está, no obstante, tan cerca de tu trabajo.

La última vez que verás a ese desconocido con el que intercambias miradas fugaces en el metro.

La última vez que te apresurarás a recojer tu pupitre, cuando la campana del instituto anuncie la libertad.

La última vez que jugarás a policías y ladrones, con la mente perdida y el corazón desatado...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Soñador compulsivo
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9
20 de junio de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La música no es la estridente de un western convencional de la época.

El destino que cae sobre los personajes, impasible, es cruel y soñador a partes iguales.

El odio de la rival de Vanna nunca pudo ser más visceral.

La voz de Peggy Lee, a son de la canción de Johnny Guitar, transpasa el tiempo y el alma.

El personaje de mujer de inquebrantable dureza y confianza pocas veces ha sido tan convincente como el que aquí interpretó Joan Crawford.

La capacidad para perforar el muro del tiempo es otra, entre tantas razones, para considerar a Johnny Guitar como una absoluta obra maestra.
Soñador compulsivo
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7
12 de mayo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que el amor a primera vista existe: una combinación de elementos sintoniza con un engranaje mental que hasta entonces nos era desconocido. Eso es justamente “Dark Shadows”, un caramelo de un sabor muy especial, en su mezcla de situaciones y personajes, que atrapa con su propuesta. Una vez descubiertas sus posibilidades y lo ingenioso del planteamiento, la vemos cojear en su desarrollo, donde no consigue tocar el interruptor exacto, lo bordea, lo roza, con momentos divertidos, especiales, pero no se percibe el sabor esperado, sino un esbozo de este. Un esbozo, no obstante, muy agradable, muy digestivo, lejos de cualquier otro planteamiento de la cartelera. No debe caerse en la trampa de obviar sus cualidades diferenciadoras porque Burton ya nos tenga acostumbrados a ellas.

Habría que analizar sociológicamente el fenómeno de Tim Burton para comprender porque la crítica ha sido tan agresiva con la propuesta. No es una película con la que ensañarse. Hay demasiadas películas con las que ensañarse como para hacerlo con esta, que por lo menos tiene la honesta pretensión de salirse del camino. Hay ahora una corriente bastante contradictoria de opiniones que acusa a Burton de hablar en un lenguaje comercial y descafeinado; Burtom siempre ha sido comercial, su voz, por muy enrarecida que pareciese, hablaba directamente a las masas, no se engañen.

Quizás parte del problema venga de esa especie de intento chabacano de pintarla como “la comedia Tim Burtiana definitiva”. Unos trailers que no hacen más que quemar los gags de la película, unos carteles repletos de colorido... Varios padres despistados se trajeron a sus hijos pequeños a ver la película, (quizás con la imagen fresca de un Johnny Depp ceñido en el traje de "Charlie y la fábrica de chocolate") los pobres niños rieron a destiempo hasta acabar saturados de un humor macabro que no entendían, alusiones sexuales que no les hacían gracia y muertes caricaturizadas que los aterrorizaban. Se vende a si misma como una fresca combinación cómica, cuando está más cerca de la macabra propuesta del barbero diabólico de la calle Fleet. No sacia el hambre de gags, que parecían tan obvios a priori, y puede que para muchos resulte molesto. Pero es que a mi el prólogo me atrapa, igual que la belleza plástica de la película. Me dejó buen sabor de boca y algún momento recordable.
Soñador compulsivo
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10
20 de junio de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro día para C.C. Baxter, hace frío y tiene hambre. Amén de las raciones de comidas precocinadas. Mete una en el horno, con velocidad y dominio: es su cocina, la conoce a la perfección, casi tan bien como su oficina. Con la misma destreza que demuestra archivando documentos, virtuoso de una medida y mecánica melodía de movimientos, el cansado hombrecillo saca su ración, ya lista, del horno. Se quema las manos desnudas con el metal protector, ¿no lo ha previsto o se trata de un pequeño acto de rebeldía y desorden en una vida perfectamente monótona? Su madre le dijo que había que hacer ciertas cosas en la vida, de determinada manera, acorde a determinados objetivos, cosas en las que no cabían preguntas. El es el número uno, un modelo encomiable de la vida cívica, y está enamorado.

