Para poner todo en antecedentes, la primera película no me gustó, la segunda no era gran cosa pero desde luego me divirtió más que la primera (incluso con ese patético Némesis de por medio), y esta tercera entrega es casi una nueva patada a la saga de Capcom. La verdad es que debió gustarme más de lo que creo porque se me pasó volando, pero el destrozo de Russel Mulcahy es un auténtico horror.

El director decide llevar el universo zombie de Resident Evil y lo combina con Fallout, por decir algún juego postapocalíptico. Por supuesto, nada de lo que merece la pena del género lo vemos o sentimos en Resident Evil 3. Vean por ejemplo esas mujeres con el pelo de peluquería muy lejos del que podrían llevar tras meses y meses en las peores condiciones humanas posibles.

Para colmo, si en la segunda nos encontrábamos con una irregular Jill Valentine aaquí se atreven con Claire, otro de los iconos de la serie de videojuegos y uno de los personajes más queridos. Claire, al contrario de Jill, no es nada irregular, se mantiene constantemente en la misma sensación de estar muy mal personficada. Es un personaje totalmente inservible y sin ningún tipo de propósito en la película, colmando los niveles de indignación de los fans más puristas.

Sobra decir que no hay nada de los juegos en Resident Evil 3. Aparece Wesker con gafas de esol y eso es lo más representativo del juego que os vais a encontrar. Se le introduce como futuro antagonista y enemigo a vencer por una Milla Jovovich multiplicada hasta la eternidad para formar un ejercito.

Pero bueno, lo más lamentable todavía estaba por llegar. Lo del zombie haciendo fotos con la cámara de fotos como si los científicos de Umbrella quisieran ser subidos a una red social es ya de chiste. Vale que he visto varios intentos en el cine de "domesticar" a distintas criaturas, y casi siempre el resultado es nefasto, pero lo de Resident Evil 3 es de risa.

Para lo único que puede valer es para seguir el hilo de la historia, aunque creo que ni para eso merece la pena. Una película donde solo pasa un ataque de cuervos y nada más. Un horror de los que dan sed.