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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hastiados de la prepotencia y la hipocresía -mezcla de guerrerismo y falsas prédicas morales- que venían imponiendo los adultos de la primera mitad del siglo XX, los jóvenes comenzaron a responder con una posición libertaria, y sobre todo, pacifista, la cual se convertiría, en la década del 60’ y 70’, en un movimiento de alcance casi mundial que se conocería como Hippismo.

Derivada de la palabra inglesa: hip > novedoso, de moda… de ésta se derivó, hipster > el que se siente hip o hippie > vanguardista, adelantado. Así, se entremezclaron los blancos inconformes, la cultura negra, los intelectuales bohemios y los amantes del jazz, entre otros… y el resultado generó modas, libros, canciones, poesía… y por supuesto, películas.

Con base en el nuevo principio del Amor Libre, en el séptimo arte se harían filmes tan respetables como, “Jules et Jim” (François Truffaut, 1961), Dona Flor e seus dois Maridos (Bruno Barreto, 1976), “Willy and Phil” (Paul Mazursky, 1980), “Das wilde Leben” (Achim Bornhak, 2007)… y entre éstas y otras, aparecería, <<LA LEYENDA DE LA CIUDAD SIN NOMBRE>>, filme dirigido por, Joshua Logan, quien, de manera muy libre, partió del musical producido en Broadway y estrenado en el Teatro Shubert, el 12 de noviembre de 1951, habiendo logrado 289 representaciones.

El guion, a cargo de Paddy Chayevsky y el compositor y productor, Alan Jay Lerner (quien interferiría en la realización al punto de asfixiar al director), agrega muchas de las escenas exteriores y del musical sólo toma el título, las escenas de la fiebre del oro y unas cuantas canciones. También consolida y amplía el rol de, Elizabeth, al haber contado con esa supermujer llamada, Jean Seberg; y da mayor participación al Pardner (Socio) para alentar el divertido juego del ménage a trois.

Logan, aspiraba a hacer un filme menos musical y con una mayor dosis de comedia liberal, pero no logró hacer todo lo que quería, y el tono semi-musical del filme a ratos se torna pesado, no obstante que unas cuantas canciones son magníficas (“The Gospel of No-name City”, “Whoop-Ti-Ay!”, “I Told to the Trees”, “Wand’rin’ Star”…) y que la puesta en escena es de primera línea.

Lee Marvin, hizo su rol tan realista que nunca tomó otra cosa que whisky durante el rodaje y, Clint Eastwood, también estuvo muy bien como el amigo leal a su desvirolado, pero, simpático socio.

Con todo, <<LA LEYENDA DE LA CIUDAD SIN NOMBRE>>, es puro divertimento y, sin duda se pasa un rato bien agradable viendo las aventuras y desventuras de ese singular trío y sus reprimidos colegas.

¡Ah, y la secuencia de los túneles y sus consecuencias está como para no perdérsela!
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre, en estado crítico, viaja con su esposa en un automóvil, ella parece muerta y en algún punto del camino donde se avista un río de escaso caudal, el hombre vira intencionalmente y el auto cae al abismo. Cuando se le interroga en la estación de policía, Steven Kenet -quien fuera piloto de la fuerza aérea y ha sobrevivido al hecho-, confiesa, “maté a mi esposa y luego traté de suicidarme”.

El caso parece cerrado: el cadáver ha sido encontrado con huellas de estrangulamiento y el marido ha confesado su crimen… pero, al advertir cierta confusión mental en el sindicado, hay quienes no creen que el caso sea tan obvio y se propone, entonces, que Kenet sea llevado a un hospital psiquiátrico donde le hagan una exhaustiva evaluación. Así es como, Kenet, conocerá a la psiquiatra, Ann Lorrison y ella, con profesional paciencia, se encargará de buscar en su mente aquellas cosas que el paciente pudo haber olvidado… y hasta es posible que descubra la más razonable explicación de lo sucedido.

Una historia de, Alan R. Clark y Bradbury Foote, convertida a guion por, Lester Cole y Sydney Boehm, es el material de que dispuso el director, Curtis Bernhardt (a quien de seguro se le asignó este título por el buen resultado que obtuvo su filme precedente, “Possessed”, donde también se ocupaba de otro caso psiquiátrico). Con ese buen manejo de la técnica narrativa que ha caracterizado su cine; con una trama que, paso a paso, va poniendo un poco de luz en el ambiente, y sirviéndose de un blanco y negro muy bien iluminado, el director logra una suerte de intrigante thriller psicológico… ¡y hasta nos sorprende que consigue hacer actuar al casi siempre incompetente, Robert Taylor, quien, se muestra bien dispuesto a no lucir, una vez más, como el eterno galán irresistible.

Inevitable relacionar este filme con, “Spellbound” (1945), la película de, Alfred Hitchcock, en la que otra psiquiatra se ocupa de un difícil caso de amnesia y traumatismo, donde también surgirá un crimen de por medio… y una transferencia entre, doctora y paciente, que sobrepasará el terreno de lo profesional para complacer al respetable público.

