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Críticas de La Taverna del Mastí
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Críticas 204
Críticas ordenadas por utilidad
6
9 de abril de 2016
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Para empezar esta reseña me gustaría dejar bien claro que nunca he sido un fan devoto de los cómics, ni los de DC ni los de Marvel, concretamente, no soy fan de ninguno en absoluto. Razonemos, ¿esto es bueno o malo a la hora de abordar una película de superhéroes que ha levantado tantas ampollas como elogios? Pues ni una cosa ni la otra, simplemente es lo que es tal cual. Y ahora pregunto, ¿es necesario leer los cómics de la DC para apreciar "Batman v. Superman"? Pues no, y sí... me explico. No hace falta leerse ninguno de los cómics, al igual que tampoco hace falta (por ejemplo) leerse las novelas de "El dragón rojo" y "El silencio de los inocentes" de Thomas Harris para poder disfrutar de la obra maestra de Jonathan Demme "El silencio de los corderos". Con esto quiero decir que cuando un individuo se sienta a ver una película, ve una película sin más, lo demás no vale, no es necesario; sin embargo, si te has leído los cómics (en este caso) puedes (más que apreciar) complementar ambas visiones, la cinematográfica y la plasmada en las viñetas. Así que llegados a este punto, el que no sea aficionado de los cómics no va a influir para nada en la valoración de esta película, porque es realmente eso, la valoración de una película nada más. Luego está la oleada de opiniones tan radicales y enfrentadas sobre este filme, o lo amas o lo odias. De primeras, no entiendo tales posturas, ya que este crossover de superhéroes ni es infumable como muchos dicen, ni tampoco es la octava maravilla del mundo, simple y llanamente es una película con sus virtudes y defectos, como cualquier otra.

Así que empecemos... ¿me ha gustado? Pues sí, pero no me ha encandilado. De entrada ya puedo decir que supera (con creces) a "El hombre de acero" (Zack Snyder, 2013), la primera entrega de este Universo cinematográfico de la Justicia de DC, la cual tenía muy buenas ideas pero mal aprovechadas, resultando finalmente una película un tanto decepcionante. En esta segunda entrega, ha corregido muchos de esos errores; sin embargo, continua teniendo algunos que lastran bastante su resultado final. El más importante es su guión, con demasiadas subtramas (que con el atropellado montaje) hace que por momentos el desarrollo del filme sea confuso. Quizás (o mejor dicho, casi seguro) que ha influido en esto el "Universo cinematográfico Marvel", su competencia más directa, que durante la última década ha podido ensamblar un notable universo repleto de películas conectadas entre sí. En "Batman v. Superman" han querido contar demasiadas cosas en poco tiempo, algo así como empezar una casa por el tejado, pero la demanda económica es la que manda. Por lo menos, Snyder ha corregido las absurdeces que tenía "El hombre de acero", como ese humor mal integrado en la trama y hologramas respondones con ¿inteligencia artificial?. Esta segunda entrega es mucho más oscura y eso se agradece. Su tono sobrio y discursos como ¿son necesarios los superhéroes para la humanidad? (que también planteaba, aunque mucho mejor, la infravalorada "Watchmen", también de Snyder); propician que "Batman v. Superman" sea interesante.

A todo esto, también podemos destacar el elenco actoral, con unos Ben Affleck y Jesse Eisenberg verdaderamente notables en sus respectivos personajes. Confieso que he conectado poco con el Batman de Christian Bale, a pesar del altísimo nivel argumental que atesoran sus adaptaciones firmadas por el siempre excelente Christopher Nolan; no en vano, está considerada como la mejor trilogía de superhéroes de la historia. No obstante, cabe decir que aunque Bale sea un gran actor, digamos que como hombre murciélago no me ha convencido demasiado. Ben Affleck, bajo mi punto de vista, construye mejor el personaje, viendo a un Batman veterano con cicatrices a la espalda en su particular guerra contra los criminales de Gotham, que le proporcionan la frustración perfecta para el idealismo que se percibe sobre todo lo que representan Superman y sus seguidores. Por otro lado, Eisenberg demuestra su talento como actor encarnando al malísimo Lex Luthor, que con sus matices le imprime una personalidad distinta respecto a los anteriores villanos, llevados a cabo por Gene Hackman (1978 - 1987) y Kevin Spacey (2006) en la saga clásica del "Superman" de Christopher Reeve y el "Superman Returns" de Bryan Singer respectivamente. También me ha gustado ese Superman dubitativo y en conflicto consigo mismo, llevado a cabo de maravilla por Henry Cavill, que se despoja de los arquetipos del personaje. Aunque es necesario indicar que sigue sin convencerme Amy Adams como Lois Lane; y además, esa subtrama de la bala es totalmente innecesaria (puro relleno) que entorpece de mala gana el desarrollo del filme. Del mismo modo que ese Doomsday creado enteramente por ordenador, que parece sacado de algún videojuego de tres al cuarto que tanto abundan en el catálogo de las consolas de última generación. Cabe decir también que Gal Gadot está bastante desaprovechada como "Wonderwoman", aunque su aparición es interesante y nos deja con ganas de saber más sobre este personaje, que próximamente tendrá su propia película.

