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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de diciembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada país tiene, de tanto en tanto, su propia crisis, y ésta es la consecuencia –entre otras cosas- de la manera como, durante largo tiempo, se ha venido manejando colectivamente, la banca, la industria, la política y el comercio en general. La explotación, los abusos, la usura, la mala administración, los productos de mala calidad, las trampillas por donde se presten… van horadando el equilibrio del universo y la crisis estalla como la necesaria sacudida que, según la Ley de Resonancia, estamos mereciendo, porque, por más que lo parezca, la impunidad no existe, y siempre el búmeran compensatorio ha de hacer su camino de retorno.

En época de crisis, los que nunca han sido honestos siguen igual, en su mayoría, porque no entienden el mensaje. Lo que les pasa –creen- se debe a otros o al simple azar, y por lo tanto, vuelven a armarse de todas las formas oscuras, que bien conocen, para enriquecerse de nuevo y para preservar lo que, quizás, todavía les queda... y la gente de bien y del común, es la que padece sus embates, sus infamias y atropellos.

Para aquellos, su rol es el de causar sufrimiento. Para el pueblo manso, es la ocasión de ejercitar su templanza, su fe, su resistencia… y a flote salen magníficos sentimientos que corroboran su grandeza humana.

La familia de, Tom Joad, es de este talante. Tras el crack de 1929, se han visto abocados, por las presiones de los terratenientes, a dejar su tierra y a marcharse con rumbo a California, donde guardan la esperanza de encontrar trabajo en la recolección de frutos. En un desvencijado camión, viajan los doce miembros de la familia. Se sienten desarraigados, pero mientras unos piensan que lo han perdido todo, otros alientan la imperdible esperanza de un futuro mejor. Se parecen a los ocupantes de La Balsa de la Medusa, el inmortal cuadro de T. Géricault, donde se refleja la crisis y la actitud que asumen los diferentes seres humanos ante ella.

Con una eficaz y realista puesta en escena que deja ver la profunda pobreza que afrontan tantísimas familias de aquella época; una fotografía que transluce a la perfección las emociones de cada instante en que se presenta el mal trato, la decepción, la ira, el inconformismo… y con un conjunto de actores que da la plena medida a cada personaje, el director John Ford, ha conseguido otra obra que permanecerá en el historial del arte cinematográfico por excelencia.

La novela homónima de ese gran escritor que fuera, John Steinbeck, es, como este filme, un grito contra la injusticia y la explotación, y es una luz de esperanza que aspira a que, un día, consigamos entender que, TODOS los seres humanos merecemos vivir con dignidad.

Henry Fonda, tiene aquí una de las mejores actuaciones de su vida y, Jane Darwell, es una Mamá que serviría de ejemplo a todas las madres del mundo.

Este es el cine que sirve al pueblo… a ese pueblo que permanecerá por siempre.

Título para Latinoamérica: VIÑAS DE IRA
Luis Guillermo Cardona
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10
6 de noviembre de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuan mágico es el sonido del amor cuando fluye como un río, dando incondicionalmente! ¡Cuan grande su poder cuando el bienestar del otro se convierte, por sí mismo, en mi propio bienestar! El amor es emanación, proyección, desprendimiento… es también soltar y preservar, al mismo tiempo, la separatidad y la unicidad, es decir, te dejo ser sin manipulación alguna, pero me siento uno contigo porque me importa, plenamente, tu felicidad.

Y el amor luego vuelve a mí, porque dar es igual a recibir a condición de que, el recibir, no sea lo que se espere, pues, lo que se da con un interés preclaro de compensación, con frecuencia recibe como paga la significativa y merecida decepción. El amor que se expresa en el dar por el simple gozo de fluir, es glorioso, bendito, y puedes identificarlo porque, al vivirlo o sentirlo en el ejercicio que otros hacen, te llenas de una emoción plena e inconmensurable... y es cuando se reconoce lo grande que es el Ser Humano.

<<EL APARTAMENTO>>, es una película grandiosa, precisamente porque consigue expresar a cabalidad ese amor excelso y limpio que, un modesto empleado de una compañía de seguros, siente y manifiesta por una bella ascensorista que, como él, no parece tener muy buena fortuna en el amor.

Para Baxter (un maravilloso Jack Lemmon), su apartamento -estratégicamente localizado en el 67 de la calle oeste– se ha convertido en el refugio de cuatro altos empleados de la compañía que han decidido tomarlo para desfogar allí, cada tanto, sus ímpetus amatorios. Esto le significa a Baxter, el simple expedidor de pólizas, no poder estar en, SU apartamento, cuando él quiere... en consecuencia, las trasnochadas, las salidas a la calle a deshoras, y uno que otro resfrío, se han convertido para él en algo que tiene que soportar so pena de que… bueno, ya ustedes saben como son los jefes.

