De cuantas comedias de blanquitos pudientes y negros maleantes cuyas vidas se cruzan Nada que perder es de lejos la mejor de todas. Steve Oedekerk hace una película que define el género, pero que a la misma vez se ve como diferente a todas las demás que lo han intentado.

Los actores son lo que importan en esta película. Martin Lawrence es cierto que no hace nada del otro mundo en un papel que hemos visto en millones de películas y en millones de actores. Eso no quita para que sea muy gracioso. Es Tim Robbins el que sorprende, pasando de ser un potencial muermo al principio en un extraño comediante. Aunque sólo sea por atípico e inesperado es lo que marca la película dándole varios puntos extra.

Nada que perder es como una parodia de Un Día de Furia, y es de esas películas que no puedes recordar un momento concreto de carcajadas pero el conjunto completo te deja una imborrable sonrisa.