Super es una historia que hemos visto muchas veces. El clásico perdedor que no para de encadenar sucesos malos en su vida y que tiene una autoestima por los suelos. Como si fuera Taxi Driver, entra en un estado de furia con todo lo que le rodea por lo que él cree que es un mensaje divino, y junto a una encantadora Ellen Page decide combatir el crimen con el objetivo final de recuperar a su esposa.

El caballero acudiendo al castillo para matar al dragón (un acertado Kevin Bacon) y salvar a la princesa. James Gunn consigue darnos lo mismo de siempre pero con un impacto visual y una serie de paradojas emocionales que hacen de Super una película muy distinta. Empatizarás con la mayoría de personajes que van desfilando, e incluso llegarás a plantearte si los buenos son tan buenos y los malos tan malos.

Podría haberme gustado todavía más. En cuanto a la película en sí no se me ocurren muchas maneras de mejorarla, pero hay cosas que no me gustaron, por mera cuestión de preferencias. En cualquier caso estamos ante una película que siempre se mantiene en un estado agridulce en cuanto a sensaciones, ese drama disfrazado en una comedia y con la que no sabes muy bien cómo actuar, ni siquiera cómo catalogarla en un género. Todas estas idas y venidas terminan con un subidón emocional bastante importante que no gustará a todo el mundo, pero que a mí me encantó.

Una película diferente, con un algo difícil de explicar.