Fran Kubelik, la ascensorista (una adorable Shirley MacLaine), es una chica con carácter que no está dispuesta a ser aventura pasajera… pero ha caído en las redes del jefe Sheldrake, un don Juan que no se toma en serio a nadie y que, además, es casado y tiene dos hijos... y llega el día en que, Sheldrake, sabe de lo que pasa en el apartamento de Baxter y, entonces, decide usarlo.

Comienza así, una difícil, pero radiante, febril y memorable historia de amor, donde cada personaje nos llega al alma y nos hace sentir lo maravillosa y envolvente que es la vida. El director, Billy Wilder, dotado de una sensibilidad capaz del más sutil entendimiento humano, teje una historia en la que, cada plano, cada movimiento y cada palabra, confluyen a plenitud para darnos una de las más bellas y conmovedoras historias de amor que haya alcanzado el séptimo arte.

Una obra maestra.

Título para Latinoamérica: PISO DE SOLTERO
Luis Guillermo Cardona
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8
1 de febrero de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminada la guerra civil, el confederado, Jim Trask ha vuelto a Abilene, el pueblo donde fuera sheriff antes de enlistarse. Todos lo daban por muerto, así que, grande es la alegría cuando lo ven volver, pues, lo que ahora se ha implantado es la ley de los ganaderos… y estos están dispuestos a arrasar a los granjeros para satisfacer sus necesidades y sus desmesuradas ambiciones. Pero, Jim, resulta ser amigo de Dave Mosely, el mandamás de los ganaderos y también lo fue de su entrañable hermano, Tad, muerto durante la guerra… pero, otro amigo suyo lo va a poner al tanto de la situación: “Si te quedas no podrás permanecer al margen, tendrás que escoger de qué lado estás”.

Una historia de Clarence Upson Young (1895-1969) titulada “Gun Shy”, trasladada a guion por Berne Giler, fue la base para esta película que, con presupuesto de serie B, dirigiera Charles F. Haas, un director de marcado talento que ¡vaya a saber por qué razones! -aunque no es difícil deducirlas sabida su posición “progresista”- no tuvo tantas oportunidades como, siento, que se merecía.

Lo que nos ofrece, <<LUCHA SIN CUARTEL>> -película que realizara inmediatamente después de terminar su brillante “Star in the Dust”, es otra lucha de clases donde, “unos tienen que perder para que otros ganen”, según reza la ley de los prepotentes. Haas, resulta muy efectivo para dar aliento de vida a sus personajes, y como en su filme anterior, consigue de nuevo que podamos ver almas en vez de cadáveres fisiológicamente activos como los que solemos ver en tantísimos viejos westerns.

Su composición de planos es bastante efectiva y, como botón de muestra, esa escena clave en la que, Dave, es visto ante un espejo que se interpone entre Jim y Peggy (su, ahora, prometida y, antes de la guerra, la novia de Jim). También la ambientación resulta bastante convincente y la trama ofrece suficientes elementos de western-psicológico como para lograr la trascendencia.

Una vez más, estaremos ante un personaje “progre” que quiere ver su ciudad sin más armas que las que deben portar los hombres de ley, y con sumo carácter, impondrá su ley recurriendo, solo en situaciones extremas, al uso de la pistola… ¡otra razón para que, a Haas, no se le quisiera más haciendo westerns!

Un buen reparto que incluye a notables actores como David Janssen, Lyle Bettger, Martha Hyer y Ted de Corsia, solventa este filme que, 11 años después, tendría un afortunado remake con, “Gunfight in Abilene”.

Título para Latinoamérica: EL DEBER DE MATAR
Luis Guillermo Cardona
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8
4 de enero de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las vecinas ciudades, Sodoma (Sdom) y Gomorra (ʿAmora), estaban situadas en una llanura frente al valle del Jordán y muy cerca del valle de Sidim, próximo al mar Muerto. El rey de Sodoma era Bera y el de Gomorra era Birsha… y fue allí a donde llegó Lot, con sus hijas y su pueblo, para establecerse en unas tierras por las que comenzó a pagar tributo al gobernante de turno. En el Corán, 7:80-81, se menciona la razón por la que Dios decidió exterminar a estas ciudades: “¿Cometéis una deshonestidad que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente. Por concupiscencia os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres”. Y en cuanto a la forma de destruir tales ciudades, es de nuevo ocasión para que entren en contradicción los llamados libros sagrados y la verdad queda para siempre en entredicho: La Biblia (Génesis, 19:24) habla de que, “el Señor hizo llover fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra” y el Corán (15:74, 54:34) menciona que, “hicimos llover sobre ellos piedras de arcilla” y “enviamos contra ellos una tempestad de arena”.

