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Voto de Ángel de la Cruz:
7
Romance. Drama Una noche, en una discoteca, ves a una chica, te enamoras de manera fulminante y se lo dices. Aunque no te hace mucho caso, pasas con ella el resto de la noche. ¿Qué ocurriría si, al día siguiente, no fuera la chica que parecía ser? Una noche, en una discoteca, se te acerca el típico chico que dice que se ha enamorado de ti. No le haces caso, pero después compruebas que no es el típico plasta, es simpático, encantador y realmente se ha ... [+]
11 de junio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me esperaba absolutamente nada de esta película. De hecho ni siquiera me molesté en leer la sinopsis, por eso la vi en el horario “no pasa nada si me quedo dormido y sigo mañana”. Pero desde el primer momento conecté con ella, a pesar de que algo no encajaba y precisamente la primera parte es la peor, ya que se hace pesada. Aunque esto último puede que sea una virtud. El director consigue que entremos en la película: al salir de una discoteca un chico intenta ligar con una chica, y para eso no le importa ser un pesado. Si eres chico puede que empatices con el chico y pienses “qué cabrón: lo va a conseguir”, y si eres chica puede que empatices con la chica y él te parezca un baboso. A mitad de la película, cuando el chico ya ha conseguido “cazar” a su víctima, la película se rompe y da un giro de 180 grados.

Aquí empieza lo bueno: no me creo que alguien se esperara semejante cambio de guión, mucho menos el final media hora antes. Ésta puede que sea la principal virtud de la película, en su simpleza está su complejidad. Los actores ayudan (Javier Pereira se ganó un Goya al mejor actor revelación) con unas actuaciones individuales que se magnifican en plena batalla, cada vez que desenvainan sus espadas, así como un guión trazado de manera astuta e inteligente.

Sctockholm es, como ya han señalado muchos, una historia de amor y síndrome. De más síndrome que amor. Es una historia que consigue golpear nuestra conciencia, que nos hace replantearnos cosas que quizá nunca nos hemos replanteado. En Stockholm hay violencia, psicológica pero violencia. Una violencia probablemente invisible a los ojos de muchos jóvenes. Hay quien dice que el final es excesivo, que no hacía falta. Yo tengo mis dudas. Otro final podría haber sido más elegante, más fino, más intelectual, por decirlo de alguna manera. Pero éste era necesario. Es un final que nos dice: “esto es lo que puede pasar”. La antítesis del proceso dialéctico que puede comenzar una noche cualquiera en la puerta de una discoteca.

El director de la más floja 8 citas (2008) puede estar satisfecho: un Goya y tres premios en el Festival de Málaga, uno de ellos al mejor director. Todo ello partiendo de unas condiciones de precariedad lo suficientemente importantes como para tener que tirar de crowfunding. El proyecto mereció la pena. El cuento se convirtió en pesadilla
Ángel de la Cruz
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