Interesante película que aborda por enésima vez en el séptimo arte los viajes temporales. La diferencia con respecto a otras películas del género no es muy grande, salvo quizá porque es española y por desgracia no estamos acostumbrados a ver producciones decentes que lleven la bandera roja y amarilla en su ficha.

Vigalondo ofrece una película que a más de uno le parecerá un engaño, pero que de otra manera no era posible ejecutarla. Los Cronocrímenes es en realidad una película que dura una media hora como mucho, y cuyo mensaje necesita de hora y media para ser contado en su totalidad. Bajo esta premisa, el que guste o no una película así dependerá del arte del director para contar varias veces lo mismo, y en esto parece que Vigalondo es capaz de engañar, en el buen sentido de la palabra, a más de uno.

¿Cuál es entonces el problema de Los Cronocrímenes? Su pretenciosa originalidad que no llega a tal, porque desde el primer minuto uno puede intuir por dónde van a ir los tiros, y a la media hora se es capaz de adivinar todo lo que queda por ver en la película. No estaría mal del todo algo así si no fuera porque la película está claramente pensada para inquietar, para conseguir que el espectador se confunda mil y una veces y para que se salga del cine en estado de shock por haber presenciado una película inolvidablemente original y sorpresiva. La mala noticia es que no se produce ninguna de estas cosas (a menos que la veas sin intentar desenmascarar ningún enigma de la película).

Karra Elejalde no me resultó acertado en casi ningún momento de la película. Por si fuera poco, su personaje es de lo más torpe que he visto en mucho tiempo, lastimándose a cada dos por tres como si de una comedia mala se tratara. De hecho, todas las heridas que se hace a lo largo de la película son producidas por sí mismo. El resto de actores cumplen bien, pero sin brillar.

A pesar de que muchas veces parezca más un corto que una película, los Cronocrímenes es aconsejable, especialmente por la falta que le hacen a un país películas de este tipo, con más ambición que el resto, pero en una industria condenada que parece que jamás conseguirá despegar de pleno.