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Críticas de La Taverna del Mastí
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Críticas 204
Críticas ordenadas por utilidad
7
28 de junio de 2016
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada, podemos afirmar que "Al final del túnel" se aleja de las comedias que nos ha ofrecido su director Rodrigo Grande en estos últimos años, tales como "Presos del olvido" (Rosarigasinos, 2001) o "Cuestión de principios" (Id., 2009)... para conformar un thriller policíaco de suspense con una atmósfera inspirada en los relatos de Edgar Allan Poe, de casas habitadas por fantasmas del pasado y ladrones que las rodean. Cabe mencionar también que vuelve a contar con Pablo Echarri y su actor fetiche Federico Luppi; aunque este último en un rol más secundario, pero no por ello menos importante.

La premisa se centra en Joaquín, un hombre que está en silla de ruedas, y que vive con su perro en una lúgubre y oscura casa. Un día, la bailarina de striptease Berta y su hija Betty llaman a su puerta respondiendo a un anuncio que puso para alquilar una habitación. Su presencia dará alegría a la casa y animará la decadente vida de Joaquín.

Una noche, mientras trabaja en su sótano, donde repara ordenadores, Joaquín escucha un ruido casi imperceptible. Acerca la oreja contra la pared y se da cuenta que un grupo de ladrones, liderado por Galereto está construyendo un túnel que pasa bajo su casa para robar un banco cercano. Desde entonces, Joaquín vigilará a los ladrones, tomando notas, logrando conocer al detalle el plan del robo, y ejecutará un plan contrarreloj con el fin de intentar frustrar los propósitos de Galereto y su banda.

Lo más destacable de la película reside en su alto nivel interpretativo de su elenco actoral, con un Leonardo Sbaraglia magnífico, que encarna a nuestro atormentado protagonista. Su 'voyeurismo' (entre comillas) nos recuerda claramente al James Stewart de "La ventana indiscreta" del maestro del suspense Alfred Hitchcock, y su habilidad innata para crear artefactos al delirante McGyver de la serie televisiva ochentera. Con el robo, nuestro protagonista ve la oportunidad de superar sus traumas, derivados del accidente automovilístico que le arrebató a toda su familia; y además, evidencia el doble significado del título del filme, ya que al final de ese túnel encontrará tanto el botín como la luz que ilumine su existencia. También sobresale la estupenda interpretación de Clara Lago, que da vida a la bailarina de streptease Berta, y la cual cabe reseñar el gran esfuerzo que ha realizado por conseguir dominar el acento argentino; y además Pablo Echarri, que encarna al despiadado y violento Galereto. Asimismo, la puesta en escena impregnada por su director Rodrigo Grande es maravillosa, teniendo la capacidad para mantener un suspense in-crescendo hasta el final del filme... y más, por el hecho de desarrollar el noventa por cien de la trama en dos o tres escenarios, dejando bien patente aquello de que menos es más. Por lo cual, la casa se convierte en un personaje más, repleta de claroscuros que potencian la opresión del espectador y remarcando los sonidos, como los quejidos de tuberías, suelos que crujen, sonidos de puertas que chirrían y desagües... que acentúan la paranoia y las amenazas que acechan al protagonista aún cuando no las ve, remarcando su estado emocional.

En definitiva, "Al final del túnel" es un fibroso thriller de suspense, con grandes interpretaciones y que te mantiene pegado a la butaca hasta su estupendo final; pero esencialmente, nos relata la interesante historia personal de Joaquín, que recupera la ilusión por la vida, gracias a ese robo en el que se ve inmerso de rebote. Ya sabéis... a grandes males, medidas desesperadas.
La Taverna del Mastí
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9
26 de agosto de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales) asegura que apenas un 8% de las películas que se producen en España son dirigidas por una mujer, un hecho que desde mi punto de vista es totalmente cierto; aunque actualmente esté cambiando la tendencia, debido a asociaciones como la citada anteriormente y a la política democrática del siglo XXI, en la vasta historia del cine español cuesta encontrarse con filmes realizados por el sexo femenino.

