Buscando en internet alguna foto de la guapa Aya Ueto, Azumi en el filme, me entero de que la interfecta es un ídolo del pop japonés. Entonces comprendo que su designación como protagonista cuadra al dedillo con el espíritu juvenil que abarrota el filme. Azumi es una película concebida para un público juvenil que busque emociones fuertes, imágenes alucinantes y violencia explícita. La estética de los personajes está tomada del manga (primitivamente, Azumi fue manga y Yu Koyama su manga-ka); la misma Azumi y su peor contrincante, Bijomaru Mogami, hacen gala de poses y sentencias que a los lectores de manga les resultarán muy familiares.

Sin embargo, me pregunto si el tipo de público al que supuestamente va dirigido el filme no se verá defraudado por la película de Kitamura. Y es que Azumi, en cierto sentido, consigue ser un digno sucesor de los filmes clásicos del chambara, o cine de samurais, de un firme componente trágico. Ya en los primeros compases, el maestro Gessai somete a sus pupilos a una primera prueba que anticipa la cruel vida que les espera, cada uno deberá matar a su mejor amigo si desea vivir para cumplir su misión. Los jóvenes guerreros se concienciarán de su renuncia al amor y a la paz con sucesivas y amargas experiencias casi siempre ligadas a la muerte y la violencia.

Azumi reúne cantidad suficiente de secuencias sugerentes y soluciones visuales imaginativas por las que bien puede ser considerado un filme apreciable.