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España España · Madrid
Críticas de msm
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
3
29 de mayo de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sarah Gadon es una estrella en ciernes, o así la califica la prensa. Comenzó en televisión con series y tv movies hasta que David Cronenberg se fijó en sus ojos azules, su pelo rubio y su carisma. Un método peligroso (2011), Cosmopolis (2012) y Maps to the stars (2014) le dieron roles cada vez más importantes, y sirvieron para que otros realizadores también la quisieran. Así fue haciéndose un hueco en las retinas del espectador, con películas como Belle (2013, Amma Asante), Drácula, la leyenda jamás contada (2014, Gary Shore) o The amazing Spiderman 2: el poder de Electro (2014, Marc Webber). Su popularidad ha ido aumentando hasta este año, donde la hemos visto en la versión seriada de un relato de Stephen King, 22.11.63, junto a James Franco; haciendo de dama de compañía en Reina Cristina (Mika Kaurismäki), y ahora, en Noche Real donde encarna a Isabel de Inglaterra cuando era joven.

Y esto es todo lo destacable de Noche Real, que tiene un buen elenco, pero una dirección de actores pésima. Aunque no todo se debe a su director, Julian Jarrold, cuyo trabajo brilla por su ausencia. También derivan mis problemas con Noche Real de un guion manido, tópico, típico, aburrido y previsible, que convierte al filme en un producto entretenido, naif, idílico y soso. Más que de una historia real, los personajes parecen sacados de uno de los cuentos de princesas Disney.

Porque el drama histórico (o comedia, no me quedó claro a qué género pertenece) toma un hecho verídico como idea principal. Noche real se basa en la noche en que la futura reina Isabel (Sarah Gadon) y su hermana Margarita (Bel Powley) salieron a celebrar la victoria de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. Y la recrea como una fábula para adolescentes fans de las princesas Disney. Comienza con las dos jovencitas pidiendo una noche de libertad a sus padres, sigue con las princesas perdidas por un Londres eufórico y fiestero, y termina con una persecución más o menos creíble. A esta edulcorada historia sólo le falta un joven torturado con un pasado oscuro, y lo tiene en el oficial interpretado por Jack Reynor (junto a la escena del barco, lo peor de la película).

Al salir del cine una idea me vino a la mente: Noche Real sería muchísimo más interesante si la historia de amor hubiese sido más rocambolesca. Sigo defendiendo esa idea. Si Sarah Gadon tiene que interpretar a un personaje infumable que de tan regia parece una muerta en vida con una continua expresión de desdén congelada en la cara, que al menos esté justificada. Si el amor tiene que surgir con un antimonárquico (no es un spoiler, la trama gira en torno a “los opuestos que se atraen” y “chica rica conoce a chico pobre”) que sea con un anarcosindicalista. Esa versión de Noche Real con citas a Bakunin y explicaciones sobre la anarquía y el poder del pueblo a un personaje encerrado en la vida palaciega de principios de siglo hubiese sido deliciosa.

Lamentablemente esa película seguirá en mi imaginación, porque en pantalla la trama sigue unos derroteros más clásicos. Muy parecida a otras películas para quinceañeras como Deseando libertad, Una hija diferente o A 3 metros sobre el cielo (versión italiana, la española tenía más chispa), pero más tradicional, políticamente correcta, regia, fría y en definitiva aburrida. Una pena porque Sarah Gadon podría haber brillado en el papel protagonista.
msm
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6
29 de mayo de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre vestido con harapos garabatea en el suelo de un desvencijado templo hindú. Con una tiza en la mano y una expresión de puro éxtasis en la cara dibuja, una tras otra, infinitas ecuaciones. Cambia el plano y el hombre –Dev Patel– enseña un cuaderno lleno de números a un sinfín de hombres trajeados, rogando un trabajo. Hasta que finalmente uno se da cuenta de lo que tiene en las manos y se compromete a ayudarlo. Sin saberlo, ha comenzado el cambio en la historia de las matemáticas; sin saberlo, ha ayudado a Srivansa Aiyagar Ramanujan.

Dev Patel (Slumdog Millonaire, The Newsroom) y su profunda y triste mirada, dan vida a Ramanujan, un matemático autodidacta de principios del siglo XX que viajó de la paupérrima Madras (India) a la prestigiosa universidad de Cambridge. Quien hace posible este viaje es el famoso matemático, G.H. Hardy (Jeremy Irons), el otro protagonista del filme. Éste se convertirá en el mentor de Ramanujan, con el que tendrá más de un encontronazo que servirá como columna vertebral de El hombre que conocía el infinito.

La cambiante relación entre Irons y Patel es el hilo conductor de la segunda película de Matt Brown, que también participa en el guión junto a Robert Kanigel -autor del libro en el que se basa la película: The man who knew the infinity: a life of the genius Ramujan-. Las matemáticas son la excusa para enlazar, no sólo la relación de los protagonistas, sino otros temas que se tocan de forma bastante benévola como el racismo en el mundo académico, las diferencias culturales, el ego y el miedo a lo desconocido.

Que el guión dramático funcione sin empachar al espectador y resultando entretenido, es gracias a la presencia de Jeremy Irons, protagonista indiscutible una película bastante conservadora y complaciente. Cada vez que aparece en El hombre que conocía el infinito llena la pantalla, sobre todo cuando interactua con otro gran actor como es Toby Jones. Lo que no quiere decir que Patel esté mal, pero le falta maduración. Todavía carece de ese “algo” que hace que los 114 minutos sobre verborrea matemática y continuos agresiones racistas no se conviertan en una sobresaturación de melodrama. Y eso, sin duda, lo consigue Irons. Desde el momento que aparece en escena, toma las riendas y da sentido a un biopic de época que, sin él, sería olvidado.
msm
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