En conclusión, "Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia" es una película interesante y bastante entretenida, que pese a su farragoso desarrollo de la historia, contiene los suficientes argumentos para satisfacer a los fans, y crearnos ciertas expectativas a las próximas entregas de este nuevo Universo cinematográfico de la DC.
La Taverna del Mastí
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7
21 de febrero de 2016
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Estrenada hace más de un año en el pasado Festival de Sundance, llega a nuestras carteleras "Brooklyn", la cual a pesar de irse de vacío fue la ganadora moral de dicho festival, iniciando una más que digna carrera hacia la presente edición de los premios Oscar, cosechando galardones y nominaciones por doquier, como el BAFTA al mejor filme británico, y a la mejor actriz para Saoirse Ronan en el Círculo de Críticos de Nueva York, Satellite Awards y los Globos de Oro, entre otros muchos.

Dirigida por John Crowley, "Brooklyn" nos traslada a la Irlanda de principios de la década de los 50, aquella en que las medidas económicas proteccionistas de principios del Siglo XX debilitaron su economía, haciendo que hubieran escasas oportunidades. Nuestra protagonista, una muchacha joven llamada Eilis Lacey, con el beneplácito de su familia, decide emprender un viaje a los Estados Unidos (concretamente a la ciudad de Nueva York), en busca del sueño americano. Su ingenuidad choca con un país extranjero, en el que su cultura y forma de vida es completamente opuesta a la de su Irlanda natal. Así que con su esfuerzo y determinación deberá madurar si desea adaptarse y prosperar en su nueva vida. Un sacerdote irlandés afincado en Nueva York (interpretado por un desaprovechado Jim Broadbent), sus chismosas compañeras y la encargada de la pensión donde se hospeda (interpretada por una genial y descacharrante Julie Walters), junto con el chico que conoce (y que más tarde se enamorará), serán los artífices que propiciarán el cambio en la personalidad de nuestra Eilis, convirtiéndola en toda una mujer; sin embargo, las graves noticias que recibirá desde Irlanda le harán volver de nuevo atrás, y es aquí donde se le presenta un dilema moral, que consiste en decidir entre quedarse en su tierra natal o continuar con esa nueva y esperanzadora vida llena de oportunidades en Norteamérica.

Me ha gustado mucho el contraste de realidades entre esos dos mundos completamente distintos: la Irlanda natal conservadora y rústica, y la moderna y liberal Norteamérica. El estupendo vestuario del filme cobra una especial importancia en este aspecto, que deja bien patente las diferencias entre un lugar y otro; además del comportamiento de los dos entornos de nuestra protagonista, en el que se puede destacar a los dos pretendientes que se le presentan a Eilis. Por un lado se encuentra Tony (interpretado por un estupendo Emory Cohen), un italo-americano que al igual que ella comparte el mismo afán y lucha por labrarse un futuro digno, en un país que no es el suyo. Por otra parte, tenemos a Domhnall Gleeson (en un breve pero intenso papel), que encarna a un adinerado joven que a pesar de la madurez y convicción que atesora, permanece demasiado arraigado a su tierra; o dicho de otro modo, no tiene grandes aspiraciones en la vida, siendo el contrapunto perfecto de Tony.

Aunque lo más destacable de la película es Saoirse Ronan, que interpreta de forma magistral a esa frágil muchacha, que tiene que enfrentarse a una nueva vida en un lugar totalmente diferente al suyo. Ella es, sin duda, el corazón de la historia, dotando al personaje de carisma, y en el que sus impresionantes y expresivos ojos nos muestran la melancolía que siente en un principio, y la posterior felicidad y esperanza que irradia; y por consiguiente, la han llevado a estar nominada merecidamente en la presente edición de los premios Oscar, siendo ésta su segunda vez, tras "Expiación" (Joe Wright, 2007). De igual modo, sobresale el sobrio guión del reputado escritor británico Nick Horny, que fue también candidato a los Oscar en 2009 con "An Education" de Lone Scherfig, y que en esta ocasión adapta la novela homónima de Colm Toibin. Con "Brooklyn" construye un encantador y conmovedor melodrama de corte clásico, en el que las ganas de prosperar en la vida, y valores como el compromiso familiar y el amor cobran vital importancia; asimismo, la cuidada ambientación, junto con la preciosa fotografía, y la deliciosa banda sonora, ayudan a que se desmarque del resto de propuestas similares, como los empalagosos dramas "made in Nicholas Sparks", erigiéndose como una de las más destacadas y recomendables del género.