Una de las cineastas más destacadas y prolíficas de nuestro cine es Isabel Coixet, y que de modo coincidente, es una de las socias fundadoras de CIMA. Esta cineasta nacida en una ciudad de la provincia de Barcelona y curtida en el mundo de los videoclips musicales y spots publicitarios de televisión, se caracteriza por realizar intensos melodramas psicológicos, claramente enmarcados dentro del cine de autor, en los que se tocan temas tan dispares como la enfermedad, el amor o la cultura japonesa, entre otros.

"Mi vida sin mí", estrenada en 2002, es posiblemente la obra cumbre de su filmografía, en la cual nos relata la historia de una mujer de 23 años llamada Ann, que vive a duras penas con su marido y sus dos hijas pequeñas en una caravana, alojada en el jardín de la casa de su madre. Trabaja de noche limpiando una universidad, teniendo una existencia que se desarrolla de forma anodina y deprimente. Se podría afirmar que vive una vida que quizás no ha elegido, y mucho menos soñado; sin embargo, la acepta sin rechistar y se entrega en cuerpo y alma por el bienestar de su familia.

Tras un reconocimiento médico, le diagnostican una enfermedad terminal, hecho que propicia un cambio permanente en su rutinaria y gris existencia. Lejos de hundirse y sumirse en la más profunda depresión, así como someterse a cualquier tipo de tratamiento, el citado cáncer le hace abrir los ojos, pues se da cuenta de las posibilidades que tiene la vida y de lo bello que es vivir. Guiada por tal impulso, escribe una lista con las cosas que desea realizar antes de morir.

Sin duda, se trata de un tema bastante arriesgado porque puede caer en el cliché fácilmente. Nuestra protagonista elabora una pequeña lista de cosas que va cumpliendo una por una; no obstante, la película no está abordada de la manera convencional, como por ejemplo "Ahora o nunca" (The Bucket List, 2007) de Rob Reiner, que su visionado solamente queda justificado por la calidad interpretativa de sus protagonistas, unos fantásticos Morgan Freeman y Jack Nicholson. En "Mi vida sin mí", Anne no le cuenta a nadie que va a morir, guardando el secreto en lo más profundo de su ser, propiciando que el filme nos muestre como afronta la enfermedad de forma interna y personal. En este sentido, cabría reseñar que la influencia del drama asiático es latente, caracterizado generalmente por relatar historias de corte romántico, intimistas, dramáticas y con un halo de tristeza tremendo. Que esta opera prima de Coixet se desmarque de las constantes que rigen el cine más occidental la convierten en una cinta interesante y por descontado, recomendable.

Por otro lado, es necesario puntualizar que una de las constantes de la filmografía de Coixet es trabajar con actores y actrices internacionales; de hecho, en "Mi vida sin mí" trabaja con Sarah Polley, Scott Speedman y Mark Ruffalo, entre otros; de Sarah Polley cabe destacar que es el alma mater de la película, pues realiza una grandísima interpretación, en la cual dota al personaje de una naturalidad y sensibilidad inusitada, siendo frágil y fuerte a la vez; habría que decir también que en lo referente a Mark Ruffalo (otro de los actores antes citados) me ha gustado especialmente interpretando a ese amante clandestino de nuestra protagonista, que es ajeno a la cruda realidad, y cuya historia de amor se podría afirmar que se asemeja a una representación onírica de la misma. Su conmovedora historia nos emociona y nos hace reír a partes iguales, hasta su anunciado trágico final.

Me ha encantado la inclusión del clásico de los Beach Boys "God only Knows", que se convierte en el tema principal de la película y se encuentra muy bien integrado, ya que su estribillo dice: "God only knows where I'll be without you", que traducido al castellano vendría a decir: Solo dios sabe que sería sin ti. También es digno de mención el potente inicio, con una Sarah Polley empapada bajo la lluvia, mientras su voz en off nos presenta a su personaje, siendo un instante verdaderamente hermoso, poético y repleto de magia. A continuación me gustaría plasmar el instante en un pequeño inciso, para poder comprobar de primera mano toda la belleza poética de ese inicio tan magnético e impresionante: "Ésta eres tú. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca imaginaste que harías algo así, nunca te habías visto como… no sé cómo describirlo, como una de esas personas a las que les gusta la lluvia o que pasan horas contemplando el mar o una puesta de sol. Seguro que sabes de qué gente estoy hablando, o tal vez no. Da igual. A ti te gusta estar así, desafiando al frío, sintiendo cómo el agua empapa tu camiseta y te moja la piel, y notar cómo la tierra se vuelve mullida bajo tus pies, y el olor y el sonido de la lluvia al golpear las hojas. Todas esas cosas que dicen los libros que no has leído. Esta eres tú. Quién iba a pensarlo.. tú."

