Vale, vista desde la óptica actual, en la que el uso de ordenadores de última tecnología es algo cada vez más habitual (aunque nunca necesario) en el cine, esta película puede resultar ingenua, e incluso cutre. Puede que no sea bien valorada por alguien que pertenezca a otra época, pero está claro que para los que hemos nacido, o nos hemos criado, en los ochenta, La Historia Interminable pertenece a esas películas que nos acompañaron en nuestra niñez, y más tarde en nuestra juventud, como Los Goonies o Dentro del Laberinto. Creo que todos quisimos ser Atreyu alguna vez, y yo, personalmente, ahora, que (lamentablemente) me he convertido en un adulto y veo esta película, recuerdo cómo temblaba de los nervios cuando la Nada se apoderaba del reino de Fantasía, o cómo lloraba cuando Atreyu perdía a Ártax en las arenas movedizas, o el odio que le tenía a esos cabroncetes que se metían con Bastian.
Y cuando me acuerdo de esas cosas me pregunto si ahora sería la misma persona en el caso de que, en vez de este tipo de películas, hubiera tenido que crecer con cosas como Spy Kids, Un Canguro Superduro o abortos de ese estilo... Qué duro lo tienen los niños de hoy en día.

Indudablemente de las mejores películas que he visto nunca. No me cae demasiado bien Robin Williams, pero tengo que reconocer que aquí me ha convencido: es un enorme actor, capaz de dejarnos boquiabiertos con cada gesto que hace, con cada mirada, con cada frase que dice.
Pero volviendo a la película, es una obra que nos abre los ojos ante la vida, nos demuestra que la sabiduría no está solamente en las aulas y los libros, sino que nos espera fuera, en los bosques, en el campo, en las relaciones con los demás. Esta película tiene todo lo que, a mi juicio, debe tener una obra maestra: un guión impecable (la historia la hemos visto en otros millones de películas, pero aquí se trata de algo especial, es insuperable), unas actuaciones impresionantes, una banda sonora espectacular, y un mensaje de optimismo que nos deja una sonrisa en la boca después de su visionado; en fin, una obra redonda. Un 10.

El hombre con rayos X en los ojos es una película que no te dejará indiferente; siempre y cuando te guste la serie B con cierto tinte cutrillo. Esto no lo digo peyorativamente, todo lo contrario: es precisamente ese tinte lo que le da el encanto necesario a estas películas. Aquí, Corman demuestra su capacidad de realizar una buena obra con escaso presupuesto (aunque esto se puede ver mejor en La tienda de los horrores, de mucho menor presupuesto que ésta, y a mi gusto de mayor calidad). No obstante, hay que tener en cuenta ciertos fallos (perdonables en este caso), como un guión poco elaborado y unas actuaciones que a mí no me han convencido nada. Por otra parte, el final es de los más acojonantes que te puedes echar en cara (todo hay que decirlo). Buena.

Cuando terminé de ver Good bye, Lenin! me quedé con una sensación extraña; no sabía exactamente qué tipo de obra acababa de ver. Era una comedia? Un drama? Una película histórica? Hasta que llegué a la conclusión de que la película era un compendio de todos esos estilos; por lo menos así la recibí yo. Wolfgang Becker ha tenido el talento suficiente como para hacernos reír y llorar al mismo tiempo con una película supuestamente de ficción, pero que tiene más de realidad histórica de lo que parece.
No estoy de acuerdo con aquéllos que tachan esta película de panfleto comunista; simplemente nos da la idea de que con el capitalismo no nos está yendo nada bien, eso es evidente. No quiero entrar en discusiones políticas, ya que esta es una web de CINE (aunque a algunos les cueste entenderlo) pero no porque una película se plantee qué hubiera pasado si hubiese proseguido el comunismo tiene que ser panfletaria. Por esa regla de tres, acaso El Hundimiento es una película nazi por mostrar que Hitler no era simplemente un loco? Creo que es evidente que no.
Pero repito, aquí lo importante es el cine, y esta película me ha maravillado por la sensibilidad y el tacto con el que toca un tema que no deja de ser dramático.
Imprescindible.