En definitiva, "Brooklyn" es una buena película, con una sencilla historia pero muy solvente, que cuenta con la gran interpretación de la actriz estadounidense de origen irlandés Soairse Ronan y una fascinante factura técnica; además de poner de manifiesto el buen momento del cine irlandés, ya que tanto ésta como "La habitación" (Room, Lenny Abrahamson), que también llega a nuestras carteleras esta misma semana, son realmente notables y están repletas de merecidas nominaciones a los Oscar.
La Taverna del Mastí
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8
12 de octubre de 2015
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La adolescencia es posiblemente la etapa más compleja por la que tiene que atravesar el ser humano, debido a los múltiples cambios que sufre el individuo, tanto físicos como psicológicos. Es aquel periodo en el que se define que personalidad se va a tener en la edad adulta. El cine independiente estadounidense, desde hace unos cuantos años, ha ido realizando algunos retratos sobre la adolescencia en esta nueva era de la información y aparatos electrónicos (y no, no nos referimos a las protagonizadas por vampiros brillantes, ni nada semejante); sino a filmes más bien como "Las ventajas de ser un marginado" (Stephen Chbosky, 2012), "Ahora y siempre" (Ol Parker, 2012) y "Bajo la misma estrella" (Josh Boone, 2014), todas ellas con semejanzas a la película que nos concierne, titulada de forma insípida aquí en España como "Yo, él y Raquel".

La película nos cuenta una historia centrada en Greg, un adolescente inseguro y apático que vaga por el instituto como un espectro para no involucrarse demasiado con nadie y pasar así desapercibido. Todo su universo cambia para siempre cuando sus padres, de alguna manera le obligan (o mejor dicho, le condenan) a hacerse amigo de Raquel, una chica de su mismo instituto que padece leucemia, formando así (y parafraseando al propio protagonista del filme y también valga la redundancia) una "condenada" amistad con la chica moribunda.

Alfonso Gómez-Rejón, conocido especialmente por haber dirigido muchos episodios de la serie "American Horror Story", nos presenta una historia, que a modo episódico, nos habla sobre la verdadera amistad, la búsqueda de la identidad y la pasión sobre el séptimo arte; sí, ésto último debido a la gran afición del protagonista y su compañero de fatigas, llamado Earl, por el celuloide y su afán de realizar casposos remakes caseros de grandes clásicos, desde Werner Herzog, pasando por Alfred Hitchcock, Ingmar Bergman, François Truffaut, hasta Stanley Kubrick, entre otros muchos. Toda esta amalgama de temas que trata (y muy bien además) convierten a esta película en una experiencia estimulante, por sus valores y la forma tan notable con la que Gómez-Rejón los plasma en pantalla; y más aún con ese impresionante giro final que deja huella, y de paso... propicia que se desmarque claramente de las citadas anteriormente, erigiéndose como uno de los mejores largometrajes en su especie.

En definitiva, "Yo, él y Raquel" es un filme notable y muy recomendable, que retrata de forma coherente y desgarradora una atrayente historia sobre la amistad, el amor y la enfermedad de unos personajes interesantes y muy bien construidos (interpretados a la perfección por Thomas Mann y Olivia Cooke), rebosante de valores que calan hondo, y explorando cuán exquisita, inesperada y trágica puede ser la aventura de saberse vivo.
La Taverna del Mastí
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7
17 de septiembre de 2015
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El veterano director australiano Fred Schepisi, responsable de maravillosas películas como "Un grito en la oscuridad" (1988), "La casa Rusia" (1990), "Criaturas feroces" (1997), o "Last Orders" (2001), nos presenta una atrayente propuesta, junto a dos actores de grandísimo nivel: Clive Owen (que fue nominado por "Closer") y sobretodo la francesa Juliette Binoche (ganadora del premio Oscar por "El paciente inglés").

Ambientada en una escuela preparatoria de élite situada en Nueva Inglaterra, gira en torno a la "polémica" relación que entablarán un profesor de inglés y una profesora de arte. Jack Marcus lucha por mantener la atención de sus alumnos, pero cuando una conocida artista comienza a dar clases en la escuela, Jack declara una guerra a base de palabras e imágenes, enfrentando a sus estudiantes contra ella en un intento por mostrar qué medio puede tener mayor significado. De esta manera dinamizan la creatividad de sus estudiantes y los dos profesores encuentran nuevos estímulos en sus profesiones.

