Esa es la sensación que queda tras ver "Frozen Ground". Como el agua entre las manos, que se escapa irremediablemente hasta que quedan vacías. Uno podría esperar, al menos, un pequeño duelo de interpretación entre Cusack y Cage, pero nada más lejos.

Pensado como thriller al uso, y apoyado en una historia real para quizá lograr más empaque, el film termina siendo soso, predecible y tremendamente plano. Contar con dos estrellas como son ambos actores es un mero reclamo de cartel. La trama se sucede a trompicones, de forma inconexa,y a todo le falta condimento al final. Carece de toda tensión, y los actores están totalmente desaprovechados, dando la impresión de que tanto el detective como el perseguido van con el piloto automático, o lo que es lo mismo, me pongo delante de la cámara, suelto mi frase y dime dónde cobro el cheque. Una auténtica lástima, porque la historia podría haber sido interesante de contar con alguien mejor detrás de la cámara.

Tan predecible como ligera, Frozen Ground termina con nuestra total indiferencia. No hay clímax ni tensión, como hubiera requerido una cinta de este corte. Lo mejor que podemos hacer al final es recordar cintas con mucho más carácter e interesantes, como Insomnio, de Nolan, o El silencio de los corderos, de Demme, que sin estar basadas en hechos reales como es el caso, sí resultan gratificantes como thriller y contienen dosis de lo que aquí Scott Walker ha obviado a la hora de realizar su floja aportación. Al menos tiene de quién beber a partir de ahora.

Recomendable como curiosidad, pero terriblemente plana. Nos deja tan fríos como los paisajes de Alaska que se muestran.