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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.332
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de agosto de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo hacía parecer que un bien pensante como Leo McCarey, con un alto sentido moral y con serias objeciones de conciencia frente a la guerra, estaría excluído de participar en el cine de propaganda que, por compromiso patriótico, debieron asumir los mejores directores hollywoodenses durante la 2ª Guerra Mundial… pero no se libró de esto y, en 1942, hizo esta película que, no obstante que venía pisando firme en su carrera con títulos como “Dejad paso al mañana”, “La pícara puritana” y “Tú y Yo”, da la impresión de que se le ha caído el sombrero, pues está hecha con un innegable desgano que comienza a notarse cuando el cuento de Hitler… y la guerra… y el Barón austríaco-nazi engañando a la buena chica americana, mientras trafica con armas y se codea con la plana mayor, entran en el juego.

La historia de Sheridan Givney está cargada con las debidas cuotas de compromiso, riesgo, tesón, espionaje (esta vez al estilo Mata-O’Hara), sacrificio por la patria a costa de la propia felicidad… y por supuesto, las comunes señales de la crueldad, ambición y falsedad nazi. Los toques de color y de atractiva comedia, los añadió McCarey tratando de mantener el tono habitual de su obra y se nota claramente que es ahí donde se conserva a gusto porque el resto suena frío, desmotivado, sin empeño alguno en meternos el cuento de los buenos y los malos, cuando bien sabemos todos que, en la guerra, hasta los buenos son bastante malos.

Guiado por esa grandiosa conciencia que le reclama respeto por todos los hombres y no sólo por los de su lado, McCarey se esfuerza por distanciar los hechos violentos y se ahorra cualquier plano que pueda sembrar odio por personaje alguno. En este sentido, nos da una lección de cine moral que muchos deberían tomar en cuenta. Y, lo que queda al final, es un drama con escasos toques de comedia, que sirve a la campaña pro-EEUU, pero que no aporta gran cosa al arte cinematográfico.

Cary Grant, Ginger Rogers y Walter Slezak hacen correctamente lo suyo, pero, sólo Slezak luce bastante a gusto con su personaje. Una lástima, porque, cuando arranca la película y se ve ese atinado reloj con la svástica ocupando el lugar de las agujas para indicar que estamos en el tiempo de auge y expansión del oscuro nazismo, y cuando se da ese primer avisado encuentro telefónico entre el periodista radial Patrick O´Toole y el barón von Luber, llegamos a sentir que estábamos ante una comedia dramática de primera línea… pero, cuando no hay pasión por lo que uno hace, no puede haber milagros, porque, en definitiva, los milagros son sólo consecuencia del calor y el empeño que pones en lo que deseas.
Luis Guillermo Cardona
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9
28 de julio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta inolvidable, divertida y loca película de los Hermanos Marx, es mejor remedio para el cáncer que 75 quimioterapias. Es más efectiva contra la hipertensión que 100 años tomando propanolol. Y cura con mayor certeza una artritis, que diclofenaco 3 veces al día por 60 años. Y tengo dos razones: una, que la quimio no cura jamás un cáncer, y cualquier fármaco contra la hipertensión o la artritis, es apenas un calmante, pero no cura absolutamente nada, sirviendo sólo para aligerar bolsillos. Y dos, que la risa, al estimular el sistema curativo del cuerpo, despertar el optimismo, y renovar la sensación de que la vida es rico vivirla, se torna de una alta efectividad en la sanación de cualquier tipo de enfermedades.

Lo digo en serio: Los Hermanos Marx, como Keaton, Lloyd, Laurel & Hardy, y todos los grandes comediantes, deberían hacer parte de las videotecas caseras como remedio de primera línea contra las enfermedades tanto psíquicas como físicas. No exageraba Henri Bergson (Premio Nobel de Literatura 1927), cuando decía que “la risa es un remedio infalible”.

“SOPA DE GANSO” es una comedia tan deliciosa como una sopa de pato… siempre que éste no se cocine vivo, con plumas, patas y pico incluido. Aunque yo creo que aquí, el pato que espera una olla, es el intruso Trentino de Sylvania, quien busca ganarse los favores de la genero$$$a señora Tisdale, para apoderarse así de la tierra de Freedonia. Por fortuna, Rufus T. Firefly, un nuevo y diligente gobernante está a cargo, y con sus dos irremediables traidores aliados, buscará que las cosas queden como deben quedar.

Groucho, Harpo, Chico (y Zepo casi invisible en su canto de cisne) logran aquí uno de sus mejores filmes, con segmentos inolvidables, risas aseguradas y hasta con una certera crítica a las ambiciones colonialistas. Por primera vez, los números musicales (breves y llevaderos, aunque no encantadores) están coordinados con la historia y sus letras hacen referencia a lo que sucede. Por fortuna, las canciones fueron escritas, esta vez, por los mismos guionistas.

