Ya lo decía el viejo Freddie Mercury, el show must go on, incluso más allá de la propia muerte de los protagonistas de alguna historia, acontecimiento u acto.
Ácida comedia, con un buen-notable guión de David Mamet, que se vale de la realidad mucho más de lo que pudiera parecer a simple a vista, pues relaciona realidad y ficción de una forma bastante interesante, en la que leer entre líneas es más inetersante incluso que la propia película en sí. Es como coger un puñado de periódicos de la época, cambiar los nombres, saber leer más allá de lo que cuentan (cuentan de contar, cuentos) los medios de comunicación, ya sea, prensa, radio, música, cine y, sobre todo (es finales de los 90), TV.
Todo está inventado ya, y como ya está todo inventado, todo es efímero, de usar y tirar, incluso ( o sobre todo) las personas (genial, sobre todo una de as escenas finales cuando de Niro pregunta aHoffman si irá al discurso de investidura, y éste reponde, que claro, si le invitan).
En fin, que todo está inventado, que nada es por casualidad, sino todo lo contrario, que la realidad no es tan real como parece, sino como aparece.

Esa es la palabra que mejor define a la película (en todos los aspectos vitales: amor, familia, trabajo, amistad, ...) y el concepto clave como hilo conductor de una visión de Batman por momentos alejada de las creaciones clásicas, pero no exento de tics de cine familiar/espectacular que tanto gusta a Hollywood.
El guión nos muestra unos orígenes abtes no descritos en celuloide, pero que nos enseñan un personbaje temeroso y acomplejado, que ha de vencerse a sí mismo antes que al mal.
Como se ha dicho, la venganza es el hilo conductor, pero una venganza que se puede ver desde diferentes perspectivas, ya sea el bien o mal; pero también esto tiene sus matices, pues, ¿qué es más recomendable, defender un bien que permite la permanencia de un sistema en el que la corrupción como mal mayor englobador de todos los demás domina a sus anchas (y que aunque se destruye, como se muestra, no tiene fin), o defender un mal "purificador" que corta por lo sano las raíces de un sistema con numerosas injusticias y desigualdades (¿hubiera sido posible un Batman sin recursos económicos inagotables?¿es este uno de los motivos de su tozudez por la permanencia del sistema?)?
En fin, esta es la reflexión principal que deberíamos hacernos ante un film de tamaña magnitud, pues nos ofrece una visión novedosa de uno de los mitos del cómic por excelencia.
Por lo demás, la película se sustenta sobre un guión bien trabajado, aunque con algunos altibajos, en el que destaca la primera hora, y una excelente puesta en escena, con la luminosidad inicial de Gottam, el descenso a los infiernos y la dualidad bien/mal, montaña/cloacas, con las connotaciones filosóficas que ello conlleva, pero mostrados de una forma más que elegante, interesante y original.

Genial. Sólo con un calificativo como este se puede definir esta película del, también genial, director David Lynch. Una vez más, se bucea en el más allás, en los universos paralelos, en las disyuntivas posibles del destino, un destino que nos acecha a la vuelta de la esquina de un bar de desayunos o en pleno teatrop de arte y ensayo. Una obra que gana calidad cuantas más veces se observa. Una obra que va más allá, incluso, de lo aquí expuesto hasta ahora y que se adentra en la crítica al star system hollywoodiense, a través de una parábola sobre el devenir, y que deja por los suelos este maravilloso mundo que se nos vende desde la industria cinematográfica americana más estandarizada. Una obra, en definitiva, genial.

Al igual que el título de la obra del maestro Bergman, esta película parece como si fuera un espejo en el que se miraran una generación de jóvenes de la España del tardofranquismo, pero 30 años después de sus años de esplendor.
El director de la genial Smoking Room debuta en solitario con un guión maestro en el que la mirada crítica, ácida y nada complaciente hacia los hippies españoles ibicencos hace que el film discurra por una senda muy personal, alejada de convencionalismos, al igual que los parajes por los que discurre la obra (estupendo el contraste campo-ciudad, con todas las connotaciones, costumbres, ... que cada ámbito conlleva).
Destacan, como se ha dicho anteriormente unos diálogos (incluyéndose como diálogo también los silencios) en los que los reproches, el no ver más allá de nuestras narices y el presente amargo, frente a un pasado despreocupado, pero, obviamente (y por desgracia) utópico, muestran una realidad cruda, en la que los protagonistas sólo están cerca por lo instintos primarios, poero nada más (van al campo a reunirse unos animales de la jungla de asfalto, en la que su comportamiento es similar al del anacoreta cuando se traslada a la ciudad).
En cuanto a los actores, bastante bien algunos (como los muchachos y Juan Diego) y sobreactudos aotros, pero en líneas generales, bien.
En definitiva, retrospectiva bastante ácida hacia un pasado imposible, en el que no todo era oro (que se lo digan a las chavales...) y del que ya nada queda, ni siquiera la amistad (la apariencia no es sincera).

No es una obra maestra; ni siquiera una de esas películas que marcaran a alguien tras verla para toda su vida; sin embargo, con los trailers que se emitieron en su día, parecía que era un tipo de pe´lícula que luego no resulta ser; pero el cambio, como sucede casi nunca, es para bien. Agria crónica de la vida durante unas semanas de un puñado de personas y sus relaciones de amistad y dinero.
Al final, una lección: merece la pena hacer las cosas por amor y, no siempre, por dinero; pero, siempre, por amor: mejor nos irían las cosas.
Por cierto, Imanol Arias sigue demostrando que , al igual que le pasa a otros actores españoles (Juan Diego como bandera), gana con los años una experiencia un saber estar en las tablas o delante de la cámara.