Bio-pic muy al uso de la época que muestra con bastante detallismo la turbulenta vida como artista del genial Vincent Van Gogh.
La tristeza revolotea en todo el film al plasmar el drama trágico de un magnífico y pionero pintor incomprendido, que nunca fue reconocido en su vida, y que sobrevía de mala manera mientras dejaba toda su pasión en la pintura de la fue referencia años después de morir.
Kirk Douglas, con un parecdio más que curioso con el artista, cumple con desempeño la difícil tarea de interpretar al pintor, y da lo mejor de sí al enfrentarse a un genial Anthony Quinn, que llega absolutamente la pantalla en cada aparición.
En el debe del film diremos que es demasiado densa para un final tan brusco, y que la dirección no es de las más destacables del autor, perdiéndose entre otras muchas películas biográficas del momento.