Después de "Mi vida sin mí", realizaría la notable "La vida secreta de las palabras" (2005), con Tim Robbins, Julie Christie, y en ella repetiría con Sarah Polley, papel por el que fue multi-premiada en los Goya, contando con una premisa probablemente un tanto más ambiciosa en su discurso; aunque sería pertinente señalar que no llegó a alcanzar la excelencia de esta fascinante obra maestra que nos concierne.
La Taverna del Mastí
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6
21 de noviembre de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera entrega de "Dos tontos muy tontos", que se estrenó hace veinte años, supuso el debut en la dirección de Bobby y Peter Farrelly, especialista de la comedia absurda, o como se llama coloquialmente: 'de sal gorda'; que cuentan con algunas de ellas consideradas de las más destacadas del género, como "Algo pasa con Mary" (1998), "Vaya par de idiotas" (1996) que posiblemente sea su mejor filme hasta la fecha, o su debut antes citado, que consagró a su actor protagonista, Jim Carrey.

En esta tardía secuela, los hermanos Farrelly se apoyan en la nostalgia de la primera entrega, en la que Jim Carrey y Jeff Daniels a pesar de haber pasado la friolera de veinte años, conservan intacta esa compenetración mutua que atesoraban tan bien en la primera, bordando el papel de mentecato; aunque huelga decir que hay algunos gags que funcionan mejor que otros (como esa descacharrante parodia a la genial serie de Vince Gilligan, "Breaking Bad"), y habiendo también otros tantos que están demasiado pasado de vueltas, como los de perfil escatológico que personalmente no me acaban de gustar.

Uno de sus grandes aciertos reside en la interpretación secundaria de Kathleen Turner, que al igual como hizo en las series de "Californication" (haciendo de la ninfómana jefa de Charlie Runkle), o en "Friends" (haciendo del padre de Chandler), y también teniendo en cuenta que en los años ochenta era toda una 'sex symbol' del cine de Hollywood, en "Dos tontos todavía más tontos" se autoparodia, como si de alguna manera hubiera fusionado ambos roles, siendo posiblemente el personaje más divertido, y realizando uno de los mejores gags del filme. Mención especial merece que Laurie Holden y Jim Carrey compartieron protagonismo hace unos cuantos años en la notable película de Frank Darabount, titulada "The Majestic", en una de las escasas interpretaciones "serias" del cómico estadounidense; y además, cabe reseñar también que tras los títulos de crédito, hay una última escena que tiene su gracia, del mismo modo que en la primera entrega.

Por contra cabe decir que el guión es bastante flojo, aunque en este tipo de propuestas suele estar siempre relegado a un segundo plano; también se nota la falta de frescura, pero es algo normal teniendo en cuenta que la primera entrega es una de las comedias más aclamadas y divertidas de los últimos tiempos; y su excesiva duración, alcanzando casi las dos horas, sobrándole al menos veinte minutos que hubieran agilizado el ritmo y mejorado considerablemente el resultado final del filme.

En conclusión, a pesar de sus fallos, "Dos tontos todavía más tontos" contiene los suficientes chistes graciosos que la hacen bastante entretenida, ideal para desconectar totalmente de las rutinas cotidianas.
La Taverna del Mastí
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8
22 de mayo de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años setenta, el realizador australiano George Miller (junto con un joven y desconocido Mel Gibson), confeccionó un infernal retrato de un país australiano estéril y dominado por las bandas, pasándolo por el filtro de la ciencia ficción apocalíptica, y que con el tiempo se convirtió en todo un clásico de culto.