C.C. Baxter es un ciudadano modelo, un americano ejemplar, y tiene una enorme cantidad de puntos acumulados por buena conducta: pocos ciudadanos son tan responsables y trabajadores como él. La vida, que siempre es justa, pronto le recompensará por el esfuerzo y la determinación en el acato de las normas. No hay más que elogios por su actitud: es del tipo de persona que prefiere obviar el error de una camarera, que ayudaría a una anciana a cruzar la calle, y que siempre deja salir antes de entrar, (y si por cualquier razón, le asalta la duda en el último instante de si sale o entra, cede el paso sin contemplaciones). Está a rebosar de puntos cívicos, y pronto se los canjearán... ¿o no? Baxter, en lo más profundo de si mismo, comienza a sospechar que quizás este no es el paseo del que le habían hablado, quizás la analogía más acorde es la de la jungla, un espacio salvaje, sin reglas, con serpientes sobre los árboles, escorpiones entre las rocas, y lianas mal sujetas, "¿y no es también bello resignarse a vivir sin levantar rocas, trepar árboles o balancearse entre lianas?" "¿No es bello volver sólo a tu apartamento y ver tu programa favorito mientras comes una ración de pollo con una misteriosa salsa picante?"- Su diálogo mental le anima por momentos -"Qué llevará la salsa, por cierto" "Estaría mucho mejor sin ese picante... picante... como Fran la acensorista..." Baxter habla con una preciosa Fran imaginaria "¿Le apetece cenar una noche?" "Podríamos ver una película y si quiere acurrucarse conmigo... y cenar..." De pronto le asalta el ridículo "cenar una ración de pollo, con una salsa... demasiado picante..."

La madre de Baxter no tenía intención de mentir a su hijo sobre la vida, nada más lejos de la realidad, ella quería un chico limpio y aseado, (a ser posible, con los calzoncillos limpios también), que comprendiese la importancia del trabajo y de la honradez. Pero de nada hay que preocuparse, con un poco de esfuerzo, cediendo su apartamento, pronto estaría en disposición de trepar los árboles de esa jungla maldita...
Soñador compulsivo
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8
2 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que me haré viejo y echaré canas antes de entender el posicionamiento contradictorio de esa parte del "público especializado", ante un producto que se promociona, a priori, de corte comercial hollywoodiense. De lo que en verdad se acusa a "Caballo de batalla" es de no ir a lomos de la producción bélica convencional: la violencia está reducida para complacer a una mirada ensimismada en el público infantil. Y me pregunto, descolocado con la sarta de obviedades vertidas por buena parte de la crítica española; ¿Cuál es el puñetero problema de rodar un bestseller para niños, precisamente para ellos?

Sí, las diferentes nacionalidades de los personajes se resuelven con un muy poco agradecido inglés con acento. Pero oigan, los niños y los subtítulos no se llevan bien.

Es cierto, no hay salsa de tomate, y el hiperrealismo está limitado. Las últimas investigaciones revelan que los cuerpos desmembrados no son vistos con buenos ojos por los peques occidentales. Tan caprichosos ellos.

Sí, la trama es relativamente predecible. Para usted, que tiene más de diez años.

La película no es redonda, cierto, hay momentos puntuales en los que parece perdida, ahogada por sus aspiraciones familiares, e incluso llega a coquetear con el ridículo. Quizás su mayor fallo esté en un contexto y una historia que exigen otro tratamiento casi por inercia; la película es consciente de ello. Hace por mantener el equilibrio entre la honestidad y lo aceptable en el cine familiar.

Pero eso no quita la aglomeración de pasajes memorables (el apabullante prólogo y su infinita belleza plástica, la historia de los hermanos alemanes, la primera carga de caballería...), el profundo efecto perturbador de las batallas (sin necesidad de ingentes cantidades de carne humana al por mayor volando por los aires), y lo preciosista de su fotografía. Hay una iconografía fuerte, tan definitoria de Spielberg, el padre de la luna y E.T., la mirada perdida de Tom Hanks, la silueta de Indiana Jones, la pupila del t-rex...

Por supuesto, es un director que envejece, y mira atrás. Es obvio que mira a Ford, y quien quiera despreciar este intento de revisión, lo tiene fácil: que se cebe con lo que algunos entienden como una "estética Disney" que, según dicen, aplasta al referente clásico. Pero, un momento, si esto significa el trazo básico, arquetípico, predecible, sentimental, sencillo... ¡nos cruzarnos de nuevo e irremediablemente con Ford! Porque sí, ese tipo sobrio de parche en el ojo, guardaba un corazón no tan alejado del habitual Disney, enlatado en el talento de la sencillez y desvirtuado por el tiempo y la veneración de los hombres. Y le pese a quien le pese, sea o no asimilable por el dogma del "clásico intocable", no era Ford mucho más. Que, quede dicho, ya es mucho.
Soñador compulsivo
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