El resto es una sucesión de magníficas locuras: Groucho, jugando con el lenguaje de una manera envidiable, juega a gobernar entre el falso amor de la bella Vera Marcal y el amor verdadero, pero… de la sra Tisdale. Harpo, estrenando tijeras y cortando todo lo que cuelga o está erguido… bueno, ¡casi todo! Y Chico, sacándole punta a sus víctimas y poniendo lógica donde muchos ni siquiera la percibimos: “Si le encuentran, está perdido”, le dirá alguien. A lo que él responde: “¡Es absurdo, ¿cómo voy a estar perdido si me encuentran?!”

Leo McCarey se apunta otro notable acierto en su deliciosa misión de dirigir a los grandes comediantes.

Título para Latinoamérica: “HÉROES DE OCASIÓN”
Luis Guillermo Cardona
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Capitalismo: Una historia de amor
Documental
Estados Unidos2009
6,8
6.632
Documental, Intervenciones de: Michael Moore
8
18 de julio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que Eduardo Galeano, Noah Chomsky y, sí, Michael Moore, hacen la tripleta perfecta para que, cualquier ser humano, pueda alcanzar una idea cierta sobre la historia americana. Podemos acceder a ellos ad-honorem, en forma literaria y virtual, y lo mejor de todo es que, siempre que los leemos, los oímos o los vemos, nos hacen sentir, sin reparo alguno, que estamos ante hombres dignos, comprometidos, indagadores concienzudos, inmensamente cultos y profesionales… y más apreciable aún, con el alma puesta en el pueblo, en la gente común de todas naciones.

Como es de suponerse, tienen muchos detractores, les cierran muchas puertas, los vetan en todos los lugares donde la luz sólo entra por una que otra rendija, y no los quieren aquellos que sienten que sus dedos les señalan, pero no porque ellos conozcan sus faltas, sino porque la turbia conciencia siempre se siente señalada cada que alguien apunta con una linterna.

Es seguro que, como Galeano y como Chomsky, Moore tampoco acierta siempre, pues hay un hecho definitorio: las percepciones humanas pueden acercarse a la verdad (elevada correlación del entendimiento con los hechos), pero nadie puede afirmar que tengan el carácter de certezas absolutas. Pero, en lo general, sus ideas timbran adentro, lucen claras y vigorosas, están ausentes de improvisación y de ligereza, y nos dejan una sensación plena de que pretenden el bien común, luchando por erradicar el mal del mundo.

“En el capitalismo –decía Karl Marx- el obrero trabaja para otro y así, el trabajo se convierte en algo fuera de él. Y, al convertirse en un extraño a su propio trabajo, se convierte también, a sí mismo en otro extraño, perdiendo con esto su propia realidad humana”. Y Erich Fromm añadía: “En la sociedad moderna el hombre se vive como una cosa y vive a su semejante como una cosa que puede ser usada en su propio beneficio”. ¿Y qué felicidad… y qué paz… y qué unión pueden darse en condiciones semejantes?

Muchas denuncias atinadas, desenmascaradoras, objetivas, hechas algunas con gracia, pero también otras muy, pero muy dolorosas, oíremos y veremos en esta película que, bien mirada, podría ser mucho más aterradora que cualquier secuela de “Saw”. Con sobrada razón se advierte al principio que no es recomendable para personas demasiado sensibles.

¿Y podrá ser el gobierno de Barack Obama mejor que el de George W. Bush? Con seguridad que sí, y por una razón sencilla… ¡porque ya no puede haber nada peor!
Luis Guillermo Cardona
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6
17 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director, Michael Curtiz, no se sentía muy entusiasmado con este nuevo proyecto de seudo-biopic semimusical. Bien seguro que él olió, como nosotros, ese aroma a “ya sé lo que sigue” con que se escribió, <<TE VERÉ EN MIS SUEÑOS>>, pues, los clichés van y vienen a lo largo de la trama: Ahora renuncia, pero ese es su camino… Eso va para matrimonio… Tendrán varios hijos y los veremos bañándolos o acostándolos… Enseguida lo invitarán a cantar… Esa chica hará sentir celos a su esposa… Le harán un homenaje con muchos invitados…

Para empeorar las cosas, todo parte de una biografía escrita por la esposa del personaje protagónico (Grace Kahn) quien, como leal –que no objetiva- cónyuge, escribe de tal modo que parezca que a su marido casi le salen alas, mientras ella queda recreada como la gestora -de principio a fin- del éxito que aquel obtuvo. No por nada, cuando vio el filme el día de su estreno, ella le envió la más agradecida carta a la productora Warner Bros., por los favores recibidos.