Al filme se le abona, también, una mesurada crítica a ciertas profesiones, y la presencia de actores tan profesionales como, Herbert Marshall (Whitcombe), Audrey Totter (la Dra. Morrison) y H.B. Warner (Mr. Slocum), entre otros, favorece la dinámica de este ejercicio de psiquiatría donde habrá lugar para la justicia… y hasta para un poco de amor por la humanidad.

Pero, como buena parte del público sólo busca películas que lo distensionen o distraigan, <<MURO DE TINIEBLAS>>, no fue suficientemente bien acogida y, a la Warner Bros., le reportó una pérdida moderada.

Con todo, se trata de un filme que vale la pena ver, porque demuestra una de tantas situaciones donde, lo que resulta evidente, puede haber ocurrido de una manera insospechada… Razón por la que nadie debería tomarse la justicia por su mano, pues, mientras no se hayan sopesado rigurosamente todas las pruebas, es atrevido condenar… y si hay prejuicios de cualquier índole, el riesgo es aún mayor.
Luis Guillermo Cardona
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7
14 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En París, Francia, se encuentra un grupo de artistas argentinos que, mientras sufre las angustias del exilio, decide mantenerse unido montando una revista musical denominada, tanguedia (tango+tragedia+comedia), con la que esperan plasmar los vejámenes y desgracias que viene causando la dictadura, entonces llamada, PNR (Proceso de Reorganización Nacional), la cual se mantuvo entre los años 1976-1983.

Para el director, Fernando E. Solanas, este cambio político en su país lo marcaba profundamente, pues, no sólo hizo parte de los exiliados que tuvieron que marchar a Europa, sino que, como lo demostrara en los documentales realizados con la productora Cine Liberación (“La Hora de los Hornos”, “Perón: La Revolución Justicialista”, “Los Hijos de Fierro” y otros), la caída del presidente, Juan Domingo Perón, y luego la de su esposa, María Estela Martínez de Perón, tras el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, le dolía en lo más profundo del alma… sobre todo, porque para el pueblo argentino -su pueblo- comenzaban años de neoliberalismo (fascismo puro) y con este sistema vendrían las represiones, las desapariciones, torturas, violaciones… mientras aumentaban los privilegios para la clase dominante y la miseria para la clase trabajadora.

Con su película, <<EL EXILIO DE GARDEL (TANGOS)>>, Solanas busca recuperar la esperanza (su esperanza y la de sus amigos) y cuando habla del exilio de Gardel no se refiere a que éste se hubiese exiliado también, puesto que ya había fallecido en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, el 24 de junio de 1935, sino que alude al exilio del tango, pues, algunas canciones de Gardel fueron censuradas durante la dictadura.

“¿Qué es la muerte sino una ausencia prolongada?”, se pregunta uno de los personajes… y el exilio se vive también como una forma de muerte, pues, es arrancarte de tu tierra, tu gente, tu cultura…

La tanguedia la veremos siempre en su proceso de montaje y nunca acabada, quizás, porque al transcurrir la historia, en 1980, la dictadura seguía imperando y, aunque ya había desaparecido al momento del rodaje (1985), para dar nuevamente paso a un gobierno democrático (el de Raúl Alfonsín), la impunidad seguía su curso… y cuando se conoce el doloroso camino que ha trasegado la clase obrera argentina a lo largo de su historia, siempre se teme que, en cualquier momento, pueda surgir una nueva tiranía.

El filme cuenta con sentidas actuaciones de, Marie Laforêt (Mariana), Miguel Ángel Solá (Juan 2), Marina Vlady (Florence), Gabriela Toscano (María), y entre otros, el propio Fernando E. Solanas, en el pequeño rol del compositor, E. S. Discépolo.

Título para Latinoamérica: <<TANGOS, EL EXILIO DE GARDEL>>
Luis Guillermo Cardona
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4
12 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible olvidar aquellos días de la infancia en que, tras salir de la escuela, a eso de las 4:30 pm, agilizaba mis pasos para regresar al hogar. Allí me recibía una madre siempre afectuosa, la cual me daba un beso y un abrazo, y de inmediato me ofrecía algo para tomar o para comer. Seguidamente, corría hasta mi cuarto, soltaba el bolso y me ponía ropa de casa… y con sumo entusiasmo encendía la radio, dispuesto a escuchar la serie, “Kalimán, el Hombre Increíble”, que transmitía el circuito Todelar a las 5 de la tarde.

¡Cuánta imaginación me despertaba esta serie!, ¡Cuántas enseñanzas de valor, superación y sobre el poder de la mente, me transmitía Kalimán!... y, cuando años después lo recordaba, quedé firmemente convencido de que fue, éste imaginario y maravilloso héroe, el que despertó en mí el interés por la psicología, la metafísica y lo espiritual.

