Vaya por delante que Brave no es una mala película. La realidad es que si veo esta película hace unos años me hubiera gustado aunque tampoco creo que la hubiera tenido entre mis favoritas. Lo único que marca esta crítica un tanto negativa a la película es su propio contexto.

Un contexto en el que la animación ya ha dado un paso definitivo hacia auténtico cine, y precisamente los creadores de Brave tienen una enorme parte de culpa en toda esta explosión. Pixar ha revolucionado el género y eso es innegable, pero precisamente por eso el peor enemigo de Pixar es ella misma. Cuando uno habla acerca de esta película en un tono crítico lo hace teniendo en mente todo lo que habían conseguido previamente. Por supuesto no nos estamos refiriendo a cualidades técnicas sino a cuestiones más emocionales que han conseguido quitarnos de la cabeza esa idea de película de dibujos para niños.

Brave también se esfuerza en ello pero es un esfuerzo vacío que no te proporciona ningún tipo de beneficio. Para que nos entendamos, Brave luce como una película de la competencia completamente desangelada, sin alma y sin ningún tipo de presencia lo cual hará que la olvides en un plazo máximo de un mes. A pesar de todo ello entiendo que Pixar busque también ofrecer otro tipo de película que se desmarque de lo anteriormente hecho, pero el resultado en esta ocasión es bastante decepcionante. Una película que huele como a secuela de una anterior verdaderamente inspirada. Algo así como esas películas de Disney que recibieron una secuela y que tenían esa etiqueta un poco degradante de " película directamente para videoclub".

Brave ni siquiera tiene la fuerza suficiente como para plasmar sus valores o su moraleja. Una película que simplemente pierde contra sí misma y contra todo lo creado hasta el momento en animación digital, quedando por debajo no sólo de producciones de la propia compañía sino también de los esfuerzos de los competidores.