Esta nueva entrega, titulada "Furia en la carretera", nos llega veinte años después de la esperpéntica tercera parte (de hecho lo único rescatable es la canción de Tina Turner), y nos trae a un solitario Mad Max perseguido por su turbulento pasado; no obstante, se ve arrastrado a formar parte de un grupo que huye a través del desierto en un camión de guerra conducido por una Emperatriz de élite: Furiosa. Escapan de una Ciudadela tiranizada por Immortan Joe, a quien han arrebatado algo irreemplazable. Enfurecido, el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a los rebeldes en una "guerra de la carretera" de altas revoluciones...

Miller ha resucitado la saga que él mismo creó y le puso en el panorama cinematográfico, actualizándola a los cánones que rigen en la actualidad, pero manteniendo la esencia de sus dos primeras entregas: el espíritu rebelde y macarra. 'Fury Road' nos hace sentir en nuestras carnes el árido polvo de sus anaranjados desiertos, la tensión de las adrenalíticas persecuciones, explosiones, y la acción pura metida en vena... todo en ella es mastodóntico y bestial; sin embargo, no se queda solo en su espectáculo visual, ya que posee corazón y sentimientos, con un trasfondo que subyaga el tema sobre el maltrato a las mujeres.

Cabe destacar el alto nivel de las interpretaciones, sobre todo de su dúo protagonista, que a pesar de la sonada ausencia del carismático Mel Gibson, el rudo Tom Hardy le sustituye de forma notable, encarnando de maravilla al antihéroe Max Rockatansky; aunque es Charlize Theron la que se lleva el gato al agua, estando realmente inmensa y genial como la Emperatriz Furiosa, siendo está una de sus mejores interpretaciones en su vasta carrera.

También destaca una factura técnica alucinante, una fotografía colorista que dota de vida cada fotograma, una banda sonora potente (y a ratos hasta divertida) ya que los tamborileros blancos y el delirante guitarra escupe fuego (que personalmente me ha recordado a esa desenfadada banda del club de la 'Teta Enroscada' de la cinta 'Tarantiana', "Abierto hasta el amanecer") son parte del desquiciado grupo del señor de la guerra.

Por ponerle alguna traba (eso sí, pequeña), quizás sea que el guión es un tanto sencillo (aunque solvente), pero siendo una cinta de evasión y espectáculo, tampoco hay que marear tanto la perdiz, y por consiguiente, esta nimiedad no consigue empañar la sensacional experiencia de disfrutar de esta gran película.

En conclusión, "Mad Max: Furia en la carretera" es una película impresionante, que revitaliza una saga que se había reducido a su estatus de culto, dándola a conocer a las nuevas generaciones, y que personalmente espero que sea la primera de una nueva, estimulante, bizarra, y espectacular saga post-apocalíptica.
La Taverna del Mastí
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9
21 de diciembre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo que se refiere a "Star Wars" se puede afirmar que supuso toda una revolución en la historia del cine moderno, pues prestándose de unos deslumbrantes efectos especiales y una historia que le daba un nuevo enfoque a las aventuras caballerescas y de princesas, instauró la era 'blockbuster', cambiando para siempre la forma de contar y confeccionar las películas con respecto a la edad dorada. Hay que mencionar, además, que desató una auténtica fiebre fan sobre el gentío, pasando irremediablemente a formar parte de la cultura popular, la cual se hicieron toda clase de juguetes, artículos de 'merchandising', series de animación, convenciones y muchas cosas más... que la han convertido en la saga más popular y exitosa de la historia del celuloide.

Tras una primera trilogía a principios de los años ochenta, conformada por "La guerra de las galaxias" (George Lucas, 1977), "El imperio contraataca" (Irvin Keshner, 1980) y "El retorno del Jedi" (Richard Marquand, 1983); su creador George Lucas, al borde de la era 2000, realizó una nueva trilogía centrada en relatarnos el pasado de los personajes más icónicos de la franquicia; y a pesar de tener unos deslumbrantes efectos especiales, no consiguieron paliar las expectativas de los incondicionales fans de la saga e "hiriendo casi de muerte" el fenómeno galáctico.

