Desde que comencé a ver esta magnífica serie, el recuerdo de la legendaria "Twin Peaks", de David Lynch, me vino a la mente.
Un asesinato de una joven aparentemente adaptada y feliz, con una familia convencional y en un entorno que parece normal se va tornando, a medida que avanzan los capítulos, en una pesadilla donde lo más oscuro y miserable de cada uno de los personajes va saliendo a la luz.
Pagan justos por pecadores, involucra la campaña electoral de un ambigüo político que no se sabe si va o si viene, y los detectives, al estilo de lo más clásico del cine negro, compaginan una investigación absorvente con unas vidas privadas al borde del precipicio...
A todo eso ayuda el hostil clima de Seattle, siempre con el cielo plomizo y lloviendo (es raro ver escenas exteriores con sol), conflictos raciales, pasados que salen a la luz, miserias y grandezas del género humano que, al final, consigue evolucionar hacia la luz.