Sólo se puede ser algo benevolente con este refrito de Bud Spencer y Terence Hill multirracial, si después de una semana loca en la que realmente cada día has estado al límite de tu capacidad, llega el viernes por la noche y, cómodamente instalado en casa con una tormenta de mil pares de rayos sobrevolanco tu ciudad, sólo tienes ganas de desconectar absolutamente del mundo absurdo y loco en el que vivimos, fijando la vista en la chorrada más insustancial y reírse de enésimas repeticiones de clichés de clichés triplagiados. Y es que hay días en que ni siquiera tienes ganas de leer o recurrir al Youtube para ver por enésima vez el gol de Iniesta en la final del Mundial y los gritos alborozados de José Antonio Camacho para relajarnos sin pensar, ya que los futboleros también necesitamos dosis de adrenalina, aunque sea a destiempo.

Lo que está claro que ver esta gilichorrada de película al menos, es más productivo que dedicar un segundo de tu vida a deglutir la mierda líquida que supura de los programas de cotilleo. Pero infinitamente menos productivo que revisar testosterónicamente los vídeos del inolvidable Mundial 2010. Así que, yo me quedo con el gran Camacho, señores. Porque el fútbol sí que es cultura. ¡Iniesta de mi vida!

Para empezar, diré que soy un gourmet que odia cualquier establecimiento de comida rápida. Pero, haciendo un esfuerzo sobrehumano, me voy a imaginar que, si fuese un adicto a ellos, creo sinceramente que mi razonamiento viendo este documental sería el siguiente:

- Me importa un pito que me suba el colesterol.
- Me importa una mierda que me suba el ácido úrico.
- Y, a mí qué, si las tripas me dan vueltas.
- Lo del insomnio me da igual, aprovecho para ver series aparcadas.
- Que no pueda subir normalmente unos tramos de escaleras por cansancio me la trae al pairo, me instalarán ascensor en mi bloque.
- Mi hígado es paté, pero total, seguro que está mejor que el de los alcohólicos cirróticos.
- He engordado 15 kilos, pero a las tías no les gustan los flacos.

Ahora bien, si mi pareja me dijese que no funciono bien en la cama por comer sólo de McDonalds...ME VOLVÍA VEGETARIANO, palabra. Porque, convendréis conmigo en que, a los hombres, los que nos interesa (entre otras cosas) es que nuestros penes SÍ se "supersizin" al máximo.

Así que está claro: no entréis en tugurios de fast food si queréis follar bien.

Reconozco que este tipo de películas son valoradas por mí de una manera bastante generosa, porque siempre me han gustado las historias de equívocos, roles cambiados y moralejas sobre lo que se ha de perseguir en la vida: ¿Felicidad espiritual o material?

Filme apto para personas en complicadas encrucijadas sentimentales que seguramente se verán reflejadas en el personaje interpretado por Nicholas Cage, un exitoso hombre de negocios podrido en dinero y casi insensible, que por un extraño incidente en una tienda ve cambiada su vida por completo...

En España, a pesar de lo mal que se habla de los norteamericanos, al final siempre se copian cosas de ellos en todos los aspectos. "Al salir de clase" es eso, simplemente una fotocopia de la famosa serie pijotera "90210 Beverligilis: Sensación de vividores".

Una panda de niños bien con algún que otro personaje "alternativo" - para que los jóvenes espectadores deglutidores de mierda se sintiesen totalmente "in" y "chachispirulis" - nos demuestran porqué los chavales de ahora han adoptado el lenguaje del SMS para hacer la selectividad y escribir curriculums vitae: simplemente el germen de semejante zozobra educativa y degradación cultural fue inoculado, entre otras razones, a través de "Al salir de clase" y otras series similares, monumentos a la insustancialidad y superficialismo más absolutos.

No le pongo un suspenso absoluto porque salía algún bombón femenino que otro, pero para disfrutar de ellos ya teníamos las revistas de la época y no hacía falta tragarse semejante truño de serie.

Eso sí, en la serie americana de "90210 Beberligilis" , las tías estaban bastante más buenas.

Otra de las críticas contradictorias que de vez en cuando estoy obligado a redactar. 2012 se trata de un pastiche de millones de películas ya vistas, sobre todo "Poseidón", "Independence Day" (el mismo director encima), "El día de mañana", "Señales del futuro", etc., con un John Cusack de protagonista que hace uno de los peores papeles de su vida, con unos secundarios lamentables incluyendo a una rubia con chihuahua insoportable (¿homenaje a Paris Hilton?) y con una trama obvia que no cuenta nada que no sepamos antes.

Y, sin embargo, me pase las dos horas del metraje sin pestañear mirando a la pantalla. Lo sé, no tiene explicación. Tal vez fuese el despliegue de efectos especiales que es de lo mejorcito que he visto en mi vida y sin que se note demasiado el silicio. Tal vez que la vi en la víspera de Nochevieja. Tal vez que la vi días después del famoso 21 de Diciembre de 2012. Tal vez me cogieron con la guardia baja en tiempos de crisis galopante, paz y felicidad. Sé que si la volviese a visionar, la nota bajaría, por ello, por un tiempo, me resistiré a hacerlo, aunque tengo muchas ganas de mirar en pantallazo muchas de las escenas del apocalipsis, para ver hasta qué nivel de detalle llegaron los chicos de los efectos especiales, que se merecen la mayor parte del pastel del éxito del filme.

Para acabar, sé que soy un gafapasta en muchas de mis críticas, pero está muy bien muy de vez en cuando que te den a probar de tu propia medicina. Como me pasó hace años con "Titanic", cuando me enfrenté al teclado delante de esta web.

¿Me estaré volviendo viejo?