En fin que, con la lacónica información que, sobre este caso, dan los respetados libros, fueron los guionistas quienes tuvieron que agregarle imaginación al cuento, y esta vez fue, Hugo Butler (con la colaboración de Giorgio Prosperi), quien concibió una trama que no está muy lejos de lo que aún sigue ocurriendo en unas cuantas ciudades del mundo. Pero, que nadie espere que se va a encontrar con gente santa y otra ‘que carece absolutamente de amor al prójimo’, ni con ‘actos homosexuales’ (significados que se han dado antes y ahora a la palabra sodomita), pues, al igual que el guionista, el director Robert Aldrich, también sabía ver la polaridad humana, y su pretensión, en lo que logro advertir, fue dejar sentado que la esclavitud, el maltrato a la mujeres, la crueldad… y los abusos de poder, tendrán, en su momento, la necesaria y merecida respuesta por parte del pueblo y, créalo o no, del Universo.

Memorables escenas de acción (la batalla de Lot y su pueblo contra los edomitas; el enfrentamiento entre Lot y Astaroth… y la destrucción de las ciudades del pecado), dan un fuerte realce a esta historia bíblica que, con igual eficacia, ya había sido llevada al cine, en 1922, por parte del director húngaro, Mihaly Kertesz (Michael Curtiz).

Entre los intérpretes, aparecen nombres muy efectivos como, Stanley Baker, un Astaroth más interesado en dominar a las mujeres que a un imperio. Rossana Podesta’, la bella Shuah, enamorada sin remedio del abusivo hermano de la reina; y entre otros, Pier Angeli, una sugestiva Ildith, de esclava a mujer libre… hasta para decidir si mira hacia atrás.

… ¿y por qué será que nosotros, los espectadores, siempre nos vemos mirando hacia donde no deberíamos?

<<SODOMA Y GOMORRA>>, nos reclama unas cuantas reflexiones.
Luis Guillermo Cardona
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6
8 de abril de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al oriente de Marsella, en Francia, se encuentra el Lago Thau donde, la gente del barrio La Pointe Courte (La Punta Corta), en la ciudad de Sète, realiza allí su pesca. Con una idiosincrasia muy propia, los Pointus -como les llaman- son gente muy luchadora y solidaria, y hasta ese lugar viajó la directora, Agnès Varda, en plan de hacer algunas fotos de un viejo amigo que desde tiempo atrás no había vuelto con su familia. Al revelar las fotografías, la directora se entusiasmó con aquel lugar, y fue entonces, que decidió volver para localizar allí su primer largometraje, <<LA PUNTA CORTA>>, un filme argumental que protagonizan, Philippe Noiret y Silvia Monfort, y el resto de los participantes son auténticos habitantes de la región.

La historia comienza con un hombre joven que, tras doce años de ausencia, regresa con su esposa a su lugar de nacimiento, pero, su relación no le está causando felicidad, puesto que su pareja no se siente ahora segura de la relación… y tampoco cree que, este barrio de pescadores ofrezca nada atractivo para vivir.

Mientras los moradores de aquel lugar se ocupan de sus tareas diarias… se cuidan de las autoridades del Estado que andan vigilantes con la pesca y la salud… lloran un hijo que de pronto pierden… o procuran que sus hijas tomen decisiones acertadas, la pareja que acaba de llegar, se debate entre continuar juntos o separarse… se cuestiona si es amor lo que todavía sienten… y tratan de definir si quedarse allí o marcharse.

En lo personal, me resulta mucho más grata e interesante la relación que se da entre la gente del pueblo: fresca, dinámica y recursiva; mientras que, las elucubraciones de aquella pareja -que apenas si cruza algunas palabras con la gente de La Pointe Courte-, se me hace un tanto plana y reiterativa, pues, además de estar recreada con una sucesión de poses de mohái -de las que solo se rescata el ambiente en el que se mueven-, los diálogos poco significan y su pretensión de hacer poesía difícilmente convence.

Sin embargo, también aquí quedaban asentadas las características esenciales de ese movimiento cinematográfico que se venía consolidando lentamente con “Le Silence de la Mer” (Jean-Pierre Melville, 1947); “Les Dernières Vacances” (Roger Leenhardt, 1947); “Olympia 52” (Chris Marker, 1952)… y que, luego, se conocería como La Nouvelle Vague: Centrarse en la intimidad y hacer fluir el alma de los protagonistas; hacer un lugar al pensamiento que define los sentimientos y a las palabras que explican el ser; dar más ímpetu y trascendencia al ser interior que a las cosas externas…

Surgía, con <<LA PUNTA CORTA>>, una realizadora que daría mucho de qué hablar y que, tanto en el documental como en la ficción -pero, sobre todo en el primer género-, lograría materializar obras que ya han hecho -y seguirán haciendo- historia.
Luis Guillermo Cardona
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