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España España · Madrid
Voto de elChupao:
3
Thriller Un guardia de seguridad de la morgue huye y es atropellado. En el depósito de cadáveres, la policía descubre que la puerta de una de las neveras está abierta y el cadáver de una mujer ha desaparecido. El inspector de policía encargado de la investigación cuenta con la colaboración del marido de la difunta, aunque no descarta la posibilidad de que esté relacionado con el asunto... Debut en la dirección del guionista Oriol Paulo (Los ojos de Julia). (FILMAFFINITY) [+]
19 de diciembre de 2012
64 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
A juzgar por lo que se suele escuchar de los profesionales, el proceso de creación de un guión (siempre que por guión entendamos la intención artística de contar una historia y no un vehículo vacío para simplemente ganar dinero) obedece a una serie de borradores que a base de revisiones y pulidos acaban dando lo que viene a llamarse el borrador final, el guión en sí mismo. Pues bien, en el caso de El cuerpo, a la hora de presentar el guión a los productores debieron equivocarse de carpeta y llevaron alguna de las versiones previas del asunto. Porque el guión de Oriol Paulo, reincidente en argumentos circenses como ya hizo en Los ojos de Julia, vuelve a caer en los mismos pecados que en la historia que supone su debut como director: arranque interesante, guión tramposo e incoherente, resolución imposible.

Pocos escenarios pueden resultar más inquietantes de cara a una película de suspense que un depósito de cadáveres. Si exceptuamos a la comunidad forense, para el común de los mortales es ya de por sí un sitio donde nos sentiríamos bastante incómodos, no digo ya si el motivo por el que te encuentras allí es para resolver cómo narices ha desaparecido un cadáver del susodicho depósito. Para colmo, el bueno de Oriol compone un juego de espejos donde nada es lo que parece y las situaciones que dejan al espectador y los personajes con el culo torcido se suceden a raudales. El problema es que ese mal rollo tácito no llega a traspasar la pantalla. Uno ve a Hugo Silva quedarse encerrado en una sala rodeado de cadáveres y lo que en la vida real se traduciría en taquicardias y arritmias varias, aquí, al ver las reacciones del personaje, lo que uno siente es algo más cercano al cabreo que al miedo. Todas las trampas que el guión va dejando por el camino torpedean la línea de flotación de la historia y cuando llega el pretendido desenlace donde todo cobra sentido, nada es lo que parecía y el espectador debe decir “¡Oh!”, en realidad lo que aciertas a balbucear es más bien “¡Bah!”

Algunas cosas llegan a encajar, eso es cierto. El encaje de bolillos que maneja la historia hace que ciertas cosas cuadren a su manera, lo que no quita es que sea de forma bastante inverosímil. No seré yo el que lo compruebe, pero dudo mucho que la intriga que se sujeta sobre un esqueleto tan fino sea capaz de soportar un revisionado. Se suele decir que la venganza es un plato que se sirve frío. En esta ocasión se sirve muy frío, demasiado. Tanto que no hay dios que se lo trague. El día que Paulo intente no insultar la inteligencia del espectador puede que consiga grandes cosas. Los puntos de partida los controla, el resto no lo parece. En ese aspecto no está solo, en esta ocasión el departamento de peluquería masculino se suma a dejarte con cara de circunstancias.
elChupao
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