Re-Animator es una de esas películas indispensables para los amantes del género, convinando el humor más negro posible con gore, intriga y suspense de una manera tan simple que parece mentira. Buena parte de culpa de esto la tiene el genial Jeffrey Combs encarnando a un científico obsesionado con su trabajo en todo momento, superando los límites de la moralidad y la ética a favor de dar avance a su investigación.
Nace así una película más que interesante, que daría lugar a secuelas no tan buenas y perfectamente olvidables de la misma pero que serviría para inspirar a otros tantos directores en lo que es un lavado de cara al cine de zombies en su totalidad gracias al toque Lovecraft.
Stuart Gordon hace un trabajo excelente, demostrando que vale para esto y repitiendo éxito en películas posteriores del género (aunque nunca con tanto éxito como con ésta). Planos largos y muy detallados evitando apartar la cámara a pesar del plato difícil de digerir para algunos en las escenas sangrientas, juegos de luces idóneos dando una sensación de penumbra únicas y una historia que consigue, dentro de lo inverosímil, buscar algún ápice de realidad. Los efectos son perfectos y han envejecido maravillosamente bien, el maquillaje hace su función con creces y el color del suero verde fosforito es simplemente inolvidable.
Por si fuera poco, la banda sonora de la película es una de las más reconocibles en el cine de su género y por lo tanto está a la altura de la cinta, plagada de platos fuertes entre los que destaca el ya citado Jeffrey Combs, absolutamente genial dando vida a Herber West, auténtico protagonista de la película tanto por su personaje como la forma en la que lo lleva.