Un asunto interesante, una fotografía interesante, unos personajes interesantes, una interpretación interesante... Todo en esta película provoca atracción y rezuma originalidad. Se aleja de otras obras de tema parecido. Seduce su tono narrativo. Pero el resultado se carga de pesadez, de artificiosidad y, en algunos momentos, de excesiva vaguedad.

Decidir contar una historia de forma sobria, con un tono pretendidamente objetivo, con la intención de resaltar el carácter desgarrador de lo contado, es arriesgado porque te aproxima peligrosamente al precipicio de la realidad. A pesar de que tu material narrativo sea terrible y fascinante, la realidad siempre es demasiado árida y está repleta de momentos vacíos. El trabajo del guionista y también del director debería consistir en seleccionar qué partes de esa realidad contar, cómo ordenalas, qué realzar, qué matizar, qué ignorar... En mi opinión Pawlikowski ha metido en Ida demasiados tiempos muertos, demasiada morosidad, y se ha acercado en exceso a la pesadez de una eterna tarde de domingo invernal.
Sí, en Ida se descubren cosas horribles y también hermosas, y se muestran de manera descarnada y también elegante y suave. Pero hay un exceso de motas de polvo flotando en la neblina del silencio.

Sin duda es una película interesante, por muchos motivos, pero no una gran película. Pawlikowski ha dado al cine otra de esas "obras maestras" apta únicamente para aquellos espectadores que sólo toleran las "obras maestras".

Un drama tierno, duro y humano, con una gran interpretación de Malena Alterio y Antonio de la Torre y una re-interpretación del papel de siempre de Esperanza Pedreño (los que te seguimos fielmente en Cámera Café esperamos mucho más de ti: por favor, sal ya de ese rol que te va a asfixiar la carrera).

Se echa de menos una dirección de actores más completa, más variada, y una realización más uniforme, más sólida.

Al final uno sale con la sensación de que la historia podía haber dado muchísimo más de sí si hubiera habido más trabajo (o mejor) detrás de la cámara. Al salir del cine mi frase fue: Tengo que leer el líbro, que seguro que está mejor.

¿Por qué estos directores se empeñan en hacer películas de dos horas cuando podían haber contado lo mismo en treinta minutos?

Esta película tiene algún hallazgo estético, dos buenos momentos dramáticos, tres personajes bien contados y unos diálogos muy veraces, pero todo ello separado por tantas vaguedades, silencios y tiempos muertos que dilatan la historia sin piedad. El cine debe animar dentro del espectador sentimientos como la pasión, la repulsa, la risa, la tristeza, la simpatía... pero nunca el aburrimiento.

Además, las espectativas creadas por la promoción de la película, que la presenta como una historia policíaca, se ven traicionadas en cuanto pasan diez minutos. La intriga no mueve la historia. La tensión que debería conducir la trama se diluye entre tanta contemplación y provocan que al espectador deje de interesarle dónde está y de adónde quieren llevarle.

Lo dicho, una buena idea pero con un desarrollo demasiado experimental.

Como tomar café con el político que estuvo allí cuando todo se derrumbó. Como hacer un viaje en tren con el escritor del libro que estás leyendo. Como recorrer los fogones al lado del cocinero antes de extasiarte con sus delicias culinarias. Wenders y el hijo de Sebastião Salgado toman nuestra mano y la unen a la del fotógrafo para dar un largo paseo entre todas las fotografías de una vida intensa, comentando cada circunstancia y cada sensación. Así es esta película. Una genialidad para los que aman la fotografía. Una herida abierta para los que se sienten parte del género humano. Una bocanada de esperanza para los que miran el futuro con optimismo. Totalmente recomendable.

Una película contada de forma aparentemente sencilla pero que ahonda en aspectos tremendamente complejos de las relaciones humanas. Uno se maravilla de que se puedan decir tantas cosas con tan pocos recursos. Y desde luego el mérito es de un guión muy bien armado que avanza poco a poco adentrándose en unos vericuetos que parecían no estar allí al principio.

La película habla de los valores personales y su confrontación con los de otras personas. Habla de la familia, de la religión y de una sociedad en cambio. Habla del amor a largo plazo y del desamor que sobreviene con el tiempo. Intenta cuestionar qué es la verdad o qué cree cada uno que es la verdad. Como ya digo, muchos aspectos muy bien planteados y sin soluciones fáciles.

Técnicamente muy interesante en todos los aspectos, desde la interpretación de los actores principales hasta la de los secundarios, las ambientaciones y decorados, los diálogos, tremendamente sutiles en algunos momentos pero que dejan traslucir toda la carga emocional que hay detrás.

Y uno de los finales más sobrecogedores que he visto en años.