Owen y Binoche encarnan a dos profesores de facultad que no pasan por un buen momento por diversos motivos; él, de lengua, atraviesa una sequía creativa y su adicción al alcohol le acarrea múltiples problemas y hace que esté cuestionado en el centro educativo; por otra parte, ella enseña bellas artes y su grave enfermedad degenerativa que le impide hacer vida normal y seguir pintando. A destacar como Binoche aborda su personaje, que bien recuerda a la gran pintora mexicana Frida Kahlo, mostrando de manera soberbia la frustración de como la enfermedad se va adueñando de todo.

El punto de partida del filme es muy interesante, ya que a modo de comedia, nos hace reflexionar en el principal problema que afecta generalmente a la juventud de hoy en día, el cual consiste en una sobresaturación de información y aparatos electrónicos, que les hace estar enganchados, perdiendo interés en realizar otras cosas y estando casi todo el tiempo aburridos y comatosos; siendo la mayoría unos zombies, vamos. Los docentes se percatan de ello y aprovechan su rivalidad entre "imágenes contra palabras" para componer un "tour de force", implicando a los alumnos y despertando en ellos la curiosidad y las ganas de aprender... dándoles ese "aliciente" que les faltaba para apartar de una vez por todas la apatía constante y sonante. Esta sugerente premisa nos hace reflexionar sobre la calidad en la educación y la pérdida de los valores morales y culturales, que por desgracia caracteriza a la mayoría de las generaciones jóvenes.

Por contra, de entrada se puede declarar que el título que le han puesto en España, "Lecciones de amor", es un tanto desafortunado... ya que "Palabras e Imágenes" es mucho más apropiado; asimismo, hay cierta subtrama, aquella protagonizada por una estudiante asiática que sufre un acoso, que no acaba de encajar demasiado bien en la historia, desviando de mala gana la atención sobre la interesante premisa principal antes reseñada y llegando por momentos a chirriar bastante; sin embargo, no llega a deslustrar el resultado general del filme, que es muy bueno.

En resumidas cuentas, "Lecciones de amor" es una película notable, que reivindica la buena educación y el amor por la cultura, sostenida por dos enormes intérpretes, como son Clive Owen y Juliette Binoche, que demuestran tener una buena química entre ellos, estando a un nivel por encima de la resta, y que cuenta con un director con las tablas suficientes, para llevar a buen puerto esta recomendable cinta.
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6
16 de febrero de 2015
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El director francés Pierre Salvadori, curtido en el mundo de la comedia, de las cuales se puede destacar "Usted primero" (2003) y "Un engaño de lujo" (2006), nos propone en su última película (hasta la fecha), titulada "En un patio de París", un drama con pinceladas cómicas; en el que se adentra en la crisis de los cuarenta, la locura cotidiana, y la convivencia en una excéntrica comunidad de vecinos.

La historia se centra en Antoine, un músico que acaba de cumplir los cuarenta años de edad, que de pronto decide abandonar su carrera. Tras deambular sin rumbo durante varios días, lo contratan para que se encargue del mantenimiento de un edificio de pisos. Allí conocerá a Mathilde, una mujer jubilada que acaba de mudarse, y que descubre una grieta en la pared del salón, cayendo víctima del pánico. Poco a poco nacerá entre ellos una singular y extraña amistad.

Lo más destacado de esta solvente película, es sin duda, las interpretaciones de su dúo protagonista, compuesto por Gustave de Kervern y Catherine Deneuve. En lo que se refiere a Gustave, construye un personaje bastante contenido, en el que muestra, de forma precisa, como un hombre sufre la temida crisis de los cuarenta; por otra parte, Deneuve está realmente notable, elevando la categoría del filme, ya que perfila un personaje que de manera progresiva se introduce en la locura, conteniendo varios puntos en común con el que interpretó en el clásico de culto de Roman Polanski, "Repulsión" (1965), aunque no tan visceral como aquel. También es muy interesante el retrato que realiza a la siempre complicada convivencia entre vecinos, en el que Salvadori nos ofrece un desfile de pintorescos personajes que aportan el tono divertido y desenfadado de la cinta, destacando: el genial predicador de la secta religiosa, el exfutbolista caído en desgracia que colecciona bicicletas, y el manioso arquitecto 'toca-pelotas'.

En conclusión, "En un patio de París" es una buena comedia agridulce, ensalzada por las notables interpretaciones de sus protagonistas, sobretodo una Catherine Deneuve que demuestra todo su talento y carisma, y que nos retrata la temida crisis de los cuarenta de forma interesante y con todas sus consecuencias.
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