Icare, a quien su madre llama Courguette (Calabacín), es un niño de nueve años que vive solo, su alcoholizada madre no le presta atención y su padre se marchó y no volvió más. Un malhadado día su madre fallece en un accidente doméstico, provocado sin intención por el propio niño, y éste acaba en un orfelinato.

Adaptación cinematográfica, de forma muy libre, de la novela 'Autobiografía de un calabacín', de Gilles Paris. Claude Barras eligió para los personajes de su película el estilo de las marionetas de Jiri Trnka, muy imitado desde que las creó, por ejemplo por Tim Burton.

Con gran ternura, las figuras tienen una gran expresividad, se nos cuenta la historia de Calabacín y de unos cuantos compañeros suyos en un orfanato. El dolor de las historias de cada niño no resulta folletinesco, pues se nos presenta a estos tal como son, niños, con sus travesuras, su buen compañerismo, amor... y la esperanzada visión de la vida que a esa edad aún se tiene por mucho que se haya sufrido.

De escasa duración, poco más de la hora necesaria para ser considerada un largometraje, encandila al espectador a quien hace emocionarse y sonreír, casi las dos cosas al unísono; también hace recapacitar, al público más adulto, sobre cómo los mayores podemos influir, con nuestro comportamiento con los más pequeños, en la felicidad de ellos, en su buena o mala educación, en el futuro que les espera. Película para disfrutar y recapacitar.