Con todo –y contra todo esto-, Michael Curtiz ha logrado que este filme tenga su encanto. Primero, porque goza de unos diálogos precisos, elocuentes y con encantador gracejo (“Hay quien está capacitado para escribir poemas y hay quien está capacitado para fabricar platos”. “Hay cosas en el corazón de un hombre que jamás salen en un cardiograma”. “Y la bastedad de su carácter pesará tanto que os arrastrará”…). Después, cuenta con un reparto bien puesto, donde los secundarios, Frank Lovejoy, Mary Wickes, Patrice Wymore y James Gleason, rebozan de gracia y personalidad. Enseguida, el padre de Grace nos da un nombre para recordar: Elizabeth Barrett Browning; y, por último, el filme contiene una carga de ironía que divierte porque da en el blanco: “Solamente, Al Jolson, podría sacar adelante algo así”. –Sostiene la estrella de las Follies de Ziegfeld, Gloria Knight, cuando Khan le enseña una canción que es pura cursilería; y ésta otra que le dice, Walter Donaldson a Gus Khan, cuando ambos parecen repugnarse, es encantadora: “No vayas a dejar que el nimio detalle de que nos odiemos pueda separarnos”.

Director, siempre en la mira de Jack Warner para dirigir las historias de figuras sobresalientes de la farándula, Michael Curtiz volvió –sin que él mismo lo creyera- a abonarle a la productora casi dos millones de dólares (cifra que le sacaba sonrisas a los emigrantes polacos) por esta recreación semi-ficticia de la vida del compositor de origen alemán, Gus Khan (Gustav Gerson Khan), quien impuso un sartal de canciones en la radio, escribió música para numerosos filmes musicales, y creó exitosos espectáculos para los escenarios de Broadway en las primeras décadas del siglo pasado. No obstante, al estar basada en la biografía escrita por su esposa, Grace LeBoy (de soltera), uno no puede dejar de sentir que hay un gran esfuerzo para que sea ella el centro de la historia (beneficio para Doris Day), y su manipulado esposo (Danny Thomas) quede como el hombre que subió a la cima con una gran patada.

No creo que vayan a encontrar sorpresa alguna, pero de seguro se van a divertir.
Luis Guillermo Cardona
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9
1 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran éxito logrado con, "Four Daughters", animó de inmediato a la productora Warner Bros., a buscar un nuevo material que permitiera volver a reunir al floreciente grupo de actores que participó en tan magnífico filme. La oportunidad llegó cuando alguien encontró la obra, “Fly Away Home”, escrita por Dorothy Bennett e Irving White, y de inmediato, Julius J. y Philip G. Epstein, fueron encargados de la adaptación cinematográfica. Por derecho propio a, Michael Curtiz, le fue asignada la dirección… y pronto el público tuvo a su alcance una nueva y encantadora comedia, cuya historia es totalmente aparte de la que se cuenta en, “Four Daughters”, aunque se preserva el mismo aire de magia, honda ternura y unión familiar.

Se trata, esta vez, de una encantadora familia donde, Nancy Masters y sus cuatro bellas hijas, viven conformes y alegres, alimentando sueños y preparando la nueva boda de ella con el secretario de la Cámara de Comercio, Sam Sloane, un hombre casero, serio y responsable, dispuesto a asumir la tarea de heredar a las cuatro chicas, ya bastante creciditas.

La boda se lleva a cabo, pero, tras algunas semanas transcurridas en paz, y en grata unión con los amigos y pretendientes de Buff, Cora, Tinka y Linda, entra en escena, Jim Masters, su progenitor, quien en palabras de Nan, su exesposa, es “aventurero, frívolo y ligeramente responsable”. Han pasado 20 años desde que abandonó a su familia... y habrá que ver con qué intenciones llega.

Se inicia entonces, un reservado encuentro, marcado en principio por un “frente popular” que traman las hijas para liberarse del “intruso” de su padre. La palabra clave de este frente boicoteador será, Verdún (nombre de ciudad francesa) que, aunque en dialecto galo significa, “fortaleza poderosa”, en la II Guerra Mundial se utilizó simbólicamente como: “morder y resistir”.

Lo que surge luego, es un interesantísimo reencuentro en el que brota un gran acervo de nobleza, compromiso, perdón, dignidad a toda prueba… y de respeto por lo construido que, sin duda, te acaricia la piel y te ennoblece el alma. Cada quien hace que fluya lo mejor de sí... y hasta, Gabriel López, el vendedor de dientes de Moby Dick (¡!), aprende algo de integridad a la vez que enseña que, los hombres más interesantes en este mundo, son cualquier cosa menos predecibles.

Un puñado de encantadoras chicas con el cinto puesto en su justo lugar; un John Garfield y un Claude Rains, confirmando que nacieron para la actuación; una May Robson, divertida como solía serlo; y una ambientación con el más dulce calor de hogar, hace de, <<HIJAS VALEROSAS>>, un filme amable que encajaría de manera perfecta en una alegre y edificante velada familiar.
Luis Guillermo Cardona
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