Llegados a este punto, cuando se dijo de realizar una nueva trilogía, que continuara los hechos relatados en la trilogía clásica, las expectativas estaban directamente por los suelos, y más aún, tras la adquisición del estudio responsable Lucasfilm por parte de la factoría Disney, que hacíade la citada presagiar una infantilización de la franquicia; sin embargo, nada más lejos que la realidad. La compañía del simpático ratón animado fichó al director estadounidense JJ Abrams, del que cabe puntualizar que el mismo Steven Spielberg dijo de él que era su predilecto; es decir, un realizador que ha heredado ese toque naíf y aventurero que el rey midas de Hollywood desarrolló en los años ochenta y noventa; asimismo, Abrams ha sido el responsable de revitalizar la franquicia de Star Trek, y también de realizar interesantes series de ciencia ficción (como "Lost" o "Fringe"), así que se podría afirmar que era el más idóneo para abordar un proyecto de esta envergadura. Si a esto sumamos el rescate de sus personajes clásicos Han Solo, Chewacca, la princesa Leia, Luke Skywalker y los androides C3PO y R2D2; y también de Lawrece Kasdan en las labores de escritura del guión; el éxito de esta nueva y esperadísima entrega estaba asegurado; y así ha sido, pero con matices.

A diferencia de la citada anteriormente segunda trilogía, Abrams y su equipo recupera el espíritu perdido, ese sabor que desprendía la trilogía clásica, conformando un híbrido entre las maquetas, decorados, maquillaje y demás, con los efectos digitales de última generación, dándole un aspecto espectacular, a la par que real y palpable, siendo sin duda uno de sus grandes aciertos. De igual modo que su reparto actoral, en el que confluyen algunos de los intérpretes míticos (como el carismático Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill) con algunos jóvenes talentos, como por ejemplo Daisy Ridley, que encarna a la protagonista Rey, una chatarrera ingenua y sagaz, que se convierte por méritos propios en el corazón de la historia, ya que es ese personaje en el que despierta la fuerza interior; por otro lado, también podríamos destacar a John Boyega, que da vida a un soldado imperial que deserta y finalmente acaba uniéndose a nuestra protagonista, teniendo una química entre los dos muy buena; al igual que el simpático y adorable nuevo androide bola BB-8; y Adam Driver, que encarna al villano de la función, que a pesar de no poseer ni un atisbo del carisma y grandeza del mítico Darth Vader (hecho que podríamos decir que es casi imposible de igualar), contiene una interesante lucha interior bastante pareja a aquella que tuvo Anakin Skywalker de los denostados episodios 1, 2 y 3, una vulnerabilidad que le hace caminar sobre el fino alambre que separa el reverso tenebroso con el de la luz.

Si bien, en contraste con lo dicho anteriormente, deseo subrayar que a pesar de haber rescatado a un guionista del calibre y talento de Lawrence Kasdan, responsable de escribir "El imperio contraataca" y "El retorno del Jedi", el guión de esta nueva entrega naufraga irremediablemente, teniendo prácticamente la misma estructura argumental que el "Episodio IV: Una nueva esperanza", dejando una sensación de 'deja vu' constante; algo así como pasó con "Jurassic World" (Colin Trevorrow, 2015), que funcionaba como una especie de remake encubierto de "Jurassic Park" (Steven Spielberg, 1993). De manera semejante que con algunos de los actores, como Oscar Isaac [nominado al Oscar por "A propósito de Llewyn Davis" (Joel y Ethan Coen, 2013) y visto últimamente en "Ex Machina" (Alex Garland, 2015)], en el que su personaje desaparece inexplicablemente durante gran parte de la trama; y sobretodo un desaprovechadísimo Max von Sydow [nominado dos veces a los Oscar con "Pelle el conquistador" (Bille August, 1988) y "Tan fuerte, tan cerca" (Stephen Daldry, 2011)], que tiene una presencia testimonial.

De todas maneras, pese a su previsibilidad argumental, podemos considerar este nuevo episodio VII "El despertar de la fuerza" como una película impresionante, primando más la forma sobre el fondo, por recuperar ese sentido de la maravilla que perdió con las deslavazadas secuelas de George Lucas, por resucitar una saga galáctica prácticamente agotada (al igual que hizo con la de Star Trek) y por descontado, por volver a ilusionarnos con las aventuras de unos pintorescos personajes vagando por esa galaxia tan tan lejana, que tantas alegrías y buenos recuerdos nos han aportado en nuestras vidas.
La Taverna del Mastí
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