Conociendo a Julia es una de las muestras más certeras (y escasas) que nos ha dado el mundo del cine del mundo del teatro. La cinta posee una gran credibilidad a lo largo de todo su metraje, sea por un sofisticado guión, que juega con las sutilezas creando un emocionante juego de espejos entre la realidad y la ficción, apoyándose también en una ironía hilvanada de manera excepcional por sus espléndidos intérpretes, desde los secundarios que aprovechan cada momento en escena (como Jeremy Irons - ¿porqué no recupera más papeles como este? -, El espléndido secundario Bruce Greenwood, Juliet Stevenson o el joven Shaun Evans).
Si es cierto que la dirección es algo plana y teatral, pero posee el encanto del viejo cine de intérpretes, en el que las pocas veces que se rueda en exteriores se aprovecha de una fotografía panorámica excepcional, hasta llegar al clímax de la cinta, excelentemente interpretado y conocido muy acertadamente como "el final de su vida", en el que el argumento y los personajes llevan a un estallido de emocion gracias desde luego a lo mejor de la cinta, la impresionante, compleja e inolvidable interpretación de Annette Bening, sensible cuando tiene que serlo, dura, malvada, tierna, compleja, sencilla, feliz, vengativa, en fín, humana, pero sobrehumana.
Todo aquél que un día desee saber que es el mundo del teatro (y en parte, por tanto, del cine), así como todo aquel que desee saber que es una interpretación sencillamente perfecta, debería ver esta cinta.