No sé si Paco and the Magical Picture Book es cine familiar o no, pero desde luego a mí no se me ocurrirá enseñársela a mi hijo o hija. Nakashima no tuvo suficiente con hacernos sufrir con la entrañable Matsuko de su película anterior y esta vez decide atacar con una niña enferma y una historia triste detrás que ya hace que se te ponga un nudo en la garganta sin que la película lleve más de media hora.

Es un drama oculto bajo un montón de capas de amor y color. Es como si la vida de un autor fuera muy triste y se dedicara a hacer libros felices para niños pequeños. El cuento de Paco acaba siendo un cuento bonito que todos aprendemos, y todos los personajes que rodean las escenas acaban viéndose de alguna manera asociados a todos los personajes del libro. Sus excentricidades convierten a la película en algo distinto.

Pero no es de estas películas centradas en las excentricidades de los personajes. De hecho, Nakashima presenta esa excentricidad casi como algo contextual. Una vez que han pasado unos diez o veinte minutos nos hemos acostumbrado al universo colorido y excéntrico que se nos presenta, y todo queda en un segundo plano para que nos centremos en la tierna relación entre el hermano gemelo de Heihachi Mishima y Paco.

Una historia triste que se vende con millones de algodones de azúcar. Nakashima consigue suavizar el tremendo drama que hay detrás y consigue hacer una película muy recomendable, así como muy en su línea.