<<KALIMÁN, EL HOMBRE INCREÍBLE>>, comenzó como una idea del mexicano, Benjamín de la Torre, quien lo llamó Kalima, pero, luego, el gerente de RCN, Modesto Vásquez, lo cambió a Kalimán y a su pequeño amigo, que se llamaba Olín, lo bautizó Solín… y él mismo, junto a Rafael Cutberto Navarro, se ocupó de escribir los argumentos que, Héctor González Dueñas (quien firmaba como Víctor Fox) y Clem Uribe, estructuraban como guion para la radio… y desde entonces, “Kalimán…”, como radionovela y también como revista de historietas, estuvo vigente entre, 1963 y 1991, siendo una de las más exitosas series que se hayan producido en México.

Según cuenta la historia, Kalimán es el séptimo hombre de la dinastía Kali (diosa hindú y una de las consortes de Shiva) y su misión es combatir el mal sirviéndose de los poderes mentales adquiridos durante su formación en el Tíbet, pero, bajo el riguroso principio de no dar muerte nunca a nadie.

De la primera aventura de Kalimán, publicada en historieta, “Profanadores de Tumbas”, en la cual conoce a su leal amigo Solín, es que surge la primera de dos versiones cinematográficas que realizara el director, Alberto Mariscal, y la cual rodó en locaciones de México y Egipto. Infortunadamente, lo realizado resulta bastante maltrecho por la pretensión de hacer un filme accesible a todo público –en especial los niños- y, Mariscal -más efectivo en el cine fuerte y con alto dramatismo-, termina haciendo un cuento que se parece más a una historia de Chespirito o de Viruta y Capulina, por la plena ingenuidad con la que se ruedan las escenas de acción... pero, ¡los comediantes al menos nos hacían reír!

El actor, Jeff Cooper, quien representa al hombre increíble, tampoco da la medida, y ese detalle de usar cremas antisolares -con las que, en exteriores, se asemeja por fin a un hindú-, termina en todo caso resultando ridículo.

Los efectos especiales y la puesta en escena tampoco ofrecen nada llamativo y, en general, las actuaciones y los personajes carecen de todo brillo. Mejor seguir recordando la excelente radionovela -en mi caso, versión Colombia- en la que las voces de, Gaspar Ospina y Erika Krum, resultaban maravillosas.
Luis Guillermo Cardona
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8
3 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Taw Jackson, acaba de salir de la cárcel bajo libertad condicional, y desde el mismo momento en que regresa a su pueblo, se prenden las alarmas entre los hombres de, Pierce Minning, quienes, de inmediato lo advierten de su presencia. ¿Por qué razón le teme? y ¿Cuál es su afán de buscar a, Lomax, el famoso pistolero para que lo mate? El que tiene la conciencia ardiendo nunca logra apagar sus faltas… y éstas siempre harán la forma de atormentarlo hasta que se redima o hasta que le cobren aquel mal que hizo.

La novela, “Badman”, que, Clair Huffaker, escribiera en ¡diez días! y publicara en 1958, él mismo la convirtió a guion, siendo, la productora Universal, la que finalmente terminó con los derechos de filmación, concediéndole el raro privilegio de estar presente en los sets de rodaje para hacer los ajustes necesarios a su guion.

Se había pensado en, John Wayne y en Burt Lancaster, como protagonistas, pero, éste se negó a trabajar con Wayne por sus encontradas posiciones ideológicas. Entonces, se llamó a Kirk Douglas, y éste, que ya había compartido cartel con el polémico actor (“In Harm Way”, 1965), no dudó en aceptar, no obstante que, con él, también tenía sus diferencias. Burt Kennedy, firmó entonces como director y se propuso dejar que, el viejo Wayne -bastante maltrecho por el cáncer que le descubrieran dos años atrás-, hiciera las cosas a su manera, mientras él se complacía dirigiendo a Douglas y a Robert Walker Jr., quienes plantaron lo suyo de manera estupenda. Kirk, desbordó un gran sentido del humor y, además, asumió personalmente casi todos los planos que requerían un stuntman… ¡y ver sus acrobáticas maneras de subirse al caballo es una verdadera delicia! Por su parte, Walker nos ofrece una actuación de primera línea y esto da fuerza a una trama que, en conjunto, es bastante simple.

El director, Kennedy, contó con recursos para lograr una imponente puesta en escena y los momentos de acción resultan muy bien logrados, quedándose sólo un poco corto en todo lo relacionado con la nitroglicerina… Si hubiese cambiado esta palabra por, gasolina, las cosas lucirían mucho más creíbles.

Por otra parte, se atina con la recreación de la manera cómo, “los poderosos”, expulsaban a los pueblos indígenas de sus territorios para quedarse con estos y con su oro… y hasta luce mordaz aquella escena en la que, el jefe Kiowa, expulsa a Jackson (Wayne), porque no quiere blancos gringos en su territorio. ¡Ah! y la escena con la harina resulta inmejorable.

En fin que, <<ASALTO AL CARRO BLINDADO>>, resulta un western muy ameno para una tarde de domingo en la que no haya forma de ir al campo.

Título para Latinoamérica: LUCHA DE GIGANTES
Luis